Antes de ingresar al quincho pasé por el buffet donde cuatro de mis amigos riverplatenses miraban un partido de la gallina por la copa Santander de Batunga Libertadores. Los besé y me senté. El mozo se acercó y nos preguntó si íbamos a tomar algo. Lo miramos indignados como diciéndole: River va perdiendo ¡Podés ser tan desubicado de venir a preguntarnos qué vamos a tomar! Tomátelas.
Los millonarios jugaban pésimamente y Tuzzio cometía torpezas propias de un verdadero cornudo, así que me levanté y encaminé al quincho donde el asador primero me besó y luego me pidió que fuese a comprar una bolsa de carbón porque se había quedado corto. Quien le hacía compañía, después de besarme, se ofreció para llevarme en su flamante moto de alta cilindrada, que no sé qué es pero suena cool. Hacía treinta años que no me subía a un biciclo. Desconocía la normativa a seguir para el que va detrás, no quería agarrar a mi amigo de los rollos porque me daba impresión, ni tomarme de la barra que está en la parte posterior del rodado porque no me parecía seguro. Lo así de un hombro con mi mano derecha como haciéndole el amor a un marciano.
-¡Esto es la libertad! –me dijo mientras el viento desordenaba su calva-. ¡Nunca más me compro un auto, te juro! ¡Con la moto no existen los semáforos! –y pasó uno todo colorado-, ¡ni los embotellamientos! –y sorteó con arriesgadísimos slaloms algunos vehículos que habían quedado rezagados-. ¡Tampoco existen ni las calles ni las veredas! -y se subió de la calle a la vereda para depositarme casi adentro de la verdulería donde se compra el carbón-.
-Ni los ceniceros –dije, pero creo que no me escuchó-.
Cuando regresamos al quincho los muchachos comían rueditas de morcilla cruda y tomaban vino. Detrás de nosotros también venía Lalo, en bermudas y con una bolsa conteniendo plato y vasito. Parecía un infante que repitiera ad-infinitum el kinder. Nos besó y dijo:
-Pasame la botella de parietal.
-¿Parietal derecho o izquierdo? ¡Ja, ja, ja,! ¡Se dice varietal, bestia.-
-¡Ja, ja, ja,!
La reunión estaba tomando color, igual que nuestros mofletes.
Variedad de situaciones económicas han ido modelando a este conglomerado de individuos hasta hacerlo heterogéneo, variopinto, multiclasista, un rejuntado de hombres en la cincuentena donde la plata, en general, no es tema de conversación. Aunque sí lo que se puede comprar con ella. Uno de los muchachos se entusiasmaba platicando sobre las maravillas del auto fantástico con el que había viajado a Bariloche:
-…Si llueve poco, el limpiaparabrisas camina lento zip… zip… zip…, ahora si diluvia, vos no hacés nada, que el limpiaparabrisas empieza a correr rápido, zip,zip,zip,zip,zip,zip,zip. La radio es una cosa de locos, vos le decís, por ejemplo, efe eme y la radio te repite efe eme y te pone la efe eme. Después le decís noventa y cinco punto cinco, y la radio te repite noventa y cinco punto cinco y te pone la…
-Noventa y cinco punto cinco.
-Exacto. Es increíble que uno le hable a la radio y le contesta. No tenés que apretar ningún botón. En un momento le digo: andá a la puta madre que te reparió y la radio te dice “disculpe”, ja, ja, ja. En serio, boludo, ja, ja, ja. Disculpe, ja, ja, ja.
-Ja, ja.
-Después al volante lo podés correr para arriba, abajo, adelante atrás, derecha, izquierda, según quien maneja ¿viste? Así no tenés que correr el asiento que siempre es un quilombo.
-Qué quilombo.
-Los asientos vienen con calefacción. Al que iba de acompañante yo le calentaba el asiento sin que se diera cuenta. Para joder ¿viste? Y hacía calor, ja, ja, ja.
-Ja, ja. ¿Cuánto cuesta el coche?
-Cincuenta mil verdes.
Le pregunté a nuestro goleador-estrella la causa de su ausencia al club desde hace por lo menos dos meses.
-No tengo guita para pagar la cuota.
-Ah.
Grupo heterogéneo.
Antes de que llegara la medianoche nos besamos entre todos y nos fuimos. Se puede decir que fue una besadera general.
Un beso para todos. Julio
2 Comments:
se dieron besos de varón?
Claro, bien viriles, rico.
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