viernes, noviembre 30, 2007
martes, noviembre 27, 2007

UN DIA SIN FICCION
En Estados Unidos una huelga de guionistas ha paralizado la filmación de sus famosas series. En la República Argentina un paro de la asociación de actores impide que la gente pueda continuar viendo populares programas de televisión como Son de Fierro o Lalola. En todas partes escucho que la ficción está de huelga. ¿Se puede seguir viviendo cuando la ficción está de huelga? Podríamos hacer la prueba.
Me pregunta el candidato a comprador:
-¿El baño está en buen estado?
-Y, si se fija, los azulejos son los de vidrio del año cincuenta. Opalina. Eso nos haría deducir que los caños son los viejos de plomo.
-Y eso es grave.
-Y… Las cañerías de plomo tienen su vida útil.
-Ajá. ¿Y usted cree que estos caños ya pasaron su vida útil?.
-Para mí que, no sólo la pasaron sino que ya están para terapia intensiva de Pami.
-¿Y esta mancha de humedad en el techo de la cocina?
-Ah, si. Un caño roto de la cocina de arriba.
-Ah, sí. En la inmobiliaria me dijeron que lo iban a arreglar.
-Ah, sí.
-¿Usted sabe cuándo?
-Bueno, conociendo cómo se manejan las administraciones de edificios en Providencia, calcule que va a estar reparado cuando usted esté en condiciones de mantener una conversación, por el agujero, con su vecino de arriba.
-¡No!
-Si, y lo peor es que… ¡cara a cara!
-¿No notó usted, don Julio, que el piso del living está como levantado?
-Si, lo noté.
-¡Y a qué puede obedecer?
-Vea, la proximidad de los eucaliptos de las veredas muchas veces ha provocado que las raíces se extiendan y lleguen hasta los propios cimientos de los inmuebles.
-¡Y acá pudo haber pasado eso?
-Tranquilamente. Conozco el caso de un señor, que vivía en esta misma calle, que cierta vez fue al baño a evacuar y, cuando se sentó en el trono, una raíz se le introdujo por el orificio anal.
-¡Pero eso es un horror!
-Depende.
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El martillero Arizmendis no podía entender cómo es que se escapó una venta que todos en la inmobiliaria creían ya cerrada.
-No entiendo, Julio, no entiendo. Me quiero morir. El hombre había visto ya dos veces el departamento y le venía de perlas porque era planta baja, justo lo que necesitaba para su anciana viejecita. Yo ya esperaba la seña. ¡No se no nos pueden caer estas operaciones! Para mí que vos estas boludeando mucho últimamente y no te ponés las pilas.
-Bueno, Roberto, a veces ocurre que las operaciones se caen. Hay que ser realistas.
sábado, noviembre 24, 2007
jueves, noviembre 22, 2007
martes, noviembre 20, 2007
En el cine de mi barrio ví a Isabel Sarli desnuda por primera vez, no a ella personalmente sino por medio de la imagen que se materializa sobre una sábana blanca cuando se aplica una lámpara de altísima potencia al través de una cinta transparente de celuloide. Fue en 1969 y la película se llamaba Desnuda en la Arena. La Coca, como también se la conoce, apenas comenzada la proyección, egresaba del mar completamente desnuda en brazos de Victor Bo, quien en la vida real era algo así como su hijastro, retorciéndose, ella, como si horribles cólicos le atormentasen los intestinos. En aquellos años, cuando la vida sexual de los pebetes como yo atravesaba por mesetas insatisfactorias, solíamos echar mano del tándem Sarli-Leblanc o de las prestigiosas publicaciones Bicho Feo o Pobre Diablo. Aquí la expresión echar mano calza como un guante mágico.
Mi mujer trabajó durante años en un jardín de infantes que era de propiedad de las dos hijas (fotos) de Armando Bo, el director que dirigió y actuó en casi todas las películas de Isabel Sarli, y que fue su mentor, su protector y su más que amigo. Una digresión: de vez en cuando leo que Armando Bo es homenajeado, aunque nadie puede explicar bien por qué. Ni siquiera los que lo homenajean. Ah, sí, porque era un luchador (?).
El jardín de infantes de las encantadoras chicas de Armando nació y se desarrolló en un barrio muy exclusivo de la capital argentina denominado Belgrano R. Gracias a ello el elegante kindergarten se constituyó en una institución ideal para que las personas con dinero y con money pudiesen revalidar su pertenencia a la alta sociedad porteña. El mismo Armando, aunque de orígenes proletarios, pudo sorber algo de esas pátinas de prestigio gracias a su matrimonio con una Machinandiarena y era visto, acaso un poquitín cholulamente, como una especie de patriarca admirable. Cuando estrenaban alguno de sus pésimos (los críticos apenas se animaban a calificarlos como “fallidos”) filmes, el director luchaba –aquí le cabe el mote de luchador- por sostener la permanencia de esos engendros en la sala -tarea harto dificultosa- para que no fuesen quitados de cartel a la primera semana. Para poder cubrir la cuota mínima de asistencia a los cines donde se proyectaban sus “obras” la única posibilidad era regalar las entradas puesto que las películas eran una basura, aun para valijeros y adolescente tiernos. Además, para mediados de los setenta, ya Isabel Sarli se estaba poniendo vieja, gorda y matrona, sus tetas caían como las de la señora Adelaida y Armando Bo filmaba cada vez peor. En 1977 se estrenó Una mariposa en la noche. Por suerte, a esa altura de mi vida, yo ya estaba en condiciones de estar con mujeres desnudas de cuerpo presente, no sin esfuerzos y claudicaciones. Pero fui forzado a asistir al estreno de la película porque estaba de novio con la que hoy es mi esposa y Armando había distribuído gratuitamente las entradas entre las maestras del jardín de infantes de las chicas Bo Machinandiarena, personal docente y no docente, quienes debían concurrir acompañados de sus respectivas parejas, amigos o favorecedores. De ese modo, el cine se completaba con personas que prestaban el servicio de concurrir como parte de la obligación laboral propia, o de sus maridos o novios. En el caso que refiero la obligación era de mi novia. Podría decirse que se aplicaba la misma metodología con la que el partido justicialista llena sus actos políticos, esto es, arriando compulsivamente a sus empleados municipales y ñoquis (que son la misma cosa). Armando, durante la realización del bodrio del que estamos hablando, y con el fin de economizar en gastos de producción, pretendió utilizar a las maestras todo terreno del jardín de infantes de sus hijas para una escena que transcurría en un quilombo. Las jardineritas eran hermosas y la mayoría de ellas estaban bien pero que bien fuertes de modo que daban perfectamente la talla para encarnar a unas tremendas prostitutas. Una de las hijas del director se negó a ese reclutamiento aun cuando él le aseguró que las docentes-putas aparecerían a una distancia que las preservaría de la visión de los papás y mamás de los infantes. Además, alegó el regista, los padres de tan paquete jardín no formaban parte del target de público para esa clase de filmes. De cualquier modo, en la Argentina no funcionaban para ningún target las películas del binomio Bo-Sarli, que sí se vendían bien en Centroamérica. Para peor, eran épocas de dictadura militar y la censura cortaba salvajemente (bah, la dictadura todo lo hacía salvajemente) las escenas supuestamente más interesantes. En Una mariposa en la noche, Armando e Isabel hacen el amor –tarea dificultosa, a esas alturas, para el viejo y enfermo director, que no lograba parecer más joven con el exclusivo recurso de hundir su cabello en bleque-, pero la escena apenas se adivina porque, ante la presión de los censores, fue necesario velar la imagen que quedó como cubierta por un vidrio esmerilado, de forma que sólo se podían atisbar formas y colores indefinidos que ejecutaban lentos y reiterativos movimientos.
Años después, el jardìn se cerró y echaron como perros a las maestras, empleados, en fin a todo el personal, sin pagarles un peso de indemnización y ni siquiera los sueldos devengados. Un encanto.
jueves, noviembre 15, 2007
El medio y medio de Roldós es un vino blanco seco mezclado con espumante dulce que se bebe mayormente en el mercado del puerto. Nuestro grupo se entusiasmó tanto con el brebaje que nos chupamos cinco botellas de medio y medio (o sea, 10 enteros). La bebida es suavemente alcohólica lo que nos colocó en un estado de suave ebriedad que reclamaba una cama suave, por qué no, sobre un colchón Suavestar. Un cantor-guitarrero se aproximó a nuestra mesa y entonó canciones uruguayas de honda raigambre popular mientras degustábamos pamplonas con papas al roquefort y bebíamos Roldós y Pilsen como si fuera agua Salus. Nos unimos al artista cuando reconocíamos las que conocíamos todos, como ser, A desalambrar y A mi gente, y nuestras voces se llenaron de verdades mientras que los carrillos lo hacían de bolo alimenticio.
miércoles, noviembre 14, 2007
-¿Al fútbol?
-No, al tejo. Un verano coincidimos en la misma playa de Punta Mogotes.
A estar por la jeta del ténico se trata de algo más bien tirando a muy pesado. De cualquier modo, fuese a pedido, fuese por decisión del coach, el jugador de pelo marrón, que es defensor central, jugó como delantero. Tuvo una sola oportunidad de gol pero la tiró al corner.
martes, noviembre 13, 2007
lunes, noviembre 12, 2007
jueves, noviembre 08, 2007
Formación de troncos (a y b)
GIRA AL URUGUAY
Me voy a jugar al fútbol al Uruguay junto con mi equipo del club, en el que se amalgaman experiencia y juventud en su justa medida. Experiencia: mucha; juventud: ninguna. El nuestro es un equipo que no tiene techo. Y cuando quiere hacer paredes, no le salen. Si este equipo no tiene ni techo ni paredes, luego, es un lote baldío. Que se contradice con lo afirmado alguna vez por el periodista Chuletas, que sostuvo que nuestro team era una cabaña, porque tenía troncos abajo, en el medio y arriba. No me importa nada si el jefe se enfurruña por mi ausencia, que le vaya a cantar a Oscar Mediavilla. Yo me voy. Negra, preparame las medias y el pantaloncito. Me piden que juegue de golero. Negra, preparame las manos. Viajaremos en el buquebús para evitar el paso fronterizo que controlan y administran los “asambleístas” de Gualeguaychú, para furia de los argentinos e indiferencia de los finlandeses. Mi jefe dice que no lo puedo dejar solo con la inmobiliaria, que está viejo y cansado y que el día menos pensado se va a morir. A menos que seas Highlander y no te decapiten, eso suele pasar. Le digo que queda Zuloaga, mi compañero de ventas. Me contesta que Zuloaga está trabajando a reglamento. “¿Desde cuándo?”, le pregunto. “Desde siempre”, me contesta. Tampoco me importa. Que primero el sotreta me pague los $ 7.365 que me debe. En la vida hay momentos en los que uno debe aplicar sin remordimientos la doctrina Masí que, resumida en pocas palabras, consiste en decir ¡MASÍ! y mandar todo al carajo.
Referencias.
Uruguay: País limítrofe que tiene a sus presidentes peleados.
Chuletas: Periodista de Providencia que siempre toma para el churrete a los integrantes de mi equipo.
Oscar Mediavilla: Jurado de Cantando por un Sueño.
Highlander: Película sobre un hombre que era inmortal excepto que lo decapitasen.
Zuloaga: Compañero de tareas en la inmobiliaria.
$ 7365: Es el dinero que el martillero me debe por ventas pasadas.
martes, noviembre 06, 2007
Era la más linda de sexto grado, contando mi sexto y el otro. Mi sexto carecía de chicas lindas. Claudia estaba en el otro sexto. Fue mi primer amor. Apenas me miró una docena de veces en toda la primaria. Nunca hablamos. Jamás se enteró de que yo estaba enamorado de ella. En el otro sexto estaban las dos más lindas de toda la escuela, Claudia, la que yo amaba y Cristina. Pero Claudia aventajaba a Cristina en que tenía el pelo lacio. Además, la hermosura de Claudia era hierática. Las mujeres de hermosura hierática son más deseables porque parecen inalcanzables. Claudia tenía una economía de ademanes que no se quebrantaba ni aun en los momentos de expansión física como la rayuela, la cinta o la soga, tramos fundamentales de mi goce visual porque los guardapolvos cortos se desmadraban a cada brinco. Cuando terminamos la primaria dejé de verla. Sabía que se había mudado a la capital junto a sus padres y sus dos hermanas, preciosas como Claudia. Nunca más supe nada de ella hasta veinticuatro años después en que leí una noticia en el diario. Claudia formaba parte de una banda armada que irrumpió en un regimiento militar junto a su esposo, llamado Pancho, y otras treinta y ocho personas con el declarado propósito de detener un golpe de estado inminente patrocinado por un militar carapintada conjuntamente con un candidato a presidente. Claudia tenía una hija de cinco años que quedó huérfana. El intento de copamiento fue repelido por el ejército. Claudia y Pancho murieron. La foto del Clarín mostraba una masa sanguinolenta y negruzca cubierta por una remera y un vaquero teñidos de rojo de donde salían miembros descalabrados y porciones de órganos. Salvo el cabello lacio, aunque no lustroso ya que estaba cubierto de tierra, no la pude distinguir. ¿Esa era Claudia, mi belleza serena, distante, y suavemente agria? Era Claudia. Pancho nunca estuvo convencido de la acción militar pero Claudia casi que lo obligó. En sexto grado siempre me había parecido una “mandona”. Sus amigas solían caminar unos pasos detrás de ella.
Me costó quitarme de la cabeza esa última imagen de 1989.
Nunca más tuve otra información de ella hasta hace dos o tres días en que conocí un nuevo episodio de su vida ocurrido quince años después de la última vez que la ví en el acto de egreso de la primaria, cuando pasó delante de mí con su cabello brillante y perfumado, adornado con una cinta roja. Fue en 1980, cuando Enrique Haroldo Gorriarán Merlo dirigió un grupo armado que en Asunción del Paraguay asesinó con una bazuca al ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle (Tachito) y a otras dos personas. Claudia, “tan querida por todos”, según el elogio del sacerdote Antonio Puigjané desde la cárcel, integraba ese comando. Su nombre de guerra era Susana.
sábado, noviembre 03, 2007
ELOGIO DEL CHOLULISMO EXPLICITO DE CLASE B
Existe una clase de cholulismo que yo llamaría de clase b (que no bizarro puesto que bizarro significa valiente, generoso, esforzado, lúcido, espléndido. Muchos confunden bizarro con la expresión inglesa bizarre cuyo significado es grotesco, extraño, fantástico, raro, singular. Por lo tanto si quieren díganlo en inglés (bizarre) total la batalla del uso puro del idioma castellano está definitivamente perdida , pero bizarro es otra fucking cosa) Pues bien, el cholulismo clase b o bizarre es aquel en el que la admiración desmedida se manifiesta por personajes de escasa u olvidada fama (verbigracia, tener un libro autografiado por Alfonso de Grazia, una fotografía con el pato Carret o Raúl Filippi), o bien de harta fama, pero conseguida por la comisión de actos antisociales o despreciables, por ejemplo sacarse una foto con Méndez, y Dios no lo permita. En la foto del acápite vemos a dos señoras que escoltan al ignoto, para el argentino medio, actor venezolano Carlos Márquez , que interpretara papeles secundarios en novelas para TV como La fiera, Cristina, La usurpadora, Abandonada, La indomable, Doña Bárbara; Boves, el urogallo; Valentina, Alejandra, Sabrina, Pobre negro, Canaima, Sobre la misma tierra, Luz Marina, La comadre, La hija de nadie, De su misma sangre; Chao, Cristina; Leonela, Topacio, Mi amada Beatriz, Amanda Sabater, De mujeres, Amores de fin de siglo, María de los ángeles, Charrísima y Mi Gorda Bella. Mi esposa, que es una de las cholulas clase b del daguerrotipo alega en su defensa que el actor Márquez en Venezuela es conocidísimo, que la foto está tomada precisamente en la tierra del loco Chávez, que Topacio, Pobre Negro y Cristina, entre otras, tuvieron en nuestro país gran aceptación y que gracias a esa aceptación se hizo popular el término cónchale. Y por último que el rostro de genuino agradecimiento y sobria simpatía del actor en el retrato bien vale un acto de misericordia cholulística.