martes, enero 10, 2012

PAN CON MERMELADA
Con unos compañeros de la escuela secundaria teníamos una banda de rock, que entonces se llamaban conjunto. Se puede tomar como fecha de fundación del grupo el tres de octubre de 1969, que es cuando uno de los guitarristas -hoy tecladista- llegó al colegio y extrajo del bolsillo interno de su blazer azul un cable de guitarra eléctrica que le había regalado su tía. Cable y guitarra. La fecha y el año son CIRCA, ya habrá tiempo para que vengan los historiadores y den precisión a mi aserto, que es más una conjetura. Con la banda (conjunto) ensayamos en varios lugares: en mi casa, en la casa del baterista (Guillermo), en la casa de un amigo (Guillermo) que no participaba y a quien la música no le interesaba ni mucho ni poco y en la casa del guitarrista (Guillermo). También supimos tocar en una cochera que alquilábamos, por lo que bien podría decirse que en aquella época (1982) éramos una banda de garaje. De grandes tocamos en un estudio de grabación pero no prosperó porque el baterista (Guillermo) se escandalizó cuando lo confinaron a tocar en una especie de caseta telefónica. El grupo estaba integrado por quien esto escribe en guitarra y voz, Guillermo, en guitarra y voz, Guillermo en bajo y Guillermo en batería. Tuvimos ocasionalmente músicos invitados como mi hermano mayor, que estaba destinado a reemplazar al bajista que se distanció para buscar un perfeccionamiento espiritual. A mi hermano, el trabajo y el estudio lo alejaron de las notas y los acordes, pero nunca se arrepintió. Lo suficiente. Otro de los invitados tocaba el violín pero estaba chiflado. Duró poco, cierta mañana el loco quiso propasarse con la empleada que trabajaba en la casa del no-músico (Guillermo) Lo echaron a patadas. Nuestro arte siempre fue más bien rudimentario, precario conocimiento del instrumento, equipos de baja calidad, canciones que duraban una eternidad y eran un tanto repetitivas. Pero qué bien que lo pasábamos. Nuestra banda, después de los Rolling Stones debe ser considerada la más longeva del universo. Y si hablamos de bandas con miembros originales, la nuestra es la más antigua ya que los Stones, cuando se murió Brian Jones, llevaron primero a Mick Jones y luego a Ronnie Wood. En la nuestra no se murió nadie, por fortuna. Sólo nos faltaría la reincorporación del bajista (Guillermo), siempre a la búsqueda del perfeccionamiento. Desde hace unos años vive en Chile y le va perfecto. Así que lo logró. El día del ensayo, el sábado pasado, el primero después de veinte años, estábamos como unos niños que entran a una juguetería y les dicen que pueden llevarse todos los juguetes que deseen. Así los tres (Guillermo, Guillermo y yo) entramos a la música y pudimos disponer de todas las canciones. Y tocamos rock, nos animamos con el jazz y hasta con un par de tangos. Una canción de The Marmalade (Reflections on my life) nos salió de perlas y a ésa la siguió otra del grupo Bread que lleva por título The guitar man. Pan con mermelada. Qué rico. Los temas pertenecen a la prehistoria. Pero disfrutamos con nuestros avances, ahora sí sonamos como una banda (conjunto). A lo largo de más de cuarenta años ninguno de nosotros se rindió y continuó buscando sacar lo mejor de su instrumento, buscando esa canción, la canción, que se esconde allí, agazapada. Con algo de miedo porque teme que la van a destrozar. No la culpo. Pero también creo que, ahora, por fin, podemos afirmar que estamos maduros.
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