La historia que relataré acto seguido no tiene aún un desenlace por cuanto el damnificado ha prometido venganza y allí estaría el broche de sangre que la lógica impone.
CUANDO NO EXISTE LA JUSTICIA LA VENGANZA HACE SUS VECES (José Narovsky)
Un joven veterinario alquiló una casa mediante el servicio de intermediación de EGBERTO GONCALVEZ propiedades. El precio de la locación se estableció en ochocientos cincuenta pesos mensuales. Al cabo de dos años, como lo establece la ley de alquileres en vigencia, el contrato se venció. La inmobiliaria EGBERTO GONCALVEZ propiedades, en adelante, la inmobiliaria, convocó al locatario para explicarle que el propietario del inmueble había decidido ponerlo en venta pero que no tenía inconvenientes en que el inquilino continuara en la ocupación de la casa, eso sí, mediante un ajuste en el arriendo mensual que en adelante sería de mil quinientos pesos, y sin firmar contrato. El galeno de animalillos accedió sin pensarlo demasiado puesto que la oferta de inmuebles en alquiler estaba –y está- muy escasa y, tanto él como su familia, se encontraban adaptados en plenitud al hogar que los albergara durante el bienio pasado. Transcurrido un mes del nuevo acuerdo de palabra el veterinario concurrió a pagar los mil quinientos pesos del primer arriendo, pero el dueño de la inmobiliaria (EGBERTO GONCALVEZ propiedades), mientras contaba los billetes, le comunicó que, como no se había suscripto contrato, tampoco era necesario extender recibo. El veterinario, más ingenuo que las mascotas que pasaban por sus santas manos, aceptó la situación de hecho sin decir ni guau. Pasaron seis meses sin novedad hasta que un día el doctor de perros recibió una carta-documento del propietario que lo intimaba a pagar los alquileres atrasados ($ 9.000.-) con más intereses, multas y alguna otra cosilla que ahora se me escapa por la tangente.
-¡Pero yo le pagué todos los alquileres a la inmobiliaria! –lloraba el veterinario mientras su mujer lo consolaba y también lloraba pero por dentro-.
Una pena para el confiado veterinario que no existiese ningún documento que acreditara tal aserto, y nueve de los grandes para el bolsillo de EGBERTO GONCALVEZ propiedades, o más propiamente dicho, de EGBERTO GONCALVEZ.
-¡Pero yo le pagué todos los alquileres a la inmobiliaria! –lloraba el veterinario mientras su mujer lo consolaba y también lloraba pero por dentro-.
Una pena para el confiado veterinario que no existiese ningún documento que acreditara tal aserto, y nueve de los grandes para el bolsillo de EGBERTO GONCALVEZ propiedades, o más propiamente dicho, de EGBERTO GONCALVEZ.
9 Comments:
Egberto GARCABLE, muy rápidito él sr. Qué mal le hace al rubro.
Ah!! y para vengarse que lo encierre en un canil de Rottweiler y se lo coman de a poquito al hdp.
Tanto tiempo, don Macio.
La idea es excelente y se la transmitiré al veterinario.
ese gonzález es González o es pura coincidencia?
Este es Goncalvez...
ese no me suena...insisto: debería sonarme? Tengo uno que otro prejuicio con algún gremio, y por algo Ud. eligió ese apellido portugués en lugar de su homófono español...dele, confiese...
no qusiera exponerme a un juicio en sede civil
Para cuando el broche de sangre?
El tipo lo está rumiando. En cualquier momento lo leemos en policiales.
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