CLAUSTROFOBIA - PRIMERA PARTE
La definición del diccionario de la Real Academia es simple aunque concisa: Angustia producida por la permanencia en lugares cerrados. Si yo tuviera que ensayar una definición en base a mi propia experiencia diría: Pánico producido por la permanencia en lugares cerrados cuando estos no pueden ser abiertos por el claustrofóbico. ¿Se entiende? ¿Me siguen hasta acá? Mi claustrofobia se opera sólo cuando el local cerrado no es susceptible de ser abierto por mí. Yo podría estar encerrado en una cápsula y no tener el más mínimo miedo. Para ello bastaría que el picaporte esté a mi alcance como para estar en capacidad de abrir la puerta o la escotilla. En el caso del avión, si tuviera ventanillas que se pueden abrir, yo no tendría inconvenientes. Pero es sabido que no las tienen. Si el avión tuviese ventanillas que se abren el ataque de claustrofobia sería inconcebible por la sola circunstancia de saber que yo tengo la potestad de abrirla. La claustrofobia no se trata de la imposibilidad de huir de un peligro si no que es una patología en sí misma. Si el avión cayese en picada por problemas técnicos no me preocuparía tanto; primaría la calma que me procuran las ventanillas abribles. No porque pudiera salvarme, es obvio que no, sino porque solucioné el problema de la claustrofobia. Es más, ni loco saldría por la ventanilla ya que padezco de vértigo. Pero eso es una patología a tratar en próximos trabajos. Si la aeronave fuese copada por fundamentalistas de cualquier signo, por ejemplo por fundamentalistas K que quieren pasar a degüello a los lectores de Clarín, la ventanilla abrible me liberaría del cuchillo, siempre que pueda escapar y arrojarme al vacío. Pero la muerte llegaría más temprano que tarde. Creo que esperaría a que el fundamentalista me filetee con su cuchillo nacional y popular pero con la tranquilidad que da la ventanilla abierta. Quizás apenas le pediría al fundamentalista que me aguarde hasta que termine de leer la columna de Susana Viau. Esa seguridad me la otorga la certeza relajante de que, gracias a las ventanillas abrientes, no padezco claustrofobia. Los ascensores son otro ámbito propicio para los ataques más horribles. Especialmente los modernos que son totalmente herméticos. Hace poco tuve la oportunidad de subir a uno. El edificio tenía ocho pisos que bien podría haber subido por la escalera. Pero necesito ponerme a prueba en mi lucha contra el monstruo de la encerrona. La puerta metálica se cerró y el elevador comenzó a ascender lentamente. La iba llevando bastante bien aunque mi corazón se aceleró un tanto. Al pasar el piso séptimo el artefacto comenzó a frenar delicadamente. Hay un momento en que el cubículo queda como suspendido pero la puerta no se abre enseguida. Todo parecía indicar que ya estaba en el piso octavo pero la puerta corrediza permanecía cerrada. Habrán sido cinco o seis segundos y yo les garanto que fueron cinco o seis segundos más aterradores que una miniserie de Ibañez Menta. Me faltaba el aire, comencé a sudar y estuve a un tris de desgarrarme la cara por pura desesperación . Como aquellos catalépticos que recuperan la vida plena adentro del feretro y comienzan a golpear y rasguñar la madera para terminar despellejándose la propia piel. Afortunadamente no llegué a eso, que hubiera sido una pena porque no soy un feo muchacho. Pero lo que me importa ahora es mi inminente viaje adentro de un avión. ¿Debería cancelar mi viaje? Me han sugerido tomar algún tipo de pastilla que me duerma para todo el trayecto. Eso sería no afrontar el problema y además yo quiero disfrutar de esa vida de dandy que discurre en un avión, pedirle un pernod a la azafata, ver el video siempre que no sea Aeropuerto, solicitar un cigarrillo y que me traigan una cajetilla de cinco fasos y fósforos carterita con el logo de Panagra, etc. Tengo pocos días para revertir mi drama.
9 Comments:
Un cursito rápido en AA sobre técnicas anticlaustrofóbicas. Dicen que son buenos o sino, sexo desenfrenado en el baño de la aeronave con la azafata, si lo prefiere con el Comandante o quien le plazca (o con todos). Feliz viaje y que la pase muyyyy bien !!
lo del sexo desenfrenado me parece genial pero en el baño del avión sería doble claustrofobia. Ahí sí que me muero. Lo del cursito no lo sabía. Gracias por la subgerencia.
El bañito tiene picaporte, disfrute y nada más.
entonces si!
¿Y la aneda? Claustrofóbico sin remedio a la vista, o sea en un avión te la bancás o te la bancás, Julito.
Me acordé de Ud. porque en pocos días más tengo que ir a dar pena con mis compañeros de equipo al clubcito que queda cerca de la curva del mate. Sólo por eso, aunque yo sé que Ud. es de los del Fomento, ¿no? A esos también fui en otros años.
La aneda terminará cuando me suba al avión y vea qué pasa. Avisame día y hora a ver si puedo pasar cuantimenos para darte un abrazo.
la claustrofobia, estimo que pasó a 2do. plano, luego de la noticia del ente recaudador del día de ayer no ? vió que hay males peores ? el encierro pasará a ser una aneda, pero el 15% más es una realidad que duele. Igualmente, a pasarla bien, que es lo único que interesa y lo que va a quedar. salutti
Querido Julio,buena recomendacion dada por gjf,pero,si no es posible sexo en el biorsi,aplique una buena masturbacion en su asiento(teniendo cuidado de esconder bajo la manta provista por la aerolinea sus pudendeces)y luego un buen beveraje servido por el servicio de abordo y happy fly!!!!!un abrazo emeceache
ok, ya tomo nota: paja. Gracias por el aporte.
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