TOCANDO EN UN CUMPLEAÑOS DE QUINCE
El domingo no me pude levantar del sueño para ver la humillante y vergonzosa derrota del Boca Juniors porque el sábado tuve que ir con mi amigo Dante Rey (Roberto Pancaldi) a una fiesta de quince en carácter de acompañante en guitarra para una presentación artística en el rubro canto.
Nos citaron a la hora de inicio de la reunión por lo que tuvimos que esperar junto a los invitados a que llegara la chica, apretujados en la entrada donde había una cascada artificial con luces de colores y angelitos que largaban por la boca chorros de agua como verdaderos guanacos maleducados. Cuando llegó la agasajada se apretujaron a su alrededor parientes, amigos y viandantes en desordenado corro, con la sonrisa preparada de antemano, lo que le daba al conjunto de personas un cierto aire bobalicón. Le pregunté a Dante (Roberto) a qué hora era nuestro set.
-Qué, te crees que vamos a jugar al tenis?
-No, set es la actuación.
-Entonces llamala actuación. A las once.
-¡Pero son las nueve!
-Qué querés, la señora me citó a las nueve. ¿Te aprendiste las canciones?
Eran diez temas bastante fáciles. Empezamos con Feliz feliz en tu día (amiguito que Dios te bendiga) de Gaby Fofó y Miliki. Piece of cake, como diría un amigo que suele insertar en su discurso expresiones en inglés, pero siempre con justeza y oportunidad. Re, sol, la re, sol, la, re, mi, mi séptima, la, sol, la re. Una papa.
Y que cumplas muchos máaaaaaaaaaas.
Ovaciones y lágrimas, que los borrachos suelen almacenar a granel. Todos estrechaban a la chica, que se veía más contenta cuando bailaba la cumbia villera con los sátrapas de sus compañeros.
Unas pintas de cerveza me ayudaron a ganar en coraje y desprejuicio y superar el nerviosismo que tenía por tocar en público después de tanto tiempo. Hasta me atreví a gritar, en cada caso en que la canción lo ameritaba: ¡Everybody!
Nuestro show fue un éxito total. Yo pulsaba la viola y Dante cantaba con su voz clara y fina, parecida a la de Adrián…
-Dargelós de los Babasónicos.
-No, Adrián y los Dados Negros.
-Ah.
Nuestro número final fue la pieza musical llamada Los hombres no deben llorar en homenaje al padre de la quinceañera, fanático del cantante King Clave (La chica tenía una cara de fastidio que se le endurecían las facciones, se conoce que estaba fula con ese homenaje porque se supone que la homenajeada era ella, pero parece que la que tuvo la peregrina idea fue la segunda mujer del padre, que es la que estaba en la fiesta -la madre de la chica ni se apareció, pobrecita-. La descocada de la segunda esposa, que no sé siquiera si se casaron, mirá lo que te digo, era una mujer bastante joven para él, pero también un poco ordinaria -las cosas hay que decirlas- y tenía un vestido muy parecido al de la chica, del mismo color, y si me apurás confeccionado por la misma modista, mirá si será buscarroña la otra, se conoce que lo hizo de puro emvidiosa, para envenenarle la fiesta a la pobre piba que se mordía los codos de la ojeriza que tenía). El hombre, contradiciendo los postulados de la canción, lloraba como Martín Palermo. La obra de King Clave es sencilla de tocar: sol, la menor, re séptima, sol, mi menor, la menor… Ni la menor idea cómo es que el padre de la quinceañera podía emocionarse con una canción tan fea.
Aplausos, desbande hacia las tortas, ¡otra, otra!, minga otra, por cien pesos que me pagan ¿qué querés, que te haga La Traviata completa? Me pagaron los cien pesos que me correspondían, puse guitarra en bolsa y me fui a mi casa silbando una que sepamos todos.
Nos citaron a la hora de inicio de la reunión por lo que tuvimos que esperar junto a los invitados a que llegara la chica, apretujados en la entrada donde había una cascada artificial con luces de colores y angelitos que largaban por la boca chorros de agua como verdaderos guanacos maleducados. Cuando llegó la agasajada se apretujaron a su alrededor parientes, amigos y viandantes en desordenado corro, con la sonrisa preparada de antemano, lo que le daba al conjunto de personas un cierto aire bobalicón. Le pregunté a Dante (Roberto) a qué hora era nuestro set.
-Qué, te crees que vamos a jugar al tenis?
-No, set es la actuación.
-Entonces llamala actuación. A las once.
-¡Pero son las nueve!
-Qué querés, la señora me citó a las nueve. ¿Te aprendiste las canciones?
Eran diez temas bastante fáciles. Empezamos con Feliz feliz en tu día (amiguito que Dios te bendiga) de Gaby Fofó y Miliki. Piece of cake, como diría un amigo que suele insertar en su discurso expresiones en inglés, pero siempre con justeza y oportunidad. Re, sol, la re, sol, la, re, mi, mi séptima, la, sol, la re. Una papa.
Y que cumplas muchos máaaaaaaaaaas.
Ovaciones y lágrimas, que los borrachos suelen almacenar a granel. Todos estrechaban a la chica, que se veía más contenta cuando bailaba la cumbia villera con los sátrapas de sus compañeros.
Unas pintas de cerveza me ayudaron a ganar en coraje y desprejuicio y superar el nerviosismo que tenía por tocar en público después de tanto tiempo. Hasta me atreví a gritar, en cada caso en que la canción lo ameritaba: ¡Everybody!
Nuestro show fue un éxito total. Yo pulsaba la viola y Dante cantaba con su voz clara y fina, parecida a la de Adrián…
-Dargelós de los Babasónicos.
-No, Adrián y los Dados Negros.
-Ah.
Nuestro número final fue la pieza musical llamada Los hombres no deben llorar en homenaje al padre de la quinceañera, fanático del cantante King Clave (La chica tenía una cara de fastidio que se le endurecían las facciones, se conoce que estaba fula con ese homenaje porque se supone que la homenajeada era ella, pero parece que la que tuvo la peregrina idea fue la segunda mujer del padre, que es la que estaba en la fiesta -la madre de la chica ni se apareció, pobrecita-. La descocada de la segunda esposa, que no sé siquiera si se casaron, mirá lo que te digo, era una mujer bastante joven para él, pero también un poco ordinaria -las cosas hay que decirlas- y tenía un vestido muy parecido al de la chica, del mismo color, y si me apurás confeccionado por la misma modista, mirá si será buscarroña la otra, se conoce que lo hizo de puro emvidiosa, para envenenarle la fiesta a la pobre piba que se mordía los codos de la ojeriza que tenía). El hombre, contradiciendo los postulados de la canción, lloraba como Martín Palermo. La obra de King Clave es sencilla de tocar: sol, la menor, re séptima, sol, mi menor, la menor… Ni la menor idea cómo es que el padre de la quinceañera podía emocionarse con una canción tan fea.
Aplausos, desbande hacia las tortas, ¡otra, otra!, minga otra, por cien pesos que me pagan ¿qué querés, que te haga La Traviata completa? Me pagaron los cien pesos que me correspondían, puse guitarra en bolsa y me fui a mi casa silbando una que sepamos todos.
8 Comments:
Notable relato de una fiesta de 15 típicamente arja!
Una pregunta: en el repertorio no estaba el tema "The manure is crying" aquel clásico de Clarence S. y sus "no traspiré una gota"?
Hay un remixado muy lindo de un D.J. llamado K.K. que se llama Tristeza nao tem fim. Se escucha mucho en Palermo.
la verdad que he disfrutado riéndome con su relato... un abrazo!!
"una presentación artística en el rubro canto". Esa estuvo buena, julito.
¿No le pidieron de bis "Summer's Cauldron" o " 25 o'clock"?
La verdad que de la familia Partridge solamente me sé Books are burning, Earn enough for us y Senses working overtime.
Con cualquiera de ésas es suficiente para que lo echen a patadas de cualquier comunión, casamiento o bar mitzvah, che.
Recién ahora me percato del gerundio del título. Muy bien.
Y si, con XTC no se gana mucho.
No sea tan considerado con su audiencia, julito, déjelos que tecleen un rato y en una de ésas, en un instante epifánico, se les abran las orejas al placer...
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