VACACIONES MAGICAS
El adjetivo mágico, en mi opinión, no le calza a ningún otro acto que no sea ejecutado por individuos como Fu Manchú o cuanto menos por el hijo de Dora Baret. “Fue una experiencia mágica” es una expresión que por fortuna está cayendo en desuso por su abuso. Sin embargo quedan todavía vacacionistas esnob/grasas que aluden a lo mágico cuando se quieren dar dique con algún aspecto de su viaje que supere a lo que cualquiera puede ver por televisión o internet. Porque si dicen que Pisa tiene una torre que está torcida, todos lo sabemos aunque nunca hayamos pisado Pisa. Pero si explicás que cuando te paraste frente a ese imponente milagro del equilibrio sentiste como una energía que te llenó de gozo, una fuerza que te inundaba de luz, que hasta tu piel comenzó a ponerse más tersa y sin estrías, y que bla, bla, bla, ahí ya te miran con otros ojos, como interrogándose éste qué tomó. Esos esnobs barra grasas pasan por una catedral más o menos célebre y creen haber sentido como un tocamiento de Dios Nuestro Señor. Me gustaría informarles que si Dios se aparece solamente en vacaciones, entonces no es Dios, en el mejor de los casos podría llegar a ser el coordinador de la agencia de turismo. Renata Schusseim, la famosísima artista multimedia, pasó unas vacaciones en una isla griega y nos cuenta en una interesantísima nota de Clarín: “En semejante ámbito se percibe a los dioses que andan por ahí cuidándonos”. Así que los dioses viven y nos cuidan en Santorini -que es el nombre de la isla donde estuvo la plástica-. ¡Entonces, vamos todos a vivir a Santorini que tiene muchos dioses y no uno solo que siempre está diciendo puede fallar, como nuestro diosito criollo! Esas personas siempre te salen con la experiencia trascendente, nunca escucharás de ellos un me compré un cenicero de yeso con forma de inodorito, que es un primor. No, todo tiene que ser una aventura del espíritu, una incursión cuasi místico-ayaguasquera, una vuelta al origen mismo de nuestra trascendencia identitaria… Y lo único que en verdad nos está ocurriendo es que, gracias a las vacaciones, sea en Santorini, sea en Santa Teresita, tenemos la mente más limpiecita, más allanada de conflictos reales, cuanto menos por las próximas horas, hasta que la bestia de nuestro/a hijo/a se mande otro humor espeso y pegajoso que segregan las membranas mucosas y especialmente el que fluye por las ventanas de la nariz. Lo único que se nos exige pensar cuando estamos de vacaciones –si somos gentes sencillas y de pensamientos small-, es si a la noche en el tenedor libre acabaremos con la cazuela de mariscos, nos tiramos a la parrilla, u optamos por ambas asimetrías a la vez; si nos vamos a poner ese solerito que nos queda tan bien al bronceado o aquel shortcito tan cómodo que permite ver las piernas que las tengo tan doraditas y depiladitas. Por eso yo afirmo que eso que los esnobs/grasas definen llenándote de explicaciones chopra es nada más que sentirse bien. No se trata ni de experiencia mística, ni mágica, ni un ardite. En la época de las tarjetas postales había menos chantapufismo quizás porque la falta de espacio te obligaba a escribir sucintamente: la estamos pasando un kilo.
Con eso nos quedaba todo claro.
Con eso nos quedaba todo claro.
4 Comments:
Lamento tener que entrar a corregirlo pero era "un kilo y dos pancitos"
¿Dejaste tu chupete en el chupetómetro?
jajajaja, está bien, perdone; Ud. ya tenía carnet de conducir cuando yo me comía los mocos viendo a Carlitos (ahora también me los como pero viendo otra cosa...)
Qué buen disco "Santorini Blues"...
Es mágico, vea.
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