lunes, abril 30, 2007

DANTE REY



Lo que son las casualidades. Voy caminando por una avenida de La Providencia, mi barrio, mientras silbo una canción de los Hermans Hermits (Hoy no hay leche). Estoy de buen humor. Paso frente a una cantina en el instante en que sale, muy enojado, un hombre de mi edad portando una panza ochenta por ciento lúpulo, veinte por ciento agua. Al punto lo reconozco. El gordo Pancaldi, ex compañero del colegio secundario (hicimos juntos el bachillerato en el colegio Leopoldo Lugones hijo). El gordo está como confundido por la ira hasta que me reconoce. Abrazo y explicación de su furor.
-Son una manga de pelotudos.
-Quiénes.
-Los dueños de esta cantina. Trabajo acá.
-¿Mozo?
-No, canto. Los viernes hay cena-show. Yo soy el show.
-Y... sí. No vas a ser la cena, ja, ja, ja.
-Por ese cartel de mierda cualquiera pensaría que sí.
Desde que lo encontré el año pasado, cerca de Noviembre, no recordaba nada del gordo Pancaldi, ni siquiera tenía memoria de haber tenido un compañero llamado Pancaldi. Es más, había olvidado que existe un apellido Pancaldi. Me tocó contactarlo e invitarlo a una reunión de egresados de la escuela y rechazó el convite con argumentos que yo hice míos de puro influenciable (ver capítulo del jueves 23 de Noviembre de 2006 titulado La Fiesta de Ex Alumnos, es sinceramente imperdible, está un kilo). Me convencieron sus razones y yo tampoco fui. Ahora me lo encuentro casi cinco meses después.
-No viniste a la fiesta, amargo -me dijo mientras me daba un abrazo-.
-Si vos me convenciste de que no tenía sentido ir a esas cosas.
-Si, pero después me convencieron a mí de lo contrario. Y Ditro tampoco fue.
-No pudo. Viajó por trabajo.
-¿Es viajante?
-Se puede decir que sí. No es viajante de comercio, tiene que ir a los restaurantes de todo el mundo, morfar y chupar y después ponerles nota. Vendría a ser un viajante de comer. Ja, ja, ja.
(Mencioné antes que yo estaba de buen humor y esa euforia pasajera, muchas veces, te hace decir chistes pelotudos)
-Canto en cantobares y restaurantes -me cuenta Pancaldi-. Si engancho, en casamientos, cumpleaños de quince, bar mitzvahs, bah, en donde consigo. A fin de mes me junto unos manguitos que ayudan al sueldo. Vos te acordás que yo era un fana de la música.
-…
-Pero mirá que son putos –dijo el gordo, rememorando el incidente que había vivido segundos antes-. La culpa la tiene uno de los dueños que me tiene inquina. El no quería que hubiese show en su establecimiento. Es un conserva. Pero el hermano lo convenció, cuando casi quiebran, de que había que inventar algo. No es justo lo que me hacen...
-¿Qué repertorio hacés?
-Luis…
Comenzó a toser.
-Alberto Spinetta –me adelanté-
-No, Miguel. También hago Ricardo…
-Mollo.
-No, Arjona. Cris…
-Chrissy Hynde, la de los Pretenders –arriesgo-.
-No, Cristian Castro. Alejandro…
-Sokol -digo sin esperanzas-.
-No, Sanz. Ricardo…
-Soulé, de los Vox Dei.
-No, Montaner. Emanuel…
-Horvilleur.
-No, Ortega. George…
-Harrison -afirmo con íntima certeza-.
-No, Michael. Es la música que más sale cuando la gente está morfando. Pero a mi me gusta otra música. Te acordarás que yo era fana de los Beatles.
-¿Y por qué hacés esa música de mierda?
-Es mi trabajo. Yo me acuerdo que vos eras futbolero y no vendés pelotas de fútbol, vendés casas, según me dijiste la vez pasada.
Punto para Pancaldi.
-Estos mierdas de la fonda me promocionan como si yo fuera un plato más –se lamentó el gordo-. Yo les traigo el afiche con mi fotito, todo de diez. Lo único que tienen que hacer es pegarlo en un lugar visible Acá debo tener un volante, tomá. Dante Rey es mi nombre artístico.
Me mostró un papel arrugado como carta de prometida que te anuncia que no te quiere más, con la foto a media sonrisa del gordo Pancaldi (Dante Rey), barba candado, cabello moda ochenta, gesto de soñador impenitente.
-Pero resulta que les traigo el afiche –continuó- me lo cortan y después lo pegan en un miserable cartel sándwich. Bueno, no importa. Este encuentro entre nosotros no es casual. Estaba de Dios.
-…
-Estoy armando un conjunto de rock, para hacer covers…
-…
-¿Sabés lo que son covers?
-Creo que cover quiere decir cubrir…
-Canciones de otros músicos. Vos tocabas la guitarra en el secundario, y bien. Yo me acuerdo.

(Estoy avergonzado. El se acuerda de mí y yo no de él)

-¡Si! Qué memoria tenés -lo halagué-. Pero hace una bocha que no toco más. La guitarra en el ropero todavía está colgada, nadie en ella toca nada ni hace sus cuerdas vibrar.
Se nota que el gordo Pancaldi no conoce Mi noche triste, de Pascual Contursi y Samuel Castriota porque ni siquiera sonrió. Al no conocer el tango yo quedo como un idiota porque la frase, tomada como de mi propia autoría, se desinfla un poco, y no pretendo restarle valores a la lírica de tan hermosa canción, sólo que, quitada del contexto en que fue concebida, le cuesta conservar sus propiedades poéticas.
-No importa, Julito, la guitarra es como la bici, una vez que aprendés a usarla no te olvidas más.
Seguíamos en la puerta de la cantina. El gordo miró hacia adentro y dijo:
-!Mejor que arreglen ese cartel antes de que venga yo y lo borre con la lengua de alguno de ustedes! Es indignante. Bueno, estoy formando un conjunto para hacer covers de Procol Harum. ¿Te acordás de Procol Harum?
-Cómo no me voy acordar –le dije seguro y ahora entusiasmado-. Luego pronuncié Procol Harum con esa voz nostalgiosa y algo afeminada del que recuerda con verdadero sentimiento.
Alguien gritó desde el interior del restaurant pero no llegué a comprender las palabras. Tal vez fuese una puteada simple.
-¡En serio les digo! -Dante Pancaldi estaba colorado-. La gente va a pensar que lo que pusieron debajo de la foto es mi apodo y todos saben que soy La Voz Romántica de La Providencia. Masi, váyanse a cagar. Te decía, Julito, Procol Harum. Acá te escribo mi dirección. Instrumentos tengo en mi casa. Dejame tu e-mail que te mando los tonos para la viola. Me tengo que ir. ¡Por su bien arreglen ese cartel! ¡Y lechón será tu hermana!
Ahora se escuchó bien la voz de adentro. Pero no llevaba signos de admiración. Era casi una reflexión.
-Vafangulo.
Bonus track
-Yaco...
-Patorius.
-No, Monti.
(Este es el más estúpido de todos pero me moría por ponerlo)

jueves, abril 26, 2007

ALCOMINGA (Marca Registrada)


Nueve y diez de la mañana. Llega Zuloga a la oficina. Barba sin afeitar. Posiblemente cuerpo sin bañar a estar por el pelo seco, despeinado, dañado, pajizo, un asco. Lo único impecable es su calzado, por el que mi compañero la vida diera. Porta una carpeta bajo el sobaco derecho.
-Inventé algo sensacional -dice-. Me pasé la noche sin dormir pero lo tengo casi terminado. Faltan unos pequeños ajustes.
Despliega sobre mi escritorio un dibujo bastante pobre de un hombre de perfil.
-Inventé un aparato para burlar los putos controles de alcolemia. ¿Viste cuando te paran en la calle y te ponen ese aparato en la boca para ver si estás borracho?
-Si, un control de alcolemia.
-¿Qué pasa?
-Nada, que lo que describiste es justamente un control de alcolemia. Ahora, ¿se dice alcolemia o alcoholemia?
-Eso ahora no importa. Con este aparatito que salió todo de mi cacumen no te van a detectar nunca jamás la borrachera. Ni a vos ni a nadie. Es como una especie de globo, pero un poco más grueso, que adentro lleva una carga de aire limpio. Vos, por ejemplo lo tenés en la guantera y cuando ves por el parabrisas que están haciendo uno de esos operativos de mierda, y bebiste, obvio, si no bebiste no pasa nada. Pero si te tomaste hasta el atrevimiento, vos abrís la guantera y manoteás el Alcominga. Por ahora lo llamo Alcominga pero se puede cambiar el nombre siempre que haya uno mejor. Entonces te ponés el Alcominga adentro de la boca. Cuando el cobani, o quién mierda sea, te pone el aparatito de ellos, vos, como si le cantaras el quiero retruco, ya tenés el tuyo en el garguero con el respectivo tubo de la punta encastrado justo adentro del de la taquería. Entonces, con los dientes, apretás el borde del Alcominga y empieza a largar un aire sano y limpio como eructo de bebé, que va justo adentro del que enfunda el representante de la ley, que te felicita y te deja ir con una palmadita en el culo. ¿Cómo la ves?
No era mi intención pincharle el Alcominga pero tenía algunas dudas así que quise preguntarle:
-¿Y qué pasa cuando…?
Pero justo llegó Arizmendis, nuestro jefe, que tomó el dibujo, lo observó muy por arriba y nos pidió amablemente:
-Por qué no se dejan de pelotudear y empiezan a laburar.
.

sábado, abril 21, 2007

En este partido se puede estimar la cantidad de público en uno (1), el padre de Miguez, que aparece para el peludo Rodríguez como el principal sospechoso de ser el enigmático periodista Chuletas. Su condición de casi exclusivo concurrente a los partidos de AFAP lo comprometería a los ojos del desconfiado y mal pensado de nuestro compañero y ahora técnico.

¿QUIEN ES CHULETAS?


Recibo un llamado de teléfono en mi oficina. Es mi compañero de equipo, y ahora también director técnico, el peludo Rodríguez, que está escuchando la radio en la efe eme Providencia, emisora barrial que tiene una audición llamada Panorama del fútbol en Providencia donde se comentan las performances de los equipos de fútbol de Providencia, en especial los que representan a nuestro club AFAP.
-¿Estás escuchando la radio? –pregunta-.
-Estoy trabajando.
-No sabés lo que está diciendo ese tal Chuletas. Es un cago de risa, ja, ja, ja. Dijo que nuestro equipo tiene menos toque que una paja mental. Ja, ja, ja. Se pasa el loco, ja, ja, ja. ¿Entendiste? ¿Sabés quién es el Chuletas?
-Estoy trabajando.
-Bueno, chau.
Ahora recibo un un e-mail.
¿Viste lo que dice el hijo de purta se de chultas o algo así. Que la delantera lastima menos queun cuchillo para untar y aque nuestor eqipo tiene menos futuro que sobisch y que en el campeoanto vamos a hacer peor papel que el de un personaje de tevenovela k se muere en el primer bloque. Ese Chuleta quiere que lo paguen a calos. Yo me atono. Chau Constancio.
Era mi amigo Constancio Marcelletti, que se conoce que busca la velocidad en la digitación, pero eso opera en desmedro de la eficacia en el embocamiento de la letra correcta. Pero yo estoy trabajando y los pagaría a calos cuando me interrumpen. Le contesté con un escueto estoy trabajando.
Otro telefonema:
-Hola, Julio, soy Carlos. ¿Sabés quién es Chuletas?
-Ni idea.
-Dijo que el equipo tiene menos estrategia que el tatetí.
-Estoy trabajando.
No les mentí al peludo ni a Carlos Díaz, es cierto que estoy trabajando, tengo frente a mí a un tipo a quien le estoy por tomar una seña por un alquiler. Desde su despacho Arizmendis me observa agazapado y espera el momento en que el candidato se desprenda de la plata, se vaya y él vuele de palo a palo para apoderarse de los billetes.
-Tiene que ser alguien que nos viene a ver jugar –conjetura Carlos-. Alguien de nosotros no puede ser porque le reconocería la voz.
-Estoy tra...
-También dijo que a los mediocampistas les comen las espaldas más que a Florencia de la V.
-No sé, no conozco.
-¿Estás con gente?
-Si.
-Voy a ir a esa radio de mierda y se las voy a incendiar. El hijo de puta dijo de mí que tengo menos garra que un osito de peluche. A la radio entera voy a incendiar, te garanto. Hay otro programa donde hay un viejo choto que dijo que yo soy un ludópata. Bueno, chau.
Tomo la seña, Arizmendis, en efecto, vuela de palo a palo. Se va con la plata, posiblemente a cubrir el banco. Enciendo la radio.
"...Tiene uno de los técnicos, el peludo Rodríguez, menos creíble que Fernando Niembro, que distribuye a los jugadores en el campo como el pizzero las aceitunas un sábado a las nueve de la noche, así a la que te criaste, en fin, amigos del balompié, qué se puede pedir a este equipo de viejos que están más endurecidos que churro de dos días. Este sábado comienza el torneo y he de sufrir, para después contarles, la tortura de ir a ver a ese lamentable y triste equipo, más triste que la última nieve de primavera".
Suena el ring del teléfono. El peludo de nuevo.
-¿Viste lo que dijo ese sorete? Que como entrenador soy menos creíble que Fernando Niembro y que distribuyo los jugadores…
-Si, ya escuché, como aceitunas. Tengo la radio prendida.
-Yo soy pizzero y siempre distribuyo las aceitunas equidistantemente. Incluso los sábados a las nueve. Hay que ser basura, mirá. Pero eso sería lo de menos. Dijo además que mis tiros al arco salen más desviados que el bambino. Ahí si que se pasó de la raya mal…
-Y… sí.
-Es una barbaridad, che, una irresponsabilidad que alguien que tiene acceso a un medio de comunicación lo use para esas inmoralidades. Puede haber chicos escuchando. Es una bestia. Para mí que ese animal de Chuletas es el padre de Reinaldo.
-¡Qué! ¿Miguez?
-Si, Reinaldo Miguez. El viejo va casi siempre a vernos.
-¿Y eso qué tiene que ver? Vos estás loco. Mirá si el pobre viejo va a decir esas cosas. Es un hombre grande, callado. Además la voz del Chuletas es de alguien más joven.
-¿Vos le escuchaste alguna vez la voz al viejo de Miguez? Además, la voz no tiene nada que ver con la edad, mirá Silvio Soldán, que tiene como ochenta años y una voz de hombre mucho más joven, realmente extraordinaria. ¿Y La Chilindrina? Debe andar por los sesenta pirulos y tiene siempre la misma voz de pendejita. Y además el Chuletas tiene que ser un viejo porque dijo balompié. ¿Quién dice balompié hoy en día? Por otra parte…
-Peludo, estoy trabajando.
-Sí, disculpá. Voy a denunciarlo al club.
-¿A quién?
-Al padre de Miguez.
-El padre de Miguez no es socio.
-Al hijo, entonces. No se pueden decir esas animaladas. Yo voy a hablar con la comisión y si no le impiden entrar al club voy a sacar toda la publicidad que pongo en el club, cartel por cartel, te juro. Y hoy mismo llamo a la radio y saco todos los jingles.
-¿Vos tenés jingles?
-Si, de mis pizzerías. Los grabé yo mismo con mi guitarra ¿no sabías?.
Pizzería Melabrián
la mejor de Providencia
empanadas y fainá
producidos a conciencia
Pizzería Melabrián
entregas a domicilio
productos de calidad
sin resentir el bolsillo.
(El peludo me canta el jingle, que es ligeramente parecido al de Piedra China del año 1963 Piedra China, Piedra China es mejor, es mejor, quita las durezas, callos y asperezas, sin dolor, sin dolor)
-¿En serio que no la escuchaste?
-Te juro por Dios.
-Para que pegara con la música tuve que acentuar resentir en la segunda sílaba porque si no no me...
-Lo mejor que podés hacer, peludo, es sacar tu jingle de la radio.
-¡Es lo que voy a hacer! Lo que no entendí es eso de que somos más tristes que la última nieve de primavera.
-Yo tampoco, disculpame, peludo, pero te tengo que cortar.

Yo sé a que se refiere el Chuletas con lo de la última nieve de primavera. Pero no quería mandar al carajo al peludo. Es una película tristíssima, su título original es L'ultima neve di primavera. Es un filme italiano de 1973 dirigido por Raimondo Del Balzo y protagonizado por Bekim Fehmiu, Agostina Belli y Renato Cestie. En los afiches de nuestro país se publicitaba como un conmovedor canto a la vida. El famoso tema musical es de F. Micalizzi. Escuchen la versión de Fausto Papetti y después buscarán un cuchillo bien afilado. Breve síntesis del argumento: huérfano de madre, Luca sufre por la frialdad del padre, preso del trabajo y del amor de su segunda mujer, Verónica. Durante unas vacaciones invernales, enfermo de leucemia, el purrete muere en los brazos de su padre, en la carreta de un juego de parque de diversiones, que le había pedido de visitar, mientras le dice, en un último estertor que aquellos días habían sido el período più felice della propria esistenza y… disculpen… hay que ser de estopa para no conmoverse.
no puedo continuar

miércoles, abril 18, 2007


Nombre que se le dio en España al primer film de Los Beatles, dirigido por Richard Lester, A hard day´s night. En la Argentina la película se conoció como Yeah, Yeah, Yeah.
TRAVESURAS DE ZULOAGA
Los términos, palabras y expresiones del presente trabajo han sido extraídos de novelas de autores norteamericanos e ingleses en traducciones realizadas en España.


Estaba en el lavabo con los ojillos pitañosos, rasurándome, y dudando si ir o no a trabajar por una gripa que me tenía atufado.
-Hala, vuelve a la cama, hijo, que hoy te encuentras fatal, venga –dijo mi esposa con voz cantarina-.
Me marché pero sin el carro. Nunca encuentro sitio para aparcar, por eso preferí coger el autocar. La noche anterior había bebido muchos pero que muchos rosolís para atenuar los efectos de la influenza y me pillé un ciego de campeonato.
-¡La ostia, tío! Te ves fatal -me dijo Arizmendis cuando me vio y mientras yo me quitaba la gabardina-. Luego comenzó a referir una trastada de Zuloaga que lo tenía acoquinado. El nuevo propietario de una casa, que vendiese la inmobiliaria, pilló al paleto haciendo una guarrería que jeringó al jefe.
-Estoy muy cabreado porque el gilipollas se llevó todas las plantas de la casa que escrituramos ayer en la notaría. Ese mamón no para de cometer felonías. No me apetece correrlo, por ahora, aunque de mil amores le pegaría un papirotazo. Ese cliente nos ha hecho ganar una buena pasta de modo que deben regresar las plantas a su parterre, coño. Pero al cabrón habría que darle un buen zurriagazo. Que no aprende el hijoputa, que no aprende.
Cuando entró Zuloaga, Arizmendis ardía de reconcomio y se armó la de Dios es Cristo.
-Lo hice sin parar mientes –se disculpó Zuloaga, que no pudo evitar un repelús-. Es que me flipan las plantas y había algunas pero que muy cojonudas… ¿Quién me dió el chivatazo?
-Vaya caradurez que tienes. ¡El propietario, gilipollas, el propietario! Cuando se mudó a su nueva casa terrera cayó en la cuenta de que el solar se le había convertido en un páramo como por artificio de birlibirloque ¿te enteras? Venga, has de devolver esas plantas a como dé lugar. Ahora vete.
-¿Adónde?
-Vete a tomar por culo ¡A replantar las plantas de donde las habéis quitado, coño! Y no te cabrees, hijo, quiero que el expediente de la inmobiliaria vuelva a estar mondo y lirondo como siempre.
Pensé que habría trapatiesta porque a Zuloaga, que también es un buen cantamañanas, el bergante de Arizmendis le debe sus buenas perras y el chaval no anda de buen talante últimamente. Quizás por venganza el badulaque se mandó la chorrada.
Zuloaga escuchó las palabras acojonantes de Arizmendis pero no dijo ni oxte ni moxte. Se marchó a su casa con algo de canguelo. Por fin, se dejó de tiquismiquis y quitó las plantas de su precioso parque para trasplantarlas a la finca de donde las había cogido. ¡Qué pelotera, tío!

lunes, abril 16, 2007

RETRATO EN EL QUINCHO DE RICARDO DITRO (El tío de Riqui es el de los tiradores)
Tallado por don José Valborino Sarti sobre la roca granítica de la sierra de Tandil que hospedara a la famosa Piedra Movediza hasta el día 29 de Febrero de 1912.



En el confortable y hospitalario ámbito que es el quincho de Ricardo Ditro, mientras observábamos las fotos de los equipos de fútbol colgadas en las paredes y le inquiríamos sobre aquel retrato en blanco y negro de una formación cuyos muchachos vestían camiseta a bastones verticales, el dueño de casa iba desplegando chacinados, embutidos, bah, colesterol, puro colesterol, muerte lenta para quien no tiene apuro, y vinitos de procedencias diversas.
-Ah, sí. En esa foto está mi tío –informó Riqui-.
-¿De qué juega? –preguntó Constancio Marceletti, que fumaba y hacía anillitos imperfectos con el humo-.
-No juega. Es el que tiene puestos los tiradores.
El motivo del encuentro entre este entrañable trío es lo de menos, podría ser un:
Vení a probar un vinardo que me compré...
Tengo un chorizo de Lanzarote que te chupás los codos...
Vengan a ver Colón contra Rácing, ¡partidazo!
Vengan y déjense de joder
Pero después del primer brindis por la amistad y la paz en el mundo, mi amigo se abrió como una granada madura, como un grifo, como una represa hidroeléctrica a la que le abren el coso ese para que pase el agua, ya me voy a acordar... ¡La compuertas!

Constancio, al ver el inmenso esparadrapo que cubría una de las mejillas del amigo común, sólo le preguntó si le dolía, tratando de minimizar cualquier incidente generador y dando por cierta mi versión falsa de que se había tropezado en los escalones de granito del ascenso hacia la piedra movediza, lo cual, si uno la complica, pondría en entredicho mi lealtad hacia Constancio, a quien no debí haberle mentido, pero si lo hice fue por la lealtad que le debo a Ricardo, pero eso reclamaría una incómoda medición de lealtades y en ese punto me estalla la cabeza. Ricardo dijo:
“No me duele la herida... me duele la humillación... Ya vas a entender. Voy a prender un espiral porque sino los mosquitos nos van a comer y se van a morfar los salamines. Hay un salamín... puta, dónde carajo lo puse... lo traje del viaje a España. Lo compré en la isla La Graciosa. Es una isla de las Canarias. Tenía unas horas libres antes de volverme para acá. Había terminado de hacer mi laburo, calificar un restaurante en Lanzarote. La Era se llama. Les recomiendo el almogrote gomero, exquisito. Almogrote gomero... Bueno, no importa, en su puta vida lo van a comer. En el barco conocí a una mujer...”
La interrupción del hombre, del macho, del camarada, del rana, es tan obvia que, por obvia, no debería ni mencionarla. Fue una doble consulta del fumador Constancio:
¿ESTA BUENA?
¿TE LA EMPOMASTE?

Ricardo detuvo la cortadera y dijo:
”No, si éste va a ser el nivel de la velada, pongo en la tele Gran Hermano y seguimos charlando... Coman y no sean boludos, delen. Eleonora se llama mi amiga. Julito la conoce...”
-Yo no la conozco, nunca la ví –objeté-.
-Sí la viste. En la plaza de Tandil.
-La ví de lejos y saliste corriendo a buscarla.
-Bueno. Acá tengo una foto. Araca. No hagan olas.
Comenzamos a ver la foto de la mina en malla cuando...
-¡Mi jermu! –alertó el gran Ditro- dame la foto, boludo.
Para nuestra sorpresa, se apareció la cónyuge de Ricardo. Generalmente irrumpe por el quincho alguna de sus hijas porque la esposa no se lleva bien con Ditro. Pero esta vez ingresó, portando una bandeja, la mera mujer de Riqui en cuerpo presente.
-Hola chicos, acá les corté unos salamines que trajo Riqui de TANDIL.
La señora acentuó el metal de su voz -por eso yo la escribo más grande y en morochita- para pronunciar Tandil. Y alternadamente miraba a su esposo y a mí.
ENTRA COLON, EL CAIO ENRIA LLEVA EN BRAZOS A UN BEBE RECIEN NACIDO, LAS BOMBAS DE ESTRUENDO ESTALLAN, NO IMPORTA SI LA CRIATURA SE QUEDA SORDA MIENTRAS EL SABALERO GANE DE LOCAL, QUE YA VA SIENDO TIEMPO.
Se retiró la dueña de casa mirando al dueño de casa mientras el último ponía cara de pelotudo. Una vez que se cerró la puerta del quincho volvimos a contemplar la foto de la mujer de bañador violeta en la cubierta de la embarcación. Con Constancio nos dimos un cocazo. Qué imbéciles.
“Empezamos a conversar y se produjo una onda, simpatía o cómo quieran llamarlo, que me hizo olvidar cómo es la isla La Graciosa, les juro. No me acuerdo nada, creo que había bastante arena y agua. Si me apurás, salada. Bueno, nos hicimos amigos y cuando llegamos al país la fui a visitar a su ciudad. Me dieron ganas. ¿Vieron cuando uno está en su casa y piensa qué gran deseo de ir a verla y, al fin, se decide, y va y todo le chupa un huevo? Con Ele conversamos y nos vamos dando cuenta de que coincidimos en tres de cuatro cosas. Y eso ayuda mucho. Eleonora vive en Tandil. Julito me acompañó el día que fui. Trabaja en el colegio de escribanos de allá. No Julito, Ele. A la tarde de ese día me invitó a cenar a su casa. Vive con un hermano que es viudo, dueño de varias empresas, un vejestorio fanfarrón que todo el tiempo hablaba de que su padre llegó a Tandil en 1938 con una mano atrás y otra adelante. Yo tenía poco tiempo para estar con Ele y me tenía que bancar a este viejo pelotudo. Ella preparó una comida deliciosa, iba todo más o menos bien pero el viejo se ponía cada vez más agresivo, quizás de puro cuida, ¡hay que ser idiota para ser cuida de una hermana cuarentona! Para mí que estaba en pedo, y yo, que me gusta el contraataque me puse más agresivo todavía. El vino era bueno. Nos pusimos a polemizar porque el tipo es dueño de una cantera y yo le dije que las canteras de Tandil están destruyendo el ecosistema porque borran las sierras que son la principal atracción turística de Tandil, sin contar las explosiones que hacen un quilombo bárbaro y a la gente le parece que están bombardeando y se quedan sordos. Lo leí por ahí. Me agarró por el lado de la ecología, qué va a hacer. El jovato se puso mal. Me dijo que las canteras son una importante fuente de trabajo y toda esa gilada que dicen los industriales mientras queman el planeta y yo le decía que sí, que daban trabajo a costa de que la ciudad se quedara sin sierras y todos sordos y él me dijo que la construcción en la Argentina y el trazado de rutas depende en gran medida del granito que se extrae de las canteras, y yo le dije que Tandil en poco tiempo se iba a convertir en una llanura por culpa de las canteras y él que los adoquines por donde pasaban los coches en Buenos Aires se sacaban de Tandil y yo que me chupan un huevo tus adoquines y él que usted es un maleducado y yo que agarrame ésta y… si... la conversación fue perdiendo nivel, tal vez por mi culpa. Eleonora, pobrecita se ponía nerviosa y trataba de atemperar. Total que en un momento el jovato me dice: esto se resuelve en el campo del honor. Me desafió a duelo y yo que estaba agrandado y con bronca y que, además, soy campeón de esgrima, y que también estaba un poco a
chispado, acepté. El chabón propuso florete y yo le dije que con el florete te agujereo el ojete. Sí.. sí... ya reconocí que posiblemente el relajamiento en la calidad de la discusión se hubiese debido a mi culpa. No me jodan más. Bueno, en definitiva, que si yo soy campeón de esgrima él es campeón mundial… En un par de minutos me marcó la jeta y me dibujó la ese de Sarti, que es el apellido del tipo…”
Riqui se sentó, sorbió un trago largo de vinito y se puso a ver el partido entre la Academia y Colón. Iban veintiún minutos treinta y siete segundos del primer tiempo. Cero a cero, partido de mierda.

Que hablen/te lo juro me importa poco/si me puedo ver en tus ojos/en tu mirada.../que ladren/que nos juzguen a ligera/que nos tiren en una hoguera/no entienden nada.../por que te amo/y sé bien que no será en vano/por que te amo/mi vida pongo en tus manos/Prohibido nuestro amor, y qué.../los dos sabemos el ... por qué.../los sueños que vivimos pueden más/de lo que digan todos los demas/Prohibida es la pasión , y que.../nos van a lapidar ... y qué.../peor es no saber tener , por un amor/en carne viva el corazon... PAZ MARTINEZ ¿Y qué?





sábado, abril 14, 2007

Eleonora en la cubierta del barquichuelo rumbo a La Graciosa




RUMBO A LA GRACIOSA




Nota introductoria: He notado en los más modernos y notorios blogs que circulan por el ciberespacio que sus autores, con el fin de ayudar a sostener sus argumentos, suelen echar mano de un recurso que consiste en citar algún poema, letra de canción, o pensamiento famoso, para que, de la mano del escritor célebre, del poeta iluminado, del cantautor reconocido, se enaltezca y eleve el nivel de su bitácora, se nimbe de prestigio, fuese por el intrínseco valor de la cita transcripta –que en lo posible debe venir a cuento del asunto tratado, esto es, caerle como un zoquete de stretch o un sweater de banlon- fuese por la majestad indiscutible del nombre citado, que por su mera presencia eleva a los cielos nuestros pensares rastreros y pequeñines. Hoy me sumo a esa onda de la cita famosísima con la aspiración de ir agregando cada día más y más atracciones a éste, mi modestísimo pero tan simpático espacio.




El día que Ricardo Ditro navegó en un yate turístico desde la isla de Lanzarote hacia la pequeña isla La Graciosa, ambas integrantes del archipiélago de Las Canarias, supo conocer a una mujer llamada Eleonora Sarti. Ambos platicaron durante todo el paseo entre cubata y cubata y quiso el destino travieso, ese sinvergüenzón, que compartieran la vuelta al país. Ya dentro de la aeronave, Riqui hizo los arreglos para sentarse junto a Ele y así se la pasaron diez horas de vuelo conversa que te conversa sin siquiera ver la película de a bordo (Vuelo hacia el peligro). Cuando llegaron al trámite aduanero, ya dentro de la república, cualquiera diría que se conocían de toda la vida. ¿Tiene eso algo de criticable? ¿Podemos culpar al bueno de Riqui por querer pasar momentos agradables? ¿Por qué Kirchner no fue a Ushuaia? ¿Le importa a alguien? En caso de desear conocer detalles de la propia boca de Ditro, aguardemos que él nos contará todo con pormenores descacharrantes en su quincho futbolero, acompañados de una picadita que bueno bueno.

De ti, me enamoré sin darme cuenta/De ti, me duele hoy tu indiferencia/Soñé que entre mis brazos te quedabas/y hoy su recuerdo es mi canción/por la que amé y no me amó/Partí y fue el dolor mi compañero/pasé pensando en ti días enteros/Volví a aquel lugar que frecuentabas/y te busqué en las miradas de las muchachas del lugar.../Te buscaré, te buscaré, te buscaré/y juro que te encontraré, te encontraré, te encontraré/y ese día te amaré, yo te amaré, yo te amaré/por mi mal o por mi bien. Sergio Denis. Me enamoré sin darme cuenta.

jueves, abril 12, 2007

Eleonora Sarti aguarda el resultado del duelo entre su hermano y Ricardo Ditro

LA SEÑORA DE DITRO SOSPECHA



Entró a la inmobiliaria Arizmendis la señora de Ditro, esposa de mi amigo Ricardo Ditro. Llevaba un impermeable Burberry Patent Slicker de color fucsia, un jean Gloria Vanderbilt y una cartera Louis Vuitton, Beverly MM City Bag In Monogram Canvas. Tenía las zapatillas Nike Air Max 360 II ID mojadas. Afuera llovía. Saludó a Zuloaga, que controlaba con satisfacción la performance que habían tenido bajo el aguacero sus botas Timberland Men’s Waterproof Classic Chukka Wheat Nubuck. La dama enfiló hacia mi escritorio Nestraduñol modelo Optima. Me saludó con un beso de mejilla, derecha mía, izquierda de ella. Su mano se apoyó un instante en mi hombro, señal inequívoca de afecto moderado. Yo aún no me había sacado mi piloto negro Red Star. Mi calzado leñador Matone sí había sufrido los efectos del agua. Sentía húmedas las medias de toalla Dexter.
-Hola Julio.
Columbré el motivo de su visita sin necesidad de explicación. Para quienes a esta instancia llegan de primerizos recomiendo la lectura de “Secreto en Tandil. Hoy es un día de lluvia que inv...” para lo cual basta con arrastrar el ratón Microsoft inalámbrico láser hacia dicho título. Allí conocerán el origen de esta historia, que no sé bien si es verdad, como dice Jaime Roos en su inolvidable canción La Hermana de la Coneja, que forma parte del disco Repertorio, y a que a mí me tiene de simple figurante aunque cuitado como el que más. Para el que no está dispuesto al esfuerzo de manipular el mouse, refiero el incidente con la síntesis eficaz de un resumen Lerú:
Un amigo, Ricardo Ditro, durante un reciente viaje a Lanzarote, isla en el Océano Atlántico que forma parte de las Islas Canarias, perteneciente a España , conoció a una mujer llamada Eleonora Sarti. Compartieron un día de excursión a otra isla del mismo archipiélago llamada La Graciosa, que sumado a las horas de vuelo durante el viaje de vuelta a La Argentina anudaron una relación cuyas características no me cabe a mí definir, pero que tuvo intensidad suficiente como para que Riqui quisiera visitarla muy poco tiempo después de haber pisado suelo criollo. Eleonora Sarti vive en Tandil, provincia de Buenos Aires y hacia allí fue nuestro excelente Ditro, que me pidió que lo acompañara con el pretexto falso de que debía cumplir un trámite en el colegio de escribanos de aquella ciudad bonaerense. Allí, y en circunstancias que se irán conociendo en futuras entregas, mi amigo se trabó en duelo a florete con el señor Sarti, el hermano mayor de Eleonora, individuo que frisa los setenta años.
Como es natural, a la esposa de Ditro Ditro le dijo una mentira que yo debí aprender como lo hice con la oración a la bandera el día 20 de Junio de 1963.

-Qué pasó, Julio en Tandil –me preguntó la dama mientras se frotaba las manos nerviosamente y refulgía en su muñeca el reloj Patek Philippe modelo Calatrava con calendario anual.
Le referí el camelo con el cual mi amigo me había instruído con escrupuloso cuidado. Noté, mientras le explicaba, que también mi pantalón Huapi de E. Etchevarne S.A. estaba mojado y que la humedad se había transferido a mi calzoncillo Ritmo. Concluí que, al escoger mi ropa al levantarme a la mañana, había hecho la opción incorrecta pues el lienzo que ahora tenía era de color beige, color harto inadecuado para tiempos de chubasco y las baldosas flojas ennegrecieron amplias porciones vecinas a la botamanga. Si hubiese elegido el blue jean Jean’s Quality, que tenía colgado en el perchero metálico de Confort Alem, no me hubiese lamentado tanto puesto que la mezclilla sabe vivir al límite aunque, claro, hubiese mermado en la elegancia que se requiere para un vendedor de bienes raíces. ¡Pero la jornada desapacible lo justificaba!
-Nada –introduje con este término canchero-, un amigo de Riqui, que conoció en Lanzarote lo invitó a visitarlo a Tandil y me pidió que lo acompañara. –le dije mientras disciplinaba el cuello de mi camisa Manhattan Docoma, que al no disponer de botoncitos y ojalillos, tiende a sufrir dobleces en sus aletas.
-¿Me podés explicar por qué tiene así la cara? –me preguntó la esposa de Riqui, que tenía el pelo planchado en Peinados Silvana, aunque algunas gotas de lluvia perlaban su enlaciado.
La señora me tomó la mano para invocar mi sinceridad y observé en su dedo anular un anillo de brillante de H. Stern, design clásico y sofisticado. Su pregunta aludía a un horrible tajo que surca el costado derecho de la cara de Ricardo.
-¿No te contó Riqui? Se tropezó cuando subimos a la piedra movediza –le mentí mientras jugueteaba nerviosamente con un encendedor Carusita que había sobre la mesa de P.C. Nestraduñol con tabla tecladora deslizante-. No hizo tiempo a poner la mano –amplié- y se pegó la cara con un escalón de piedra. Nada más.
-Catorce puntos le dieron, Julio.¡Catorce! Y vos decís nada más –me objetó-.Por el acaloramiento se abrió el piloto Burberry y se le veía una remerita Gap con logo al tono.
-Si, flor de golpe, pobre.

La señora de Ditro se me quedó mirando en tren de escrutar mis pensamientos y descifrar la mentira en mi jeta como si fuera mismamente un jeroglífico de los sencillos. Yo permanecí inconmovible mirando la hora en mi reloj Casio con segundero. La mirada de ella duró tantos segundos como necesitó para escanear mi seso. Le dio una rápida mirada al bello bodegón en acrílico de G. Shortrede, que cuelga en la pared detrás de mi sillón giratorio Nestraduñol ergonométrico y se retiró.
Tengo para mí que, cuando salió de la inmobiliaria Arizmendis, creía menos en su marido que al entrar.

Para la presente entrada he copiado de puro juguetón una modalidad en la construcción del relato que el escritor norteamericano Bret Easton Ellis utilizó en su celebérrima, sangrienta y aburrida novela American Psycho. El recurso consiste en describir cada prenda de vestir, cada adorno, cada mueble, en fin, cada objeto que da marco a la trama y siempre que el artículo se encuentre en el comercio, mencionando escrupulosamente la marca, estilo que a mí me resultó novedoso y seguramente rentable para él, en el caso de que cada marca citada hubiese pagado la mención, dato que desconozco.












resumen de noticiasviajes y turismo
contador web