martes, enero 31, 2012

CENSO Y CLASIFICACIÓN DE VENDEDORES PLAYEROS.
VENDEDOR DE POCHOCLO. Con gran sentido del marketing, el pochoclero o pororero convida a los veraneantes puñados de su dulce mercancía para que las papilas gustativas sean quienes decidan la compra del pororó. $ 8
VENDEDORA DE TRAPOS: Que no otra cosas son los llamados pareos y pañuelos, unos simples cuadrilongos de género. Las mujeres siempre se sienten atraídas por estos carritos multicolores. Aunque es más lo que miran que lo que compran. Pero las vendedoras y sus carros son necesarias porque quiebran la monotonía de las damas, sirvientas de tiempo completo de sus hijos y maridos. $ 30
VENDEDORES DE DVD Si me atengo a mi formación jurídica estoy obligado a decir que esas copias falsas que venden están fuera de la ley pues no respetan la propiedad intelectual de los creadores de las respectivas obras artísticas. Pero el hombre que recorre la playa durante horas, sobre un par de ojotas calientes, necesita alimentar a su familia Y el creador de la obra, posiblemente ya sea multimillonario, Es decir que el estado de necesidad se posiciona por encima de los derechos del autor.. ¡Seguí vendiendo gatos con botas, chabón!.
HELADEROS: Son los reyes de la playa y ellos lo saben. Venden el producto más deseado, aquel que es sinónimo de playa y verano. A los veraneantes les basta ver esa bandera flameante con la marca, digamos Laponia, y el vendedor no necesita más que despachar y dar el vuelto sacando un fajo impresionante de su bolsillo. Venta fácil. A partir de $ 15. No sucede lo mismo con
VENDEDORES DE CHURROS Y TESTÍCULOS ECLESEÁSTICOS Es una venta dura, ingrata por momentos. Quizás se deba a que, quién sabe por qué, suele vincularse a la playa con la vida sana. Entonces, el bañista o bronceante, cautivo de este mito pavo, tiende a meditarlo mucho antes de comprar un churro o bola de fraile, que tantas calorías contienen. Quizás sea porque ese hombre o mujer inseguros se pasan el día observando el cuerpo ajeno y el propio. Esa observación a cada momento les recuerda el sobrepeso propio y la delgadez ajena. Pero ¡Vamos churrero, vamos boludo, tú puedes! $ 20
VENDEDORES DE SOPAS Y CRUCIGRAMAS: Sus ventas son modestas porque el veraneante, generalmente, en su quincena feliz, pone en pausa el cerebro. De allí que su pensamiento más complejo puede ser: después de la ducha ¿me pongo las ojotas o las alpargatas? El sopero-crucigramero sabrá quitarlo de su momentánea imbecilidad y le venderá una revistita que agilice las pocas neuronas que permanecen atentas. Cuando, para confeccionar la presente monografía, le pregunté el precio al sopero, éste respondió textualmente: Cantidad de apóstoles que acompañaron a Nuestro Señor Jesucristo en la Ültima Cena. Profesionalmente, muy sólido lo del vendedor.

viernes, enero 27, 2012

DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE CORRER
Correr. O running, que suena más cul. Se pronuncia ránin. Prefiero llamarle Correr. El único ránin que conozco es Rodolfo Ránin. Así que sigamos con Correr. Le he robado el título de este artículo al famoso escritor japonés Haruki Murakami. No he leído su libro De qué hablo cuando hablo de correr porque ya con Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y Tokyo Blues me he dado una panzada de sushi y ahora quiero asado. Reconozco que los libritos de Murakami son entretenidos aunque un poquitín tramposos cuando buscan lo raro sólo para insertar, medio con fórceps, un suspense que te obliga a no largar el broli. Como la serie Lost. Prefiero La isla de Gilligan.. El escritor oriental, candidato el Nóbel. es un fanático de correr y escribió un libro sobre el tema que le dio muchos pesos. Se llama Correr. Yo salgo a correr y escribo un blog.. Todas las mañanas, pasadas las siete y media, me calzo las flecha, el rompevientos y salgo. Pero acá, en la playa que está junto al mar. En mi barrio suelo correr la coneja durante todo el año. Pero no es lo mismo. Aquí he tomado el hábito de salir a tragarme los vientos cuando el canto de los loros y los bichofeos comienzan a ponerme un pelín frenético. A esa hora la playa está desierta y solamente contaminada de basura. No tanto de humanos, que todavía duermen, a excepción de:
a) otros corredores
b) otras corredoras bonitas, que me pasan como alambre caído pero eso me permite apreciar sus culitos Takayama (o Murakami)
c) pescadores canosos que descansan de sus esposas remilhinchapelotas
d) muchachos que duermen en el gran hotel arena, tres estrellas de mar.
e) parejitas amorosas que vuelven del baile caminando románticamente, ellas con el calzado en la mano, gesto de inapreciable voluptuosidad
f) empleados de los paradores que barren la arena para que quede bien peinada
g) compradores del pescado que venden en las lanchas recién egresadas de mar adentro h) padres de bebés que no soportaron más el llanto de sus criaturas y se vieron obligados a comenzar el día al amanecer. Ahora empujan el cochecito y la bestia paró con sus bramidos
i) dueños de perritos que salen con un doble propósito: 1) pasear a sus amadas mascotas. 2) Disfrutar del necesario happy hour cotidiano de liberación de cuescos.
Y en medio de todos ellos yo corro y corro. Y cuando mi correr alcanza la perfección no siento cansancio ni falta de aire. En cambio, cuando tomo conciencia del correr, siento que podría morir sobre la arena con la cara apoyada arriba de una aguaviva. Allí necesito hacer un alto para recuperar el aliento. El aspecto meditativo del correr seguro que lo trata Murakami en su libro. Igual no pienso leerlo por ahora. Pero seguro que dice algo más o menos como que, cuando llegas a la suprema unión, el acto de correr no supone el más mínimo esfuerzo. Se corre solo. Mas cuando ello no ocurre, cuando pienso en la corredera, largo los bofes como para alimentar a toda la pandilla de don Gato. Pero mejoro cada día. Siempre desde el muelle de las elongaciones hasta el edificio donde está aquel departamento que alquilamos en 2009. Ni un paso más.

martes, enero 24, 2012

EL MUELLE DE LAS ELONGACIONES
Así como hay un Muro de los Lamentos, existe, en el pueblito costero que me alberga por estos días, un Muelle de las Elongaciones, que es mucho más positivo. De qué sirve lamentarse, después de todo. Este M. de las E. se ha transformado en una célebre parada donde todo vacacionista, joven, viejo, flaco, gordo, cipayo o a favor del modelo, se detiene y ensaya las elongaciones que aprendiese en la tele, o leyera en las revistas, en la sección consejos útiles o cuidado del cuerpo.. Elongaciones que tal vez el elongador ignore para qué corno sirven. Pero una elongación no se le niega a nadie. Allí se los ve a los eternos promesantes de una vida nueva (promesa que se extingue a más tardar el último día de febrero) martirizando sus rodillas en pos del alargamiento muscular, ese que parece tan necesario en el receso veraniego cuando, precisamente, el músculo duerme y la ambición descansa. Ese músculo, que raramente se estira en la vida normal del hoy elongante, si hablase le diría: ¿ahora te acordás de alongarme? ¿Después de sesenta años de mantenerme en reposo absoluto? ¡Si ni siquiera sabés cómo me llamo! Pobre isquiotibial. Qué ganas de joder al pobre musqui.

domingo, enero 22, 2012


¡CATFIGHT!
Dos damas se agarran a piñas en plena playa mientras sus parientes intentan vanamente separarlas. Luego se unirá la Policía Playera que también, infructuosamente, procurará despegar a esas mujeres que se agreden con entusiasmo, se tiran de las mechas, se escupen y se insultan. Una le dice a la otra: ¡por tu culpa me comí tres meses adentro! Y la otra le retruca: ¡La perpetua te tendrían que haber dado! Hay sin duda una historia jugosa detrás de esta riña, un odio bien sustentado del que quizás nunca sabremos más que esas declaraciones sucintas.. La gente que veranea se aproxima. ¡Algo pasa! Por fin algo pasa en la playa. Si quieres ir a un lugar en el que nada pase, ve a la playa. Llaman bravío al mar pero bastante rutinario es, por cierto. Pero ahora los bañistas tendrán algo para contar a la noche. Puede ser que estas litigantes, que intentan desprenderse de los parientes pacifistas, sean cuñadas. O mejor, concuñadas, que son las que más se odian. Los norteamericanos llaman a estas peleas de señoras catfight. Y se excitan grandemente cuando tienen la suerte de presenciar una. En un capítulo de la serie Seinfeld, Raquel Welch castiga en una calle de Manhattan a la pobre Elaine Benes (la gran Julia Louis-Dreyfus). Dos policías callejeros, al encontrarse con tan excitante espectáculo, truecan miradas, sonrìen con lascivia, y exclaman ¡catfight! No intervienen, por el contrario, permiten que Raquel le arranque los pelos a Elaine y se procuran un momento de sano autogoce. Las argentinas, continúan prometiéndose todo género de castigos y maldiciones, mientras los circunstantes, también entusiasmados por la catfight nacional y popular, esperan que las chicas puedan desasirse de los estúpidos de sus parientes (¿alguno de los hermanos?) y se maten pero bien matadas.

viernes, enero 20, 2012

POSTALES DESDE EL MAR
La mente en descanso. la ambición en pausa, el espíritu a la deriva, el músculo duerme, la imaginación en vuelo, el culo al aire (foto)

martes, enero 10, 2012

PAN CON MERMELADA
Con unos compañeros de la escuela secundaria teníamos una banda de rock, que entonces se llamaban conjunto. Se puede tomar como fecha de fundación del grupo el tres de octubre de 1969, que es cuando uno de los guitarristas -hoy tecladista- llegó al colegio y extrajo del bolsillo interno de su blazer azul un cable de guitarra eléctrica que le había regalado su tía. Cable y guitarra. La fecha y el año son CIRCA, ya habrá tiempo para que vengan los historiadores y den precisión a mi aserto, que es más una conjetura. Con la banda (conjunto) ensayamos en varios lugares: en mi casa, en la casa del baterista (Guillermo), en la casa de un amigo (Guillermo) que no participaba y a quien la música no le interesaba ni mucho ni poco y en la casa del guitarrista (Guillermo). También supimos tocar en una cochera que alquilábamos, por lo que bien podría decirse que en aquella época (1982) éramos una banda de garaje. De grandes tocamos en un estudio de grabación pero no prosperó porque el baterista (Guillermo) se escandalizó cuando lo confinaron a tocar en una especie de caseta telefónica. El grupo estaba integrado por quien esto escribe en guitarra y voz, Guillermo, en guitarra y voz, Guillermo en bajo y Guillermo en batería. Tuvimos ocasionalmente músicos invitados como mi hermano mayor, que estaba destinado a reemplazar al bajista que se distanció para buscar un perfeccionamiento espiritual. A mi hermano, el trabajo y el estudio lo alejaron de las notas y los acordes, pero nunca se arrepintió. Lo suficiente. Otro de los invitados tocaba el violín pero estaba chiflado. Duró poco, cierta mañana el loco quiso propasarse con la empleada que trabajaba en la casa del no-músico (Guillermo) Lo echaron a patadas. Nuestro arte siempre fue más bien rudimentario, precario conocimiento del instrumento, equipos de baja calidad, canciones que duraban una eternidad y eran un tanto repetitivas. Pero qué bien que lo pasábamos. Nuestra banda, después de los Rolling Stones debe ser considerada la más longeva del universo. Y si hablamos de bandas con miembros originales, la nuestra es la más antigua ya que los Stones, cuando se murió Brian Jones, llevaron primero a Mick Jones y luego a Ronnie Wood. En la nuestra no se murió nadie, por fortuna. Sólo nos faltaría la reincorporación del bajista (Guillermo), siempre a la búsqueda del perfeccionamiento. Desde hace unos años vive en Chile y le va perfecto. Así que lo logró. El día del ensayo, el sábado pasado, el primero después de veinte años, estábamos como unos niños que entran a una juguetería y les dicen que pueden llevarse todos los juguetes que deseen. Así los tres (Guillermo, Guillermo y yo) entramos a la música y pudimos disponer de todas las canciones. Y tocamos rock, nos animamos con el jazz y hasta con un par de tangos. Una canción de The Marmalade (Reflections on my life) nos salió de perlas y a ésa la siguió otra del grupo Bread que lleva por título The guitar man. Pan con mermelada. Qué rico. Los temas pertenecen a la prehistoria. Pero disfrutamos con nuestros avances, ahora sí sonamos como una banda (conjunto). A lo largo de más de cuarenta años ninguno de nosotros se rindió y continuó buscando sacar lo mejor de su instrumento, buscando esa canción, la canción, que se esconde allí, agazapada. Con algo de miedo porque teme que la van a destrozar. No la culpo. Pero también creo que, ahora, por fin, podemos afirmar que estamos maduros.

jueves, enero 05, 2012

DEL DIARIO DE 2012
Querido diario: Hoy he mostrado un departamento a una joven pareja integrada por personas de sexos diferentes. Ella está embarazada. Al entrar sonríe dulcemente y me dice:
-Espero que pase por la entrada la panza del bebé. Ja, ja, ja.
Está orgullosa de su bebé, por eso el chiste malo. O quizás busca influir favorablemente sobre mi decisión. Como si yo tuviera arbitrio. Que lo tengo. Si no pasa por mi filtro la propietaria del departamento nunca se enterará de que esta damita quiso alquilárselo. Parece orgullosa de esa vida que late en sus entrañas, como decían en la novela El derecho de nacer. La chica tiene el pelo largo y negro que le llega a la cintura. Es uruguaya y hermosa. Cuando estamos en el living les prevengo que hay otra persona que tiene la prioridad. Ella me dice que el departamento le encanta y que quiere quedarse con él. Me pide que haga lo posible porque así sea. Que aunque sea lo haga por su bebé. Otra vez el bebé. Si yo no lo conozco al bebé. Pareciera que me pide que lo haga por el bebé como si estuviera persuadida de que va a ser una persona útil a la sociedad. Y cada vez nacen menos personas de esas características. La mayoría de los humanos que nacen, al cabo de un cierto tiempo se convierten en seres perjudiciales o inútiles para todo servicio. Y lo peor es que nunca torcerán ese sino. Y así está el país. Está linda la gurisa con su pelo azabache que brilla asociado con el sol vespertino que ingresa por la ventana. Del marido no he hablado hasta ahora porque es inexistente. Está eclipsado por la rutilancia de esta saludable muchacha de ojos verdes. Ella se muestra amorosa acaso para que yo haga la vista gorda sobre ciertas inconsistencias de los ingresos matrimoniales en orden a su blancura o negrura. Hay hombres que se excitan con las embarazadas. No es mi caso. Sus mohínes nunca comprarán mi voluntad. Le muestro los dormitorios. Uno es más pequeño que el otro. Ah, es más chico -dice la mujer- bueno, el bebé también será chiquito, ja, ja, ja. La plaza del pueblito costero tiene poco cemento y eso la vuelve atractiva. Sólo hay un pequeño sector de juegos para niños donde pueden romperse la crisma a discreción. Pero lo demás se conserva natural. Excepto el altar enrejado donde se honra a la virgen. El resto es una alta arboleda con piso de crujiente gravilla. ¡Atiza! Mi mente ya se fue de vacaciones. Y la parejita esperando mi palabra. ¡Volvé, mente, la p…! Tendré que comunicarle a los futuros padre y madre que su solicitud será descartada. Están flojos de papeles. Pero habré de hacerlo en un lugar seguro. Ya me pasó que alguna vez, al comunicar una decisión negativa, me amenazaron con matarme de cuatro tiros. Necios. Con uno solo bien pegado bastaría. Mejor se los digo una vez que llegue al pueblito costero. Hasta luego, querido diario.
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