Esta es la historia de un niño que era el preferido de su tía. Ella aun no tenía hijos y había adoptado al chiquilín en el afecto y la ternura. Lo cubrió de cariño, mimos y cucuruchos bañados en chocolate. Era su nene dilecto, su malcriadillo. Pero esa exclusividad tocó a su fin cuando tía y tío hicieron un encargo a Paris. Allí nacen los problemas -o el problema- para el pequeño que comenzó a columbrar el fin de aquel amor privilegiado. O en su defecto, una no querida repartija con la criatura que venía volando, colgado del pico de la cigueñita. Cuando al cabo de nueve meses nació el bebé de la tía, los familiares del que quedaría como primo mayor, que contaba con siete años, intentaron con los recursos más imaginativos, que no registrara odio o resentimiento hacia su primo nuevecito. El desolado niño, que siempre había sido de River, nada más difundirse la noticia del nacimiento del primogénito de su tía, pasó a decir que ahora era de Boca, solamente para joder, con el mero ánimo de contradecir. Una manera de informar claramente que estaba enojado con el mundo y por eso se hacía de Boca. Pongámoslo en contexto: esto se puede entender cuando hablamos de una familia casi totalmente integrada por simpatizantes de la gallina. Lo que se conoce como gallinas fundamentalistas. El tío corrió a comprarle al niño abandónico una camiseta de Boca para expresarle que sus deseos seguirían siendo concedidos aun con el advenimiento del nuevo ser, que el antes depositario de todas las carantoñas y complacencias, seguiría recibiendo aquellos torrentes de amor y consideración. Aunque ahora tuviera que compartirlos con su primito. ¡Ahí estaba la madre de Elbio Orrego! De amor a tiempo completo pasaba a amor a tiempo compartido. Una semana en Mar del Tuyú, en junio. El día del bautismo, al niño que tenía tristeza le acercaron el bebote para tomarles una foto conjunta. Lo que se pretendía era que el resentido, por la propia dinámica de la consanguinidad, sintiera que, por el simple hecho de tenerlo a upa comenzara a sentir afecto hacia ese parvulito. La foto se registró pero viérase el rostro de desdén del primo mayor, su incomodidad, por no decir su indignación. Pasaron los años y las cosas se acomodaron solas como sandías en un carro. Supo el rapaz enculado, más temprano que tarde, que el amor de la tía no provenía de un envase con contenido limitado sino de un manantial más abundante que un acuífero bajo el Amazonas. Hoy los primos se quieren mucho y comparten, entre otras afinidades, su fanatismo por River. Eso gracias a que el mayor de ellos finalmente recapacitó y renunció a su bosterismo exasperado. Obsérvese la foto de los primos, años después del nacimiento del bebote, allí hay amistad y conexión. Los primos hermanos, en menos que canta una gallina, fueron más hermanos que primos y aprendieron a compartir. En este caso, la corbata (ver foto).
8 Comments:
no me digas que fue de Boca !!! no lo puedo cre..er.!!! No habrá sido que se fue de boca??? Felices Fiestas
Si pero no el tiempo suficiente como para que el veneno corrosivo le tomara todo. Igualmente!
escribis muy bien ficcion che.
gracias, me voy esmerando.
Que linda historia. Lastima el pobre pendejo que, por lo que se deduce del contexto, volvio a sufrir como gallinaceo... Y bueh, nadie es perfecto.
Siga poniendo "columbrar" en sus cronicas y me tiene como lector permanente, Julito.
siempre estarán allí para los lectores que las sepan apreciar. Un abrazo.
el pendejito tuvo la gloria de unos pocos. Ser hincha de river antes de nacer. los primos le decian Amadeo, acariciandole la panza a la tia. Pelotas de river lo acompaniaron durante toda la niniez y uno de los mejores regalos de su vida fue ir a ver River - Huracan, con sus tres primos como premio despues de una larga penitencia que termino un 12 de Octubre. Y obviamente ese dia estaban los 4 en el monumental al grito de "Huracan, Huracan por el c.. te la dan". Creo que tenia 9 anios si mal no recuerdo. Otro de los mejores regalos fue haber compartido la cancha jugando para el ventarron, pero esa es otra historia.
Mirá vos! A los 9 aprendiste lo que era el sexo anal. No me acordaba de lo de Amadeo pero ahora sí! Te llamábamos Amadeito para meterle ficha a tu vieja para que te bautizara así. Pero no hubo caso. Abrazos!!
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