Antes de que mi mujer me comunicase que era la hora del paseo de salud de nuestro perro Estanislao, yo leía mi libro sentado en el sillón. Era de una escritora austríaca, Elfriede Jelinek (foto), premio Nobel de literatura en 2004. La novela se llama Deseo. Un hombre trabaja en una fábrica de pasta de celulosa o pastera. Su mujer, la protagonista, reflexiona. Escuchemos lo que dice la señora:
“…Lo que hemos hecho con el agua se ve enseguida, después de que la fábrica de celulosa se vacía en el arroyo, que corre sin descanso. El llevará su veneno a cualquier otra parte donde gusten de comer pescado”.
Me acordé de Gualeguaychú, como Austria, a bastantes kilómetros de aquí.
4 Comments:
...gusten de comer pescado".
Si no malentiendo la parabola, para que una persona pueda leer un libro, alguien que gusta del pescado debe envenenarse?
Bien por Elfriede!!!!
si entendiste eso, me parece que te vendieron pescado podrido.
Raro que no hiciste el chiste obvio con la homónima.
Bien, julito, mucho tinelli degenera en ñoñez.
Están tan lejos la una de la otra que ni se me ocurrió. Pero no es mala idea.
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