viernes, julio 25, 2008
martes, julio 22, 2008
Pobre de esa gente que no sabe a dónde va/los que se alejaron de la luz de la verdad/esos que dejaron de creer también en Dios/los que renunciaron a la palabra amor./ Pobre de esa gente que olvidó su religión/esos que a la vida no le dan ningún valor/los que confundieron la palabra libertad/los que se quedaron para siempre en soledad.
En un principio creí ver en su lírica que el changuito cañero, lejos de pedir castigos ejemplares o condenas sumarísimas, se compadecía de los delincuentes y los mentaba pobres. Pero después de un análisis más medular sospeché que la expresión “pobres” se llevaba mejor con la idea de formular una amenaza del tipo de las que hacían nuestros mayores cuando éramos purretes: ¡pobre de vos si me venís con amonestaciones!, que encerraban una advertencia explícita de punición física.
A la noche ya me sentía mejor.
Me acordé de una anécdota acaecida en la misma cancha hace algunos años: un muchacho se había desmayado, no recuerdo si por un pelotazo, una patada o una trompada. Cuando recuperó el conocimiento, otro jugador, que era médico, envolvió con sus palmas las mejillas del desgraciado y le preguntó cómo se llamaba con el fin de verificar si era consciente de las circunstancias de tiempo y de lugar. Todos menos el damnificado se apresuraron a decir a coro:
-¡José!
-Le pregunto a él, pelotudos –aclaró el doctor-.
sábado, julio 19, 2008
“Quien traiciona a un traidor tiene cien años de perón” (J. Barbeira)
-Ratshit vota por el no.
-No.
-Si.
-No se dice ratshit, se dice Rached.
-Bueno.
-Vas a ver que Cobos desempata.
-Cobos vendría a ser como la serie de tiros desde el punto penal.
-No creo.
Y así el tema se va difuminando como el gas de la soda caliente dentro de un vaso de vidrio. No da para demasiado.
Lo que sí me está llamando la atención últimamente es la recurrencia a ítems vinculados con la salud:
*Uno tiene un pinzamiento de vertebra que le impide jugar desde hace un mes.
*Otro tiene una artrosis en la rodilla que lo inhibe de correr.
*A uno lo tienen que operar del riñón el 29 de julio.
*A otro le acaban de colocar un marcapasos.
*Un quinto (1/5), que sabía beber como un cosaco dipsómano, ahora toma cocacolita luz porque tiene que hacer régimen si no quiere que la presión le suba como el mercurio de un termómetro de dibujito animado.
Y de no, algunos nonos comienzan a referir pequeñas historias sobre sus nietos, sobre cómo les ha cambiado la vida, reconocen que su carrera futbolística se habrá de acotar cuando tengan que llevar a los pequeños malcriados a la plazas y todo así. No falta el que muestra la foto de la pequeña ameba, que no extrae de su billetera en un compartimiento junto a la boleta del prode, sino de su teléfono celular. Fa loco.
Alguien comenta que en el hotel de Punta del Este donde todos los años vamos a jugar al fútbol contra un equipo uruguayo ahora está haciendo la pretemporada el plantel de Gimnasia y Esgrima La Plata. Esa novedad merece algún que otro mirá vos de los comensales.
-¿Sabés que Gimnasia está haciendo la pretemporada en el hotel donde jugamos todos los años?
-Mirá vos.
A modo de regalo por el día del amigo ponemos plata para comprar una pelota porque la que venimos usando tiene menos gajos que una mandarina de cerámica.
viernes, julio 18, 2008
jueves, julio 17, 2008
viernes, julio 11, 2008
VIVIR SIN AIRE
Es el título de una bonita canción de la agrupación polifónico-vocal Maná. Cómo quisiera poder vivir sin aire, dice la letra de estos hijos del Chavo. Yo les respondería: es fácil decirlo y poder comprar con los derechos de autor todas las tortas de jamón que quieran. Pero yo supe lo que es poder vivir sin aire. Vaya si lo supe. Vaya pero vuelva así continúo. Desde botija que soy asmático. ¿Qué es el asma? El asma es no poder respirar, científicamente explicado. Cuando tenés asma se te cierran los pulmones y el aire no te penetra, creés que te vas a morir y necesitás que se te abran de vuelta. Enfermedad trapera y taimada el asma, no te hace doler nada, solamente que no podés respirar. Poca cosa. En una película del gran Jerry Lewis, El Profesor Chiflado, le preguntan si siempre usa anteojos y él responde: no, sólo cuando quiero ver. En mi caso: ¿Te afecta el asma? No, sólo cuando quiero respirar. Forzado paralelismo.
¿De qué armas disponía yo para enfrentar a tan terrible mal? Había una pastillita (disneal) que me calmaba parcialmente pero me atontaba completamente, me debilitaba y me impedía realizar tareas sencillas como por ejemplo pensar. Con el tiempo aquel medicamento se declaró insuficiente para mi organismo y en tanto la ciencia no acudiese en mi rescate se afanaban mis familiares procurando soluciones caseras que aliviaran mi imposibilidad, como ser los fomentos aplicados con un pedazo de cobija calentada a la plancha, o directamente envolviendo la plancha con la cobija y apoyándola sobre el pecho. Cuando esto era insuficiente porque el calor que me llegaba a los bronquios resultaba escaso, directamente se me aplicaba la plancha en mi tórax lampigno y no era inusual ver mi pechito argentino marcado con el dibujo de la plancha Atma. Hasta que a un médico se le ocurrió recomendarme el nebulizador de vidrio y bola de goma (asmopul) que expelía unos beneficiosos vapores en forma de microgotas que contenían cortisona y que, a más de abrirme los fuelles para que yo pudiese practicar la saludable gimnasia de aspirar y expirar, me provocaba una taquicardia tal que parecía que el corazón egresaría por mi boca y se iría a pasear, saltando por las calles como en una carrera de embolsados. Cuando estaba de novio con la que hoy es mi esposa íbamos al cine y ella solía llevar en su cartera mi aparato para usar en caso de emergencia. A veces lo olvidábamos y ese conocimiento hubiera sido suficiente para que me sobreviniera una crisis asmática clase premium. Mirá que es ladina la psique. Entonces, cuando aquello ocurría, me refiero al olvido, mi novia me retaceaba la información de modo que yo viviese inmerso en la crasitud pero respirando.
De adolescente comencé a fumar. Ah bueno, el señor fumaba siendo asmático. Si no te ayudás vos, mijo... La respuesta es simple, cuando no tenía un ataque de asma mi respiración era parejita y linda como la de un bebé (de pecho). Hoy no fumo, casi no tengo asma y soy feliz, pero siempre voy con mi nebulizador como los viejos van con sus documentos, las señoras con sus carilinas, los hombres, sean solteros o simplemente picarones, con sus forros. Por las dudas.
lunes, julio 07, 2008
Por fin, terminé de leer las noticias en el diario y me fui de mi casa envenenado.
TUVE TU VENENO (Natalia Oreiro)
miércoles, julio 02, 2008
-No puedo –le dije-.
-Dale.
-En serio, me espera un cliente.
-Dale.
- Te juro, yo de mil amores pero…
No me dio para una cuarta negativa acuciado por el apotegma sagrado que advino a mi cacumen: toda persona humana, en algún momento de su devenir, puede ser un vendedor o un comprador de inmuebles. Este hombre es un ex ejecutivo que fue despedido cuando cumplió los 50 y hoy vegeta con barba de dos días, que es el máximo de liberalidad en las costumbres que se permite la clase media. Además, el infeliz no puede estar a solas con su mente, de modo que cada vez que localiza a alguien más o menos conocido se le adhiere como el abrojo de una campera. Pero esto es solamente un prefacio, una configuración del escenario, un encuadramiento espacio-temporal. Lo malo vino más tarde. Nos sirvieron un feca -para él el segundo-, y empezó a hablar con una voz demasiado alta al punto que su decir se filtraba de la burbuja que se forma en cada mesa y que normalmente impide a los demás parroquianos enterarse los contenidos de las pláticas ajenas:
-Kirchner tuvo miedo de participar de la lucha armada de los montoneros, pero simpatizaba con ellos, eso sí, viéndola de afuera, que es la manera más cómoda de participar, porque te asegura la vida. Eso era la jotapé. La lucha, entre comillas, de estos militantes cobardes consistía en asistir a los actos, comprar El Descamisado y movilizarse, bah, ir a las manifestaciones, que es un grado considerable de la vagancia, participar de las tomas de las facultades, grado supremo de la fiesta con sexo incluído. No es que quiera denostar a los que se abstuvieron de participar de la lucha armada. Siento desprecio por los delincuentes homicidas pero también por esa lacra que, sin siquiera tirar una piedra, prohijó la violencia injustificada e indiscriminada de los montoneros, pero, eso sí, sin el coraje de empuñar las armas. Ambos son igualmente criticables, los asesinos y los que tomaban por ídolos o maestros a aquellos asesinos. Kirchner pertenece al segundo grupo de los que la vieron de lejos, los que siempre estuvieron de la otra vereda del peligro, los que daban órdenes pero no se manchaban las manos, los que le dijeron a los guerrilleros que volvieran de su exilio para que después los masacraran, los que iban a la plaza con los carteles de montoneros pero nunca vieron un fusil. Muchos de esos ahora están en el gobierno. Esos sumados a los que sí mataron gente. Todos juntos hicieron la gran Galimberti, pero en vez de empresarios se dedicaron a la política, que hoy es lo mismo. A Kirchner y a toda esa lacra, ahora se les ocurrió algo imposible y sin sentido: reconstruir la época del setenta. Sin muertos, por ahora, pero conservando su simbología, su caos, su desorden, su escaso apego por la ley, su desprecio por las instituciones. Y también regresó ese léxico tan anacrónico que habla de oligarquía terrateniente, imperialismo, traidores (Bonafini calificó al vicepresidente de traidor) y nuestro ex presidente, que en realidad es el presidente de facto, le pide a los diputados-empleados kirchneristas que no claudiquen, que se la jueguen, que tengan coraje. ¿Coraje de qué si no se va a librar ninguna batalla, simplemente se va tratar en diputados una medida confiscatoria del gobierno…?
Uno de la mesa de al lado, que venía escuchando porque aprovechaba el vozarrón indiscreto de mi conocido, que a su vez era otro conocido porque en el pueblo todos nos conocemos, dijo en voz baja pero audible:
-No sé de qué hablan algunos, que en el setenta estuvieron debajo de la cama todos cagados.
Mi conocido lo escuchó. Para qué.
-Yo no estaba debajo de la cama –dijo casi sin despegar los dientes de arriba de los de abajo lo que lo asemejaba a un ventrilocuo- sencillamente porque no tenía ninguna razón para estarlo…
-Andá, gonca.
Para qué. Eso no le gustó ni una poca a mi conocido que se acercó a la mesa donde había quedado flotando el epíteto desdoroso al vesre (gonca, no sorododes) y lo tomo del cuello de la camisa como si quisiera ajustárselo para colocarle una corbata. El ahorcado se puso blanco, primero, después azul y por fin colorado. Luego, la bandera de Francia se quiso sacar de encima las manos ajenas y le arrojó al desocupado una piña. Para qué. Todo ello, sumado al correr de sillas y la mesa sobre el piso de madera con bovedilla, contribuyó para crear la sensación de pelea en un saloon del wild west. Llegaron para separar el mozo, el pelado que atendía la caja, yo, cuando terminé mi café, y el oficial pizzero, angelicalmente blanco, que con sus manos cubrió de harina a los contendientes desatando una improvisada fiesta de la chaya (ver el dibujo a mano alzada). Los peleadores obedecieron el tácito break que supuso la intervención del musculoso y níveo pizzero. Todos salieron con sus caras y sus pelos albos como la camiseta de All Boys.
Argentinos contra argentinos. Para qué.