viernes, julio 27, 2012

BIOPSIAS DEL MOMENTO Parte III Es gracioso ver instantáneas de hombres veteranos jugando al fútbol; alguien trata de dominar la pelota como si fuera un ser vivo y carnívoro mientras la mayoría la mira desde afuera, casi con temor. Parece una yarará ponzoñosa a la que uno trata de matar mientras los demás miran aterrorizados. En estas fotos también se suele ver que aparece la pelota por un lado mientras los jugadores se debaten lejos de ella acuciados por sus propios dramas. En el retrato, tomado de un tremendo partido entre Las Flores y Necochea, se ve a la bol por allá mientras que un player, por acá, cae fulminado (¿colapso cardíaco?) Las fotos de jugadores profesionales muestran siempre a la pelota involucrada entre los jugadores y compartiendo el drama existencial del fútbol como actores de igual categoría actuando sobre un escenario. Pero entre los troncos aficionados se trata de ver si se puede hacer algo con eso de cuero que se mueve, pero lo trascendente es compartir un momento de extremo y casi terminal esfuerzo. El balón, entretanto, anda a su aire por allí. No demasiado lejos. Cada quien por su lado.

jueves, julio 19, 2012

En el año 1967 el club River Plate llevaba nueve de sequía campeonística, esto es, que hacía casi una década que no salía campeón del torneo de fútbol de la Argentina. Para colmo, un año antes el equipo había sido bautizado, para siempre y con toda justicia,, como “gallinas” por haber perdido con Peñarol de Uruguay una final de la Copa Libertadores, cuando aun no era Santander de Batunga, 4 a 2 después de ir ganando 2 a 0. Es decir que, por aquella época, para River y el hincha riverplatense en general, estaba todo mal, como dicen ahora los purretes. Hasta que en ese año de 1967 la tercera división del club, que a la sazón era y sigue siendo el más importante de la Argentina, aunque sus equipos sigan siendo gallinas, que lo son*, la tercera división, digo, salió campeona. Fue casi un acontecimiento o, por lo menos, lo fue para el simpatizante gallináceo. Resultó algo así como un ensayo de campeonato mientras se aguardaba con impaciencia que los de primera salieran de una vez primeros, evento para el cual todavía habría que esperar ocho años. En efecto, la primera salió campeona recién en 1975 (por primera vez desde 1958). Pero volvamos al campeón de tercera de 1967. Integraba ese equipo, entre otros, el joven delantero Claudio Falasco, que fue compañero de varios muchachos que hicieron carrera en el fútbol, como el arquero-récord Barisio, Montivero y otros de menor fortuna como el recordado Daniel Labruna, hijo del gran Angel Labruna, y nos ponemos de pie. El chico murió prematuramente a los diecinueve años del mal de Hodgkin, una especie de cáncer linfático que se lo llevó en menos de dos meses. Bueno, nuestro Claudio es hoy el gran hombre que nos recibió y nos alimentó en la ciudad de Las Flores durante dos días con exquisita amabilidad y cordialidad, y regalando un sinfín de anécdotas futboleras que para el futbolero son historias más interesantes que las de Ray Bradbury. Por eso, felicitaciones a la tercera campeona de River en 1967 y al gran tano Falasco, que supo ser suplente del gran delantero oriental Luis Cubilla, lo cual no es poco, y también preparador físico, profesor de educación física, extraordinario asador, cocinero de tallarines con salsa y amigo. El director técnico del equipo campeón de 1967 fue Osvaldo "Cholo" Diez, que supo ser compañero de colimba de mi padre político. Dato al margen pero la vida se nutre de los datos al margen. Los datos al margen son como los fideos de la vida. Fideos con salsa. *”...aunque sus equipos sigan siendo gallinas, que los son…”. Hace poco más de un año el equipo de River Plate, para salvarse del descenso, necesitaba solamente empatar dos partidos con el modestísimo equipo de Belgrano de Córdoba. Pero no lo logró y se fue al descenso. Eso es ser gallinas en toda la puridad de la acepción.

martes, julio 10, 2012

LAS FLORES DEL BIEN
Hoy hubiera necesitado un ayuda de cámara que me vistiera. Le hubiese pagado un buen emolumento y obligado a que me dijera niño Julio. No me podía mover. No era capaz ni de ponerme las medias. Tan dolorido quedaron mis huesos después de dos (2) partidos de fútbol al máximo nivel competitivo jugados en menos de un día. El cuento es así: los integrantes del equipo de fútbol de la asociación de fomento fuimos invitados a jugar dos partidos en la localidad bonaerense de Las Flores, ciudad fundada en 1856 por el señor Manuel Venancio Paz, distante unos 190 kilómetros de mi casa. Un partido el domingo y otro el lunes. Qué reto. Nuestra delegación no era muy numerosa, apenas 14 muchachos, todos mayores de 50, salvo el golero que tiene 40, algunos de casi sesenta y uno que acaricia los setenta. Es decir la ruina física y mental en su máxima expresión. Pero la pasión futbolera es como una inyección que cura todos nuestros males o, cuanto menos, los anestesia. Llegamos a Las Flores a las doce treinta del domingo, fuimos a reconocer la cancha donde se llevaría a cabo el encuentro deportivo. El field se encuentra en un estadio llamado Centro de Educación Física Número 6 “Orestes Propato” Complejo Amadeo Duche. Más tarde la delegación se dirigió al hotel denominado Residencial Baló donde nos registramos, nos distribuimos en las piezas y comimos frugalmente. Nos tocó el segundo partido, pasadas las cuatro de la tarde, contra un representativo de la ciudad de Las Flores que nos ganó por la mínima diferencia gracias a un gol que fue consecuencia de una chambonada de nuestro golero y uno de nuestros defensores, de quienes no diremos sus nombres sino sus nacionalidades (El Turco y El Gallego 2. Hay un El Gallego 1, que también tuvo participación en la desgraciada jugada) Fue lo que se denomina técnicamente un gol boludo. Y defensor y golero fueron acusados de dormidos, caídos del catre o, simplemente, boludos, por ser los productores directos del gol boludo. Es injusto que, así como al que se hace un gol boludo se le llama boludo, al que convierte un gol lindo no se le llame lindo. Una vez finalizada la brega regresamos velozmente, en nuestras modernas unidades, hacia el hotel residencial para bañarnos, siguiendo aquellas instrucciones del gran relator fallecido José María Muñoz, que solía decir, vaya a las duchas, no se me enfríe. A la noche, previo a la cena agasajo con que nos convidaron los anfitriones, fui a recorrer la ciudad con algunos compañeros, en especial el corazón de todo pueblo que es su plaza y su iglesia. Allí, la comunidad se reúne para practicar la liturgia y agradecer a Dios por el precio de la soja. Después volvimos al complejo deportivo donde nuestro espléndido anfitrión de Las Flores, conocido como El Tano, nos convidó con un cordero asado que supo a gloria. Si Dios existe debe tener sí o sí la forma y la cocción de esos corderos que crepitaban en el asador y que serían, en tal caso, los famosos corderos de Dios. Al día siguiente, el nueve de julio, debíamos jugar el segundo partido con un plantel reducido ya que tres integrantes se volvieron en la primera jornada, dejando un equipo diezmado y cansado. Luego del formidable banquete vinieron los discursos a cargo de un integrante de nuestro equipo, uno del equipo de Necochea que también fue invitado al evento y, en representación de Las Flores, El Tano. Fueron todas palabras muy sentidas y provocaron la emoción de sus oradores a quienes se les quebró la voz. No así a nuestro discursante que conservó un tono uniforme sin esos gallos que indican que el hablante está por romper a llorar. Luego, lo recomendable era dirigirse al hotel, acostarse temprano y procurarse un buen descanso que colaboraría para un desempeño razonable en la competencia del día siguiente. En el día de la patria nos levantamos temprano y tomamos el desayuno en el residencial Baló ( Ruta 3 Km 186,900) Posteriormente nos vestimos para el partido número dos a disputarse en el mismo escenario del día anterior pero con un frío, hermano, que te calaba los huevos. Nuestro equipo tenía pocas posibilidades de ganar porque venía de un juego previo de hacha y tiza el día anterior y nuestros cuerpos fláccidos no pueden resistir un esfuerzo a menos de 24 horas de otro. Somos personas al borde de la ancianidad. A mí me dolía casi todo, pero lo peor es que cuando me calcé los botines me di cuenta que los dedos de mi pie derecho estaban destruídos por un choque que había tenido en el partido del domingo y no podía caminar. ¡Emergencia! No podía caminar y en minutos tenía que jugar un partido, es decir, correr, que viene a ser caminar rápido. Para colmo éramos once justos. Solamente el futbolista sabe la angustia que supone saltar a la grama y darse cuenta de que no puede ni caminar. Tomé entonces una decisión drástica. Me quité el botín derecho y en ese pie de dedos machucados y uñas convertidas en negras conchas de mar me calcé la zapatilla amable. Esa con la que me desplazo en la vida de civil. Es cómoda y no me aprieta el pie. Con ese calzado dejaron de dolerme los reroruros. Para el que tiene menos de cincuenta le informo que reroruros quiere decir dedos duros. Así pude jugar aliviadamente y terminar un partido que para todos fue una tortura física. Nuestros cuerpos estaban endurecidos, laxos, inconexos, ahítos. Así y todo nadie terminó lesionado, pudimos completar una actuación digna y nos ganamos los fideos con los que nos volvió a agasajar El gran Tano, en el almuerzo previo a la partida, unos para Necochea, los otros para nuestro humilde pueblecito cerca del histórico Palomar de Caseros. El Tano es un rico y extraordinario personaje que podemos conocer gracias a este juego, que hace que nuestros familiares y amigos no futboleros estén convencidos de que estamos locos. El Tano es un ex jugador de fútbol profesional y preparador físico que contó extraordinarias anécdotas mientras mantenía llenos los platos y los vasos. Pero eso será tema para otras entradas de este chispeante blog. Regresamos a nuestros hogares al atardecer del lunes con la sensación de que algún día contaríamos a nuestros de cuando estos viejitos jugaron dos partidos completos de fútbol en cancha de once en menos de diecisiete horas. Eso bien podría ser dentro de un rato porque muchos de estos muchachos ya tienen nietos. Pero no creo que les interese.


El título de esta entrada es un jueguito de palabras que el autor hace con Las flores del mal, título de la célebre obra poética de un escritor francés llamado Carlos Baudelaire.

viernes, julio 06, 2012

BIOPSIAS DEL MOMENTO Parte II Debido a la fuerte reducción presupuestaria en el ámbito de las Fuerzas Armadas de la Nación, la superioridad se ve en figurillas para evitar que el espíritu decaiga ante la falta de actividad castrense. A tal efecto adjudican al personal tareas que si bien pueden parecer nimias o intrascendentes, exigen una elección cuidadosa y prudente a la hora del mate. En este caso un regimiento vecino a mi domicilio ha comisionado a dos de sus mejores hombres para una compra de facturas. ¿Serán cañoncitos?
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