viernes, julio 25, 2008



EL CASO ARIEL C.



Una noche detuvieron a Ariel C., a quien todos conocían como el petiso porque medía un metro veinte. Estaba pastando en la plaza del pueblo y llevaba consigo dos cigarrillos de marihuana. Se lo llevaron preso y lo procesaron por infracción a la ley de drogas, una norma cuya creación había impulsado José López Rega y que castigaba a quien tuviese cannabis sativa aunque fuese para consumo personal. El petiso Ariel L. fue condenado pero el fallo fue apelado y pasó a Cámara. Lo volvieron a condenar y el fallo también fue apelado. Pasó a la Corte Suprema de Justicia. El 28 de marzo de 1978 el tribunal supremo confirmó la decisión de primera y segunda instancia condenando al petiso Ariel C., a la pena de dos años de prisión en suspenso y una multa de cinco mil pesos. El caso es hoy materia de estudio en las carreras de derecho de todo el país por las implicancias que tiene la cuestión de la tenencia de estupefacientes para consumo personal, y su castigo, en relación con el artículo 19 de la constitución que declara inviolables y no susceptibles de intromisión del Estado a las acciones privadas de los hombres. Ariel C., el petiso, nunca se enteró de su derrota definitiva y la Corte terminó condenando a un muerto como veremos un poquito más adelante. Los libros de derecho constitucional citan el caso de Ariel C. hasta el hartazgo y cuentan la historia de los dos fasitos con que pillaron al petiso en la plaza del pueblo. Unos años después la doctrina judicial mutó arrastrada por los aires pasajeros de modernidad que trajo la democracia. Al guitarrista de la banda Los Abuelos de la Nada Gustavo Bazterrica lo detuvieron por tener un poco de marihuana y lo procesaron. Al igual que a Ariel C. su caso también llegó a la Corte luego de sucesivas apelaciones hasta que en 1986 el máximo tribunal estableció que no constituía delito tener droga para consumo personal, criterio opuesto al de 1978. El petiso Ariel C., en ese año del mundial ganado con el esfuerzo de Kempes, Bertoni, Videla, Massera y otros, no tuvo la misma suerte que el extraordinario violero: el fallo de la Corte Suprema del gobierno militar dijo que “el uso de los estupefacientes va más allá de un vicio individual para convertirse, por la posibilidad de su propagación, en un riesgo social que perturba la ética colectiva.” La resolución judicial salió el 28 de marzo de 1978 pero Ariel C. nunca se enteró: el 14 de ese mismo mes y año, es decir, catorce días antes, un motín en Devoto, donde el petiso estaba preso, se llevó la vida de sesenta y un internos entre los que se encontraba él. La mayoría murió asfixiada por las emanaciones tóxicas de los colchones de poliuretano. A ese episodio se lo llamó El motín de los colchones. La Corte de la junta militar terminó condenando a un muerto. Llegaron tarde. El petiso, desde el cielo o el infierno, que más da, debe haberse reído de la ridiculez.

martes, julio 22, 2008

CONSECUENCIAS DE UN PELOTAZO EN LA JETA
El domingo nuestro grupo de futbolistas veteranos estrenó pelota, una rutilante Nike redondita como bolita, que te hacía perder baba por las comisuras, eso sí, dura como un balón de básquet congelado. Algunos pidieron desinflarla pero enseguida fueron tachados de putos. Aguanten, carajo. Y si no vayan a jugar con la plastibol del nieto. Ya iniciada la brega, un jugador pateó violentamente pero en forma defectuosa y el útil terminó impactando en el medio de mi nariz. Perdí el conocimiento por unos segundos y cuando lo recuperé me sentía confuso, egresaba (manaba) harta sangre de mi nariz, tenía visión doble y estaba mareado. Me costó recuperarme. Todo el resto del día anduve a los tumbos, con pequeñas amnesias e isquemias leves, náuseas, salida de humor acuoso por las narinas, ataques de pánico, ligeros temblores en manos y piernas, visión borrosa y meteorismo indisimulable. Luego de la siesta encendí el televisor y busqué con el mando a distancia alguna película linda para ver. Me prendí con una dirigida por Palito Ortega, guionada por Victor Sueyro y actuada por Carlos Monzón. Amigos para la Aventura se llamaba la cinta estrenada en 1978. Ortega, que también participaba del elenco, canta en el filme una canción que se inscribe en la segunda etapa de su arte compositivo, en la que había abandonado definitivamente el sonido nuevaolero propio del twist para enrolarse en los géneros musicales que por esos tiempos predominaban entre nuestra juventud: la disco, con esos tambores sintetizados que hacían ¡piiiin!, pero también el rock y el folk.. Precisamente la canción de marras, una triste balada que bien podría haber cantado Bob Dylan (para después suicidarse), estaba referida a aquellos compatriotas que habían optado por el camino de la violencia. El futuro gobernador de Tucumán, lejos de denostarlos o defenestrarlos (recordemos que en alguno de sus temas ordenaba a cierto grupo social que se tirase al río en la parte más profunda), los comprendía y echaba sobre ellos una mirada de misericordia que se contradice con un supuesto colaboracionismo ideológico del artista con los gobiernos militares, del que muchas veces se lo acusó justamente. También se le criticó el haber formado una productora cinematográfica (Chango) con el objeto de filmar películas para el ensalzamiento de las fuerzas armadas y de seguridad que por esos tiempos mandaban en el país sin la ayuda de la carta magna. Analicemos la poética de esta tonadilla:
Pobre de esa gente que no sabe a dónde va/los que se alejaron de la luz de la verdad/esos que dejaron de creer también en Dios/los que renunciaron a la palabra amor./ Pobre de esa gente que olvidó su religión/esos que a la vida no le dan ningún valor/los que confundieron la palabra libertad/los que se quedaron para siempre en soledad.
En un principio creí ver en su lírica que el changuito cañero, lejos de pedir castigos ejemplares o condenas sumarísimas, se compadecía de los delincuentes y los mentaba pobres. Pero después de un análisis más medular sospeché que la expresión “pobres” se llevaba mejor con la idea de formular una amenaza del tipo de las que hacían nuestros mayores cuando éramos purretes: ¡pobre de vos si me venís con amonestaciones!, que encerraban una advertencia explícita de punición física.
A la noche ya me sentía mejor.

Me acordé de una anécdota acaecida en la misma cancha hace algunos años: un muchacho se había desmayado, no recuerdo si por un pelotazo, una patada o una trompada. Cuando recuperó el conocimiento, otro jugador, que era médico, envolvió con sus palmas las mejillas del desgraciado y le preguntó cómo se llamaba con el fin de verificar si era consciente de las circunstancias de tiempo y de lugar. Todos menos el damnificado se apresuraron a decir a coro:
-¡José!
-Le pregunto a él, pelotudos –aclaró el doctor-.

sábado, julio 19, 2008



HOMENAJE A CLETO COBOS
Quien traiciona a un traidor tiene cien años de perón” (J. Barbeira)


Todos los meses se organiza en el club un asado de camaradería mensual en el que comemos asado y reina la camaradería. En este caso, como en todos los casos, se habló de fútbol, aunque, al haber receso, llegábamos a la velada yermos de pelota, despelotados, teniendo en cuenta que los miércoles, nuestro día de encuentro, habitualmente se juegan partidos por la copa libertadores de América o sudamericana. Pero en esta época sin campeonatos no pasan siquiera un miserable amistoso donde se muelan bien a patadas. Sin embargo, supimos reencausar las pláticas sin alejarnos de la temática concerniente a resultados, triunfos y empates, reemplazando las competencias futbolísticas por la votación en el senado con motivo de las retenciones móviles.
-Ratshit vota por el no.
-No.
-Si.
-No se dice ratshit, se dice Rached.
-Bueno.
-Vas a ver que Cobos desempata.
-Cobos vendría a ser como la serie de tiros desde el punto penal.
-No creo.
Y así el tema se va difuminando como el gas de la soda caliente dentro de un vaso de vidrio. No da para demasiado.
Lo que sí me está llamando la atención últimamente es la recurrencia a ítems vinculados con la salud:
*Uno tiene un pinzamiento de vertebra que le impide jugar desde hace un mes.
*Otro tiene una artrosis en la rodilla que lo inhibe de correr.
*A uno lo tienen que operar del riñón el 29 de julio.
*A otro le acaban de colocar un marcapasos.
*Un quinto (1/5), que sabía beber como un cosaco dipsómano, ahora toma cocacolita luz porque tiene que hacer régimen si no quiere que la presión le suba como el mercurio de un termómetro de dibujito animado.
Y de no, algunos nonos comienzan a referir pequeñas historias sobre sus nietos, sobre cómo les ha cambiado la vida, reconocen que su carrera futbolística se habrá de acotar cuando tengan que llevar a los pequeños malcriados a la plazas y todo así. No falta el que muestra la foto de la pequeña ameba, que no extrae de su billetera en un compartimiento junto a la boleta del prode, sino de su teléfono celular. Fa loco.
Alguien comenta que en el hotel de Punta del Este donde todos los años vamos a jugar al fútbol contra un equipo uruguayo ahora está haciendo la pretemporada el plantel de Gimnasia y Esgrima La Plata. Esa novedad merece algún que otro mirá vos de los comensales.
-¿Sabés que Gimnasia está haciendo la pretemporada en el hotel donde jugamos todos los años?
-Mirá vos.
A modo de regalo por el día del amigo ponemos plata para comprar una pelota porque la que venimos usando tiene menos gajos que una mandarina de cerámica.

viernes, julio 18, 2008



CURIOSIDAD: EL PLANTEL DE GIMNASIA Y ESGRIMA LA PLATA ESTA HACIENDO LA PRETEMPORADA EN EL MISMO LUGAR DONDE NUESTRO EQUIPO DE FUTBOL JUEGA TODOS LOS AÑOS CONTRA SU SIMILAR URUGUAYO (CON ALGUNAS DIFERENCIAS) Parte 3



jueves, julio 17, 2008



CURIOSIDAD: EL PLANTEL DE GIMNASIA Y ESGRIMA LA PLATA ESTA HACIENDO LA PRETEMPORADA EN EL MISMO LUGAR DONDE NUESTRO EQUIPO DE FUTBOL JUEGA TODOS LOS AÑOS CONTRA SU SIMILAR URUGUAYO (CON ALGUNAS DIFERENCIAS) Parte 2



CURIOSIDAD: EL PLANTEL DE GIMNASIA Y ESGRIMA LA PLATA ESTA HACIENDO LA PRETEMPORADA EN EL MISMO LUGAR DONDE NUESTRO EQUIPO DE FUTBOL JUEGA TODOS LOS AÑOS CONTRA SU SIMILAR URUGUAYO (CON ALGUNAS DIFERENCIAS) Parte 1








viernes, julio 11, 2008



VIVIR SIN AIRE

Es el título de una bonita canción de la agrupación polifónico-vocal Maná. Cómo quisiera poder vivir sin aire, dice la letra de estos hijos del Chavo. Yo les respondería: es fácil decirlo y poder comprar con los derechos de autor todas las tortas de jamón que quieran. Pero yo supe lo que es poder vivir sin aire. Vaya si lo supe. Vaya pero vuelva así continúo. Desde botija que soy asmático. ¿Qué es el asma? El asma es no poder respirar, científicamente explicado. Cuando tenés asma se te cierran los pulmones y el aire no te penetra, creés que te vas a morir y necesitás que se te abran de vuelta. Enfermedad trapera y taimada el asma, no te hace doler nada, solamente que no podés respirar. Poca cosa. En una película del gran Jerry Lewis, El Profesor Chiflado, le preguntan si siempre usa anteojos y él responde: no, sólo cuando quiero ver. En mi caso: ¿Te afecta el asma? No, sólo cuando quiero respirar. Forzado paralelismo.
¿De qué armas disponía yo para enfrentar a tan terrible mal? Había una pastillita (disneal) que me calmaba parcialmente pero me atontaba completamente, me debilitaba y me impedía realizar tareas sencillas como por ejemplo pensar. Con el tiempo aquel medicamento se declaró insuficiente para mi organismo y en tanto la ciencia no acudiese en mi rescate se afanaban mis familiares procurando soluciones caseras que aliviaran mi imposibilidad, como ser los fomentos aplicados con un pedazo de cobija calentada a la plancha, o directamente envolviendo la plancha con la cobija y apoyándola sobre el pecho. Cuando esto era insuficiente porque el calor que me llegaba a los bronquios resultaba escaso, directamente se me aplicaba la plancha en mi tórax lampigno y no era inusual ver mi pechito argentino marcado con el dibujo de la plancha Atma. Hasta que a un médico se le ocurrió recomendarme el nebulizador de vidrio y bola de goma (asmopul) que expelía unos beneficiosos vapores en forma de microgotas que contenían cortisona y que, a más de abrirme los fuelles para que yo pudiese practicar la saludable gimnasia de aspirar y expirar, me provocaba una taquicardia tal que parecía que el corazón egresaría por mi boca y se iría a pasear, saltando por las calles como en una carrera de embolsados. Cuando estaba de novio con la que hoy es mi esposa íbamos al cine y ella solía llevar en su cartera mi aparato para usar en caso de emergencia. A veces lo olvidábamos y ese conocimiento hubiera sido suficiente para que me sobreviniera una crisis asmática clase premium. Mirá que es ladina la psique. Entonces, cuando aquello ocurría, me refiero al olvido, mi novia me retaceaba la información de modo que yo viviese inmerso en la crasitud pero respirando.
De adolescente comencé a fumar. Ah bueno, el señor fumaba siendo asmático. Si no te ayudás vos, mijo... La respuesta es simple, cuando no tenía un ataque de asma mi respiración era parejita y linda como la de un bebé (de pecho). Hoy no fumo, casi no tengo asma y soy feliz, pero siempre voy con mi nebulizador como los viejos van con sus documentos, las señoras con sus carilinas, los hombres, sean solteros o simplemente picarones, con sus forros. Por las dudas.

lunes, julio 07, 2008



Qué veneno que me agarré



Aguardé a que la pava silbadora me advirtiese, con su clásico pitido, que el agua había alcanzado su punto de ebullición. Tomé la pava del asa y vertí su contenido: agua, sarro y nitratos; de nitratos, por ejemplo, se componen los explosivos que detonan para que la gente fallezca y de ello no quede ninguna duda, además son cancerígenos, pero las facturas que nos manda la empresa aguatera tienen la delicadeza de advertirnos que el consumo de sus aguas es peligroso para las criaturas. El agua hirviente se contuvo dentro de una taza dentro de la cual previamente yo había depositado dos cucharaditas de café instantáneo. Sé que la cafeína puede producir ataques de pánico y ansiedad y no es buena para quienes sufren del corazón. En cualquier caso es un problema mío. Agregué a la infusión tres gotas de edulcorante que contiene aspartame, una sustancia que puede causar migrañas, pérdidas de visión, mal de Parkinson y lupus, también disturbios neurológicos y de comportamiento en individuos sensibles (¡y yo lo soy!). Para engañar al estómago ingerí una galletita que almacena dentro de su masa dulzona una buena cantidad de grasas saturadas que elevan el nivel de colesterol en la sangre y aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardíacas. Una vez concluído el desayuno cepillé mi comedor diario con una pasta dental fluorada. Se ha comprobado que el fluor ingerido en forma constante es altamente tóxico, puede producir artritis y osteoporosis, que de fluor está compuesto el temible gas sarín, y además que es el componente más importante de los venenos de ratas y por qué no de cucarachas. Pero como no soy rata ni cucaracha, no protesto, parafraseando el famoso poema de Martín Niemoeller*.
Por fin, terminé de leer las noticias en el diario y me fui de mi casa envenenado.


*Muchos atribuyen erróneamente el poema a Bertolt Brecht.






TEMAS VINCULADOS
TUVE TU VENENO (Natalia Oreiro)

Tuve tu veneno
Tuve tu amor
Y tambien tu fuego
Tuve tu veneno
Tuve tu vida
Y ya no la quiero.
Tengo que elegir.
Tengo que volver a sentir
Tengo que buscar
Una forma de escapar.
Porque tu amor es el blanco
Tu amor es el fuego
Que me esta quemando
Porque tu amor sin pensarlo
Derrama el veneno
Que me esta matando
Tuve tu veneno
Tuve tu amor ytambien tu fuego
Tuve tu veneno
Tuve tu vida
Y ya no la quiero.
Fuego que quema,pasion que envenena
Te digo, te digo
Y te digo otra vez
No es tu veneno el que quiero beber
Ni probar ni volver a tener...

miércoles, julio 02, 2008

UNA ESCENA MUY DESAGRADABLE.


Fue una escena tensa como calza de Lilita. Yo pasaba por la vereda de la pizzería cuando, desde su interior, un conocido que estaba tomando un café me invitó a que me sentara a su mesa.
-No puedo –le dije-.
-Dale.
-En serio, me espera un cliente.
-Dale.
- Te juro, yo de mil amores pero…
No me dio para una cuarta negativa acuciado por el apotegma sagrado que advino a mi cacumen: toda persona humana, en algún momento de su devenir, puede ser un vendedor o un comprador de inmuebles. Este hombre es un ex ejecutivo que fue despedido cuando cumplió los 50 y hoy vegeta con barba de dos días, que es el máximo de liberalidad en las costumbres que se permite la clase media. Además, el infeliz no puede estar a solas con su mente, de modo que cada vez que localiza a alguien más o menos conocido se le adhiere como el abrojo de una campera. Pero esto es solamente un prefacio, una configuración del escenario, un encuadramiento espacio-temporal. Lo malo vino más tarde. Nos sirvieron un feca -para él el segundo-, y empezó a hablar con una voz demasiado alta al punto que su decir se filtraba de la burbuja que se forma en cada mesa y que normalmente impide a los demás parroquianos enterarse los contenidos de las pláticas ajenas:
-Kirchner tuvo miedo de participar de la lucha armada de los montoneros, pero simpatizaba con ellos, eso sí, viéndola de afuera, que es la manera más cómoda de participar, porque te asegura la vida. Eso era la jotapé. La lucha, entre comillas, de estos militantes cobardes consistía en asistir a los actos, comprar El Descamisado y movilizarse, bah, ir a las manifestaciones, que es un grado considerable de la vagancia, participar de las tomas de las facultades, grado supremo de la fiesta con sexo incluído. No es que quiera denostar a los que se abstuvieron de participar de la lucha armada. Siento desprecio por los delincuentes homicidas pero también por esa lacra que, sin siquiera tirar una piedra, prohijó la violencia injustificada e indiscriminada de los montoneros, pero, eso sí, sin el coraje de empuñar las armas. Ambos son igualmente criticables, los asesinos y los que tomaban por ídolos o maestros a aquellos asesinos. Kirchner pertenece al segundo grupo de los que la vieron de lejos, los que siempre estuvieron de la otra vereda del peligro, los que daban órdenes pero no se manchaban las manos, los que le dijeron a los guerrilleros que volvieran de su exilio para que después los masacraran, los que iban a la plaza con los carteles de montoneros pero nunca vieron un fusil. Muchos de esos ahora están en el gobierno. Esos sumados a los que sí mataron gente. Todos juntos hicieron la gran Galimberti, pero en vez de empresarios se dedicaron a la política, que hoy es lo mismo. A Kirchner y a toda esa lacra, ahora se les ocurrió algo imposible y sin sentido: reconstruir la época del setenta. Sin muertos, por ahora, pero conservando su simbología, su caos, su desorden, su escaso apego por la ley, su desprecio por las instituciones. Y también regresó ese léxico tan anacrónico que habla de oligarquía terrateniente, imperialismo, traidores (Bonafini calificó al vicepresidente de traidor) y nuestro ex presidente, que en realidad es el presidente de facto, le pide a los diputados-empleados kirchneristas que no claudiquen, que se la jueguen, que tengan coraje. ¿Coraje de qué si no se va a librar ninguna batalla, simplemente se va tratar en diputados una medida confiscatoria del gobierno…?
Uno de la mesa de al lado, que venía escuchando porque aprovechaba el vozarrón indiscreto de mi conocido, que a su vez era otro conocido porque en el pueblo todos nos conocemos, dijo en voz baja pero audible:
-No sé de qué hablan algunos, que en el setenta estuvieron debajo de la cama todos cagados.
Mi conocido lo escuchó. Para qué.
-Yo no estaba debajo de la cama –dijo casi sin despegar los dientes de arriba de los de abajo lo que lo asemejaba a un ventrilocuo- sencillamente porque no tenía ninguna razón para estarlo…
-Andá, gonca.
Para qué. Eso no le gustó ni una poca a mi conocido que se acercó a la mesa donde había quedado flotando el epíteto desdoroso al vesre (gonca, no sorododes) y lo tomo del cuello de la camisa como si quisiera ajustárselo para colocarle una corbata. El ahorcado se puso blanco, primero, después azul y por fin colorado. Luego, la bandera de Francia se quiso sacar de encima las manos ajenas y le arrojó al desocupado una piña. Para qué. Todo ello, sumado al correr de sillas y la mesa sobre el piso de madera con bovedilla, contribuyó para crear la sensación de pelea en un saloon del wild west. Llegaron para separar el mozo, el pelado que atendía la caja, yo, cuando terminé mi café, y el oficial pizzero, angelicalmente blanco, que con sus manos cubrió de harina a los contendientes desatando una improvisada fiesta de la chaya (ver el dibujo a mano alzada). Los peleadores obedecieron el tácito break que supuso la intervención del musculoso y níveo pizzero. Todos salieron con sus caras y sus pelos albos como la camiseta de All Boys.
Argentinos contra argentinos. Para qué.


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