VIAJE A EXTRANJIA
ATENCIÓN. TODOS LOS NOMBRES USADOS EN ESTA ENTRADA SON DE FANTASÍA.
En estos días estoy realizando un viaje a Extranjia con mi esposa. Las tierras que visitamos incluyen varios países, con idiomas diferentes. E incluso hay países donde internamente también se hablan lenguas diferentes. Y también visito países donde gentes de una parte odian a las de la otra parte. Y tanto los odian que desearían no formar parte del mismo país. En fin, problemas políticos que exceden mi comprensión de turista. Y se sabe que cuando uno se pone en frecuencia Turista la comprensión y el raciocinio son limitados. Cómo se puede entender, sino, la actitud de ese gordo choto que sacó el bolso de mi señora de su silla, en la mesa del desayuno, porque era la “mejor” mesa, es decir aquella que estaba más cerca de los alimentos y se la apropió para él. Se puede viajar munido de recomendaciones: ¡No podés dejar de probar el jamón de Zangraruscos! ¡Está hecho con chanchos alimentados a maní con chocolate! ¡No deberías ir a Extranjia y no visitar Las almenas del Mogrovejo! Si uno llevó las mochila de las recomendaciones no descansará hasta no encontrar el jamón de Zangraruscos y eso puede traer una buena dosis de stress. Y los museos. ¡Cómo no fuiste al museo de Las Charutas! ¿Y no viste la sandalia agujereada del rey Wenceslao el cuarto? Yo tengo un pequeño problema con los museos. Y es que no me llama mucho ver cosas colgadas de las paredes. Creo que es porque cuando voy al dentista me paso la previa aterrorizante en la sala de espera mirando los cuadros colgados de las paredes. Para mi los museos están en orden de prioridades después de las calles, las plazas, las personas. Y con las comidas también he descubierto otro problema: el jamón, para mí, no presenta variantes demasiado significativas desde aquel que me vende mi almacenero de confianza, Don Hernán, hasta el famoso jamón de Zangraruscos, fabricado con chanchos alimentados a maní con chocolate. Ojo, sé que es un asunto privativo de mi propia brutalidad e ignorancia. Pero con los vinos me pasa algo parecido. ¡Y con las cervezas! Tanto me han recomendado el vino de la ribera del río Los Plastas. Y lo he probado y no digo que no es rico, que no lo digo. Pero cuando le pido a Hernán, mi almacenero, un novi más o menos decente, el que me expende no difiere en demasía del que consumí ayer proveniente de la ribera de Los Plastas. Sé que todo eso hará que cuando llegue deba justificar mi conducta por no haber visto, por ejemplo, la famosa pintura de La Maja Agachada a la Mañana. Pero bueno. Iré a comprar una postal de La Maja Agachada a la Mañana para saber, por lo menos, de qué va la famosa pinturilla.
2 Comments:
Mire Don Julio,atravesar el océano y no conocer las riquezas pictóricas de la historia universal es como limpiarse el traste sin haber hecho popó, claro, tal vez ud. esté estreñido y no entienda tan profunda metáfora,dicho de otro modo es como ir a Inglaterra y no visitar Liverpool!
Si,Si! Estuve en Liverpool! Eso sí que valió la pena!
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