UN PASEO POR LA FERIA DEL LIBRO
El paseo cultural por la feria del libro me deparó innúmeras satisfacciones, módicos estupores y previsibles desilusiones.
El gran salón de la sociedad rural, propiedad del amigo… éste que fue candidato a gobernador de Buenos Aires… este chabón que parece un muñeco de torta… que tiene un tatuaje japonés en el cogote… ya me voy a acordar, está todo alfombrado de rojo (el salón), pasajes anchos, bien iluminado, poca gente, libros lindos, algunos buenos, hallazgos de literatura de aquella que está fuera del negocio y del mercadeo. Hay una editorial (Dunken) que vende los libros que paga el propio autor. Es así: vos escribiste una novela, un decir, y llevás tu manuscrito a una editorial para que te lo publique. La editorial, Santillana, un suponer, te dice que tu material es una porquería. Eso en el mejor de los casos. En el peor te dirán que de momento no están recibiendo manuscritos. Entonces, si tu ansia de publicar es tan poderosa y tienes el dinero suficiente, te vas a la editorial Dunken, pagás una buena suma y ellos te arman el librito. Después que está fabricado, con su tapa a color, tu nombre en la portada y una tirada de, digamos, quinientos ejemplares, cosa que te emociona y a tu madre también, ahí sí comienzan a ofrecerlo e intentar venderlo. En la feria, Dunken te proporciona un lugar para que firmes ejemplares de tu obra. Había una señora mayor con su estilográfica lista pero nadie parecía interesarse por su poemario. A algunos parientes se lo regalarás y otros, los que tienen clase superior, insistirán para pagarlo y lo pagarán porque saben que ese emolumento es el sustento del escritor. Me di una vuelta por el stand de la editorial (Dunken) porque buscaba un libro sobre la historia de la Refrescola y, de paso, escudriñar para ver si encontraba una antología de cuentos en la que hay un notable trabajo de mi autoría.
Había una radio armada por la escuela del ISER (enseñanza de locución. Rechace imitaciones) en donde le hacían una interviú a Marisa Brel, una “periodista” de espectáculos que trabajó últimamente en Gran Hermano y que supo ser novia de Varela Cid. Contaba Marisita que para ella fue un honor trabajar al lado de Mariano Peluffo. La chica decía en el reportaje que al trabajo hay que salir a buscarlo como sea. Hasta allí bien. Y agregó que si es necesario hay que trabajar gratis para ir haciéndose un espacio. Ahí la arruinó.
Seguí de largo. Este año las chicas lindas no me atiborraron de folletos lo cual me hace imaginar una merma en la tala de árboles. Me detenía especialmente en los stands musicales para otear los cancioneros de rock y comprarme alguna púa de guitarra con forma de calavera. En un stand le pintaban la cara a los niños. Un alumno de secundaria me preguntó si tocaba la guitarra y yo le contesté que sí. Profesor, intentó adivinar el rapaz. Evidentemente una persona con pinta de viejo choto que toca la guitarra da profesor de música. Eso es feo porque todos los profesores de música que tuve eran unos pelotudos. Los libros en general están caros, hay obras de más de cien pesos, otras de ochenta, con esa plata como una semana. Me compré una biografía de Pepe Arias por diez pesos. Por eso es linda la feria del libro.
Los libros que publicitan en las revistas culturales están al mismo precio que en cualquier librería . Sobran las confiterías, los restaurantes y los barcitos pero faltan lugares para sentarse sin pagar un vintén cuando tus pies se han transformado en dos empanadas latentes.
Un primo mío tiene una editorial que publica historietas. Las historietas se venden mejor que los libros, a veces el muchacho no me puede dar mucho artículo porque se la pasa despachando morts cinders, cortos malteses y eternautas que da calambre. A propósito de eternautas, tengo un hermano que aparece en la última edición de El Eternauta, en un breve cameo.
Los baños son amplios, limpios, líquido jabonoso con aroma a naranjas de ombligo, vapor secamanos de efecto rápido, buena provisión de naftalina en los mingitorios, una delicia.
Los stands comunistas tienen libros muy interesantes pero tan caros como si fueran stands capitalistas.
Una conferencia en uno de los bellos salones de actos muestra a una cocinera que enseña a preparar un platillo equis. Toda la sala tiene una baranda a comida que hace recordar a una fonda de las que te dejan el olor a fritanga impregnado en ropa y pelos.
Bryce Echenique tiene demasiadas novelas escritas. Qué caro el nuevo libro de Naomi Klein. Es un ensayo que trata sobre el capitalismo del desastre. Tenía ganas de tenerlo pero leí en una revista , en una referencia al secuestro de Rodolfo Walsh, que se cita una frase supuestamente de Massera que, según Naomí, dijo: “Walsh es mío, traedme a ese bastardo”. Se me quitaron las ganas.
El gran salón de la sociedad rural, propiedad del amigo… éste que fue candidato a gobernador de Buenos Aires… este chabón que parece un muñeco de torta… que tiene un tatuaje japonés en el cogote… ya me voy a acordar, está todo alfombrado de rojo (el salón), pasajes anchos, bien iluminado, poca gente, libros lindos, algunos buenos, hallazgos de literatura de aquella que está fuera del negocio y del mercadeo. Hay una editorial (Dunken) que vende los libros que paga el propio autor. Es así: vos escribiste una novela, un decir, y llevás tu manuscrito a una editorial para que te lo publique. La editorial, Santillana, un suponer, te dice que tu material es una porquería. Eso en el mejor de los casos. En el peor te dirán que de momento no están recibiendo manuscritos. Entonces, si tu ansia de publicar es tan poderosa y tienes el dinero suficiente, te vas a la editorial Dunken, pagás una buena suma y ellos te arman el librito. Después que está fabricado, con su tapa a color, tu nombre en la portada y una tirada de, digamos, quinientos ejemplares, cosa que te emociona y a tu madre también, ahí sí comienzan a ofrecerlo e intentar venderlo. En la feria, Dunken te proporciona un lugar para que firmes ejemplares de tu obra. Había una señora mayor con su estilográfica lista pero nadie parecía interesarse por su poemario. A algunos parientes se lo regalarás y otros, los que tienen clase superior, insistirán para pagarlo y lo pagarán porque saben que ese emolumento es el sustento del escritor. Me di una vuelta por el stand de la editorial (Dunken) porque buscaba un libro sobre la historia de la Refrescola y, de paso, escudriñar para ver si encontraba una antología de cuentos en la que hay un notable trabajo de mi autoría.
Había una radio armada por la escuela del ISER (enseñanza de locución. Rechace imitaciones) en donde le hacían una interviú a Marisa Brel, una “periodista” de espectáculos que trabajó últimamente en Gran Hermano y que supo ser novia de Varela Cid. Contaba Marisita que para ella fue un honor trabajar al lado de Mariano Peluffo. La chica decía en el reportaje que al trabajo hay que salir a buscarlo como sea. Hasta allí bien. Y agregó que si es necesario hay que trabajar gratis para ir haciéndose un espacio. Ahí la arruinó.
Seguí de largo. Este año las chicas lindas no me atiborraron de folletos lo cual me hace imaginar una merma en la tala de árboles. Me detenía especialmente en los stands musicales para otear los cancioneros de rock y comprarme alguna púa de guitarra con forma de calavera. En un stand le pintaban la cara a los niños. Un alumno de secundaria me preguntó si tocaba la guitarra y yo le contesté que sí. Profesor, intentó adivinar el rapaz. Evidentemente una persona con pinta de viejo choto que toca la guitarra da profesor de música. Eso es feo porque todos los profesores de música que tuve eran unos pelotudos. Los libros en general están caros, hay obras de más de cien pesos, otras de ochenta, con esa plata como una semana. Me compré una biografía de Pepe Arias por diez pesos. Por eso es linda la feria del libro.
Los libros que publicitan en las revistas culturales están al mismo precio que en cualquier librería . Sobran las confiterías, los restaurantes y los barcitos pero faltan lugares para sentarse sin pagar un vintén cuando tus pies se han transformado en dos empanadas latentes.
Un primo mío tiene una editorial que publica historietas. Las historietas se venden mejor que los libros, a veces el muchacho no me puede dar mucho artículo porque se la pasa despachando morts cinders, cortos malteses y eternautas que da calambre. A propósito de eternautas, tengo un hermano que aparece en la última edición de El Eternauta, en un breve cameo.
Los baños son amplios, limpios, líquido jabonoso con aroma a naranjas de ombligo, vapor secamanos de efecto rápido, buena provisión de naftalina en los mingitorios, una delicia.
Los stands comunistas tienen libros muy interesantes pero tan caros como si fueran stands capitalistas.
Una conferencia en uno de los bellos salones de actos muestra a una cocinera que enseña a preparar un platillo equis. Toda la sala tiene una baranda a comida que hace recordar a una fonda de las que te dejan el olor a fritanga impregnado en ropa y pelos.
Bryce Echenique tiene demasiadas novelas escritas. Qué caro el nuevo libro de Naomi Klein. Es un ensayo que trata sobre el capitalismo del desastre. Tenía ganas de tenerlo pero leí en una revista , en una referencia al secuestro de Rodolfo Walsh, que se cita una frase supuestamente de Massera que, según Naomí, dijo: “Walsh es mío, traedme a ese bastardo”. Se me quitaron las ganas.
¡Ah! De Narváez.
La Foto de Marisa Brel con Varela Cid ha sido extraída del blog La Memoria que Perdimos
7 Comments:
y ese dibujo ?
es una coincidencia? o que es lo que es .
es nuestro Fernando patente. Lo incluyò Javier en la nueva versiòn de El Eternauta.
Hola! Soy Fernando Patente.
Notaron que el casco con el que me defiendo de la nevada es una frappera?
Un detalle.
Qué dice don patente, tanto tiempo. No lo noté pero una frapera
no debe faltar en ningún hogar.
Lo de Dunken es tal cual, aunque cabe comentar que hace unos... 10 años, ellos tenían un stand de 3 x 3 (más pequeño que el mío, que ya pelaba un 4 x 4!), y ahora son un mega-emporio con un stand de 80 mts, arquitectura super sofisticada (yo sigo con los mismos mueblecitos que diseñó Ariel), impagables propagandas en to-do (repito: to-do!) el corredor de acceso a la Feria desde Plaza Italia (algo así como 200 mts lineales de avisos al hilo) y auspicios en todo rincón donde quepa un cartel luminoso... Y esto es, te lo aseguro, mucha, pero mucha plata.
Entonces, tal vez las historietas se vendan mejor que los libros, pero siempre menos que LOS LIBROS PAGOS POR EL AUTOR!
Y yo acá, con estas mechas...
El primo editor del cabeza de frappé..
Después no me digan que Argentina no es la verdadera tierra de oportunidades!!!
Así es, Javi, tendrías que inventar una dunken de las historietas. (Publique su propia historieta o algo así)
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