SOÑANDO POR CANTAR CANCIONES URUGUAYAS
Hay un programa de la televisión argentina que se llama Soñando por cantar en el que participantes aficionados cantan una canción y de acuerdo a su calidad interpretativa son calificados para una final que se llevará a cabo en un futuro más o menos próximo. El antecedente nacional de este tipo de programas es Si lo sabe cante conducido por Roberto Galán aunque la “estética” del show aspira a emular a American Idol con la salvedad de que, en lugar de Jenifer López está Valeria Lynch. El maestro de ceremonias de nuestro Argentine Idol se llama Mariano Iudica, es un hombre que grita como si le estuvieran apretando la mano derecha bajo una prensa. Pero eso no importa, por ahora. Las canciones que se interpretan son de autores populares en Latinoamérica o Norteamérica y los intérpretes imitan con variada suerte a David Bisbal, Luis Miguel, Cristina Aguilera y otros. Pero ninguno tiene un estilo propio. Entonces, aunque muchos no se den cuenta, termina siendo un mal programa de imitaciones malas. Para sorpresa de todos, el concurso tiene una audiencia buena y de hecho es el programa más visto del canal. Por ello ahora lo pasan todos los día de la semana. Y ahora también decidieron transmitir un par de días desde la República Oriental del Uruguay. Yo, que soy admirador de la música oriental del Uruguay y de la gente que allí vive, me dispuse a aguantar al conductor Iudica, que grita sin cesar, y me senté frente a mi Grundig, haciendo una excepción a mi decisión de no ver en la tele otra cosa que fútbol.
Soy de la creencia de que la hermana república tiene cantores excelentes y con voces maravillosas. Y también tengo para mí que dichos cantores hacen un culto de la afinación, la que es tenazmente practicada en las diversas murgas que constituyen parte fundamental del entramado cultural del Uruguay. Empero, ninguno de estos artistas cantaron en el show objeto de este comentario canciones del Uruguay. Qué extraño. Entretanto el pavote de Iudica está todo el tiempo que qué hermoso pueblo es el uruguayo, que gracias Uruguay por tanto cariño, que… Mucho amor por Uruguay pero no hay cabida para la música uruguaya. Ni por casualidad se escucha una canción de Zitarrosa, y eso que el gran Alfredo tiene creaciones inmensas, totalmente aptas para competir con cualesquiera canciones “pop” del guatemalteco Arjona, por citar a alguno de los más “versionados”.. Y entonces se asiste al triste espectáculo de un oriental de voz hermosa cantar Qué par de pájaros los dos del “Paz” Martinez. Pucha que dan ganas de bajarlo de un hondazo. También cantan canciones de Aretha Franklin. Y uno pierde la paciencia y pide que canten algún canción de Pinocho Routín, de El Cuarteto de Nos. Mirá que tienen canciones increíbles. Pero no. Cantan The son of the preacher man (La hija del predicador). Linda canción pero qué pena no aprovechar la estadía en tierras charrúas para disfrutar de ese patrimonio extraordinario que son las canciones uruguayas de Rubén Rada, Alejandro Balbis, Fernando Cabrera, Los Olimareños.. Shhh. Ahí se acerca al proscenio un músico oriental con guitarra. Pinta para cantar un bello tema de El Sabalero. Luis Vergara se llama el artista. El Palacio Peñarol se silencia. El insoportable Iudica grita ¡Música, dale!, y el hombre canta Las manos de mi madre de Peteco Carabajal.. ¡Pero será de Dios! Uruguayos, por favor, exijan cantar alguna canción del folklore uruguayo. No voy a decir que la canción de Peteco sea mala. Qué va. Pero sería justo que también permitan oír un bello tema telúrico oriental. El Loco Antonio, Zamba por vos. ¡Por favor!. Guarda, ahora sube al tablado una mujer bonita. Canta Te quiero (Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo…) Bueno, la letra es de Benedetti, que es uruguayo.. Algo es algo. Si alguna vez, hace tiempísimo, mucha gente de nuestro pueblo, indignada por las invasión de música foránea, se quejaba de la “dependencia cultural” que vivíamos bajo el yugo yanqui, ahora nosotros hacemos, o intentamos hacer lo mismo con el pueblo charrúa. Y les metemos este y otros programas donde pasan canciones como Cuando un amigo se va, cuando cualquier canción de Jaime Roos la supera en belleza y poesía. Y ahora una mujer canta una canción de ¡Bon Jovi! Nos tapó el agua. Si uno prende la TV en este momento nunca sabrá en qué país están transmitiendo. Salvo porque ahora se ven las banderas uruguayas flamear en las gradas del Palacio Peñarol. Pero de canciones uruguayas ni hablar. Ojalá se dieran cuenta y protestaran. Parece como si transmitir desde Uruguay fuese una concesión condicionada a que no haya música de uruguayos. ¿Por qué si hay temas guatemaltecos, mejicanos, norteamericanos, argentinos, no hay temas uruguayos si ellos son los anfitriones y tienen más derecho que ninguno?. Ahora uno canta Matándome suavemente con esta canción. Linda canción pero menos que Colombina o Los Olímpicos de Jaime Roos. Una chica canta una canción de Laura Pausini. Prefiero a Laura Canoura. Después no nos quejemos; les estamos haciendo a los uruguayos lo mismo que los yonis a nosotros.
martes, mayo 15, 2012
miércoles, mayo 09, 2012
SE DESPERTÓ EL HELIOS
En mi pueblito reinauguraron el otro día un cine y teatro, fundado en 1951 y que estuvo cerrado cerca de quince años. Se llama cine-teatro Helios. Casi siempre viví cerca de él. Primero a una cuadra y después, cuando me mudé más lejos, a siete. El cine Helios fue la mejor plataforma para hacer realidad la huida hacia la fantasía, No la única ni la más barata porque cuando somos purretes lo que nos sobra es fantasía. De todos los colores y formas. Y todas al módico precio de cero pesos. Pero la fantasía que nos proporcionaba el cine Helios tenía un efecto duradero, que nos hacía comentar durante días su contenido, su calidad y su dimensión. No profundizaré aquí sobre las películas que vi porque, siempre que podìa, iba. Entonces fueron muchas. Casi todas, diría. Menos una que se llamaba La Bella Culandrona porque era prohibida para menores. Y Además, no quiero abundar en títulos porque la calidad del recuerdo no necesariamente se corresponde con la de la película vista. Sin ir más lejos, una de las que más recuerdo, y que me proporcionó los momentos de mayor euforia dentro del Helios, fue Canuto Cañete y los cuarenta ladrones con Carlitos Balá. La vi como cuatro veces. Cuando era adolescente, es muy posible que haya disfrutado de las películas aburridas si estaba acompañado por una chica en trance de ¿querés salir conmigo?. Gracias a esos filmes insoportables ese beso que crece en la penumbra (como dice Dolina) encontraba justificación y sustento, especialmente cuando transcurre alguna escena nocturna y la sala se pone negra. ¡Que no amanezca nunca! Cuando la película era muy interesante, en cambio, reclamaba toda nuestra atención con la vista clavada en la pantalla blanca. Y se sabe que donde van los ojos van los labios. Por la injusta disposición que tienen las partes de la cara. Es cierto que nuestro nivel de excitación (el de los hombres digo) bien podía sacrificar un momento apasionante de la cinta, pero ellas por lo general no resignaban esas partes, y mucho menos los tramos románticos, por ejemplo un beso de Ryan O’Neal con Ali Mac Graw. ¡Celebraban los besos de la pantalla y renunciaban a los besos en vivo! Así son las mujeres. El cine Helios, entonces, fue el país de las fantasías, primero, y después, el del amor. Porque ¿No es acaso el amor una fantasía? No seas grasa. Gracias a esos filmes descartables salíamos del Helios con los labios hinchados de tanto besar. El colágeno del amor. Cuando éramos chicos, si la pelicula era de acción, íbamos con los amiguitos del colegio. Quedaban afuera nuestros padres que por tres horas se liberaban de esos mocosos del demonio (¿o de mierda?). Y cuando salíamos de la sala inclinada pretendíamos imitar las acciones de los combois (así se decía, con acento en la o) y nos molíamos a piñas y patadas en plena vereda. De adolescentes, como he dicho, el cine Helios suponía la oscuridad que posibilita la libertad. La libertad, a los 16, eran los primeros besitos y las tocaditas pícaras. Y después de los veinte también, aunque besitos debe reemplazarse por besos (¿chupones?) y tocaditas pícaras por todo aquello que cada quien desee imaginar. Eso sí, a veces la pifiábamos con la película y chau beso y mano pegada al cuerpo ajeno y felicidad por el módico costo de una entrada de cine. Así me ocurrió una vez cuando, junto a mi amigo Guillermo, fuimos con dos chicas a ver Sacco y Vanzetti. Estuvimos pavos con la elección. No de Pupi y Lila sino de Sacco y Vanzetti. Las hermosas señoritas se pasaron la película llorando hasta que colgaron de sendas cuerdas a los dos pobres anarquisti italiani. Todo con el acompañamiento de una canción de Joan Baez que repetía hasta el hastío: Here’s to you Nicola and Bart… Nicola era Sacco y Bart era Bartolomeo Vanzetti. Y las chicas salieron llorando del Helios. Y lloraron y lloraron hasta que las dejamos en sus respectivas casas cantando here’s to you, Nicola and Bart... Pero a lo que iba era que el otro día reinauguraron ese milagroso lugar de dicha y promesa y concurrí con mi mujer, la misma a quien, de jovencito, pude besar gracias a algún olvidable bodrio. Pero no así con La última nieve de primavera (estuvo todo el tiempo ocupada en llorar). Está bien, era una película de llorar. Imagínense, se trataba de un niñito hermoso que se muere de leucemia. Con eso lloran hasta las piedras. Yo estaba muy engripado.
Películas citadas en este artículo (por orden cronológico):
La Bella Culandrona. Italia. 1963. Director: Antonio Pietrangeli. Elenco: Sandra Milo, Gastone Moschin y Angela Minervini.
Canuto Cañete y los 40 ladrones. Argentina. 1964. Director: Leo Fleider. Elenco: Carlitos Balá, Mariángeles, Ernesto Bianco, Tito Alonso, Romualdo Quiroga, Nelly Beltrán, María Rosa Gallo, Luis Tasca, Jacinto Herrera, Nathán Pinzón, Jorge Luz, Aída Luz, Ignacio Quirós, Beatriz Taibo, Gilda Lousek, Enzo Viena, Alberto Berco, Colomba, Tono Andreu, Ricardo Bauleo y gran elenco.
Love Story. EEUU. 1970. Director: Arthur Hiller. Elenco: Ryan O´Neal y Ali Mac Graw.
Sacco y Vanzetti. Italia. 1971. Director: Giuliano Montaldo. Elenco: Gian Maria Volonte y Ricardo Cucciolla.
L’ultima neve di primavera. Italia. 1973. Director: Raimondo Del Balzo. Elenco: Bekim Fehmiu y Agostina Belli.