BREVE ENSAYO SOBRE LOS SOBRENOMBRES EN EL AMBITO DEL BALOMPIE
Los sobrenombres de los jugadores de fútbol suelen originarse en el seno de la institución que los alberga. Se me ocurre a un jugador apodado Graciani, que así fue bautizado por su notable parecido, veinte años atrás, con el ex jugador del Boca Juniors, club que recientemente perdiera la final interclubes (luego de haberle ganado a un equipo de Tunez). A otro muchacho le dicen Centurión porque hace una punta de años se parecía al ex jugador del River, Ramón Centurión. Ha pasado el tiempo y lo seguimos llamando Centurión aunque, como se puede apreciar en el grabado, al presente no se le asemeja en nada. Yo diría que nuestro Centurión hoy es casi un sosias del escritor indo-inglés Salman Rushdie, autor del Los versos satánicos. Pero nuestro amigo ya tiene el Centurión grabado a fuego, qué caso tiene empezar a denominarlo Salman, o Rushdie, o Salmanrushdie que, por otra parte es muy difícil de vocalizar. Además casi nadie conoce a Salman. Su parecido es asombroso, como lo testimonia la fotografía que ahora agrego como prueba número uno. Otro muchacho de mi club era conocido como Ortiz en recuerdo del ex jugador de San Lorenzo y River Plate Oscar Ortiz. Incluso en algún documento figura con su nombre de fantasía porque en cierta oportunidad el muchacho tuvo que cumplimentar un trámite y concurrió en compañía de un amigo que creía que Ortiz era apellido real y no apodo. Cuando el funcionario le pidió a mi amigo los datos personales, el otro, de puro comedido, se le adelantó al titular del nombre y dijo “Ortiz”. El cagatintas tomó nota y cuando fue anoticiado del error ya no era posible borrar el documento público. Le quedó Ortiz. Tienen que creerme. El sobrenombre de nuestro amigo, sin embargo, se fue perdiendo con el tiempo y hoy en día apenas un par de amigos, de los pocos que le quedamos, y que lo conocemos desde hace décadas, lo llamamos esporádicamente Ortiz. Por ejemplo le decimos: “¡Ortiz correla, la concha de tu madre!”, y cosas así. Cuando el jugador recién llegado no se parece a nadie el sobrenombre puede originarse recurriendo a alguna inscripción que tuviese en la camiseta, buzo o sudadera. Así es que uno de nuestros coequipers recibe el nombre de BJ porque la primera vez que jugó en el club llevaba precisamente una remera con una foto de Bj Mc Kay y su simpático mono, y debajo la inscripción BJ, que así se llamaba una serie norteamericana de comienzos de los ochentas protagonizada por Greg Evigan. Y le quedó BJ. Por ello desmiento que el negro BJ se llame Benito Juarez. Se aprecia cotejando ambos retratos que mi amigo no se parece mucho al apuesto camionero yanqui. También los nombres de fantasía se colocan tomando en cuenta el color que tiene la camiseta cuando ésta carece de inscripciones. Alguna vez habremos escuchado ¡pasala marrón!, ¡tuya rojo!, ¡celeste siempre celeste!. Si la casaca es de algún club de fútbol profesional, éste será el nombre del futbolista: ¡Largala, Boca! ¡Andá a cabecear, Ajax! ¡Dejala, Godoy Cruz Antonio Tomba!
Gracias a los jugadores educados que tienen roce social y no temen preguntar podemos conocer los nombres reales de los players:
-Flaco, ¿cómo te llamás?.
-Baldomero.
Es sencillo. Nos complicamos de puro cortos.
Los nombres establecidos en base al color del vestido del jugador trocan en cada jornada cuando muda de ropaje de una fecha a otra. Si hoy tienes una remera verde te llamarán verde, mas si la próxima semana te apareces con una fucsia, te mentarán fucsia (algún amigo te podrá decir trolo). Eso trae aparejada una pérdida de identidad con grave desmedro para la autoestima. Por eso es que siempre es mejor procurarse una remera que diga algo. En una oportunidad yo llevaba una remera que tenía la inscripción de una ciudad australiana, que me regalaron, en la época en que todos los argentinos podían viajar sin fijarse adónde. Un día de año nuevo, como mi club estaba cerrado y sufrí una horrible crisis por síndrome de abstinencia de fútbol, tomé desesperado mi convertible y rumbeé para la avenida General Paz en busca de algún partido, picadito o cabeza (palomita vale doble). Dios se apiadó de mí y encontré un desafío por la sidra. Mis ocasionales compañeros me llamaban Adelaida pero a mí no me molestó.
Gracias a los jugadores educados que tienen roce social y no temen preguntar podemos conocer los nombres reales de los players:
-Flaco, ¿cómo te llamás?.
-Baldomero.
Es sencillo. Nos complicamos de puro cortos.
Los nombres establecidos en base al color del vestido del jugador trocan en cada jornada cuando muda de ropaje de una fecha a otra. Si hoy tienes una remera verde te llamarán verde, mas si la próxima semana te apareces con una fucsia, te mentarán fucsia (algún amigo te podrá decir trolo). Eso trae aparejada una pérdida de identidad con grave desmedro para la autoestima. Por eso es que siempre es mejor procurarse una remera que diga algo. En una oportunidad yo llevaba una remera que tenía la inscripción de una ciudad australiana, que me regalaron, en la época en que todos los argentinos podían viajar sin fijarse adónde. Un día de año nuevo, como mi club estaba cerrado y sufrí una horrible crisis por síndrome de abstinencia de fútbol, tomé desesperado mi convertible y rumbeé para la avenida General Paz en busca de algún partido, picadito o cabeza (palomita vale doble). Dios se apiadó de mí y encontré un desafío por la sidra. Mis ocasionales compañeros me llamaban Adelaida pero a mí no me molestó.
2 Comments:
Mencionó "Godoy Cruz Antonio Tomba" y no pude seguir... que emoción carajo!!
Yo sabía que te iba a tocar las cuerdas más íntimas.
Publicar un comentario
<< Home