martes, diciembre 11, 2007

A SEGURO SE LO LLEVARON PRESO








En la inmobiliaria donde cumplo funciones (Arizmendis Propiedades) hemos tomado a la venta, a lo largo de los años, inmuebles cuyos propietarios se dedicaban a la producción de seguros y que se vieron obligados a vender cuando se les cortó la cadena de la suerte. Llamo cadena de la suerte a la apuesta que hacían estos compatriotas de que sus clientes-asegurados no sufrirían siniestro alguno a lo largo de su gestión y se guardaban en sus bolsillos y portafolios los importes que los infelices pagaban mensualmente, es decir, no liquidaban el dinero de los seguros a las compañías. Un amigo gastronómico, recuerdo, tenía asegurada su confitería y su productor de seguros se agenciaba para sí la biyuya. Me debés el recibo, le decía mi amigo cada vez que pagaba. Ah, sí, el mes que viene te traigo los que te debo, fiera, contestaba el otro.
Cuando ocurría un siniestro (robo del automóvil, por ejemplo) se cortaba la cadena de la suerte de los seguros, y el pobre dueño del auto afanado no podía recuperar su valor porque no estaba cubierto. Y no estaba cubierto porque su agente de seguros se había quedado con la pasta. Y el damnificado se quedaba colgado del palo mayor. Quedarse con la plata ajena era una apuesta riesgosa (y un delito, bah) que algunos tramposos solían hacer y cuando tenían la desgracia de perder debían vender sus propiedades para pagar el daño que cometieron. ¡Pero ojo! Eso en el mejor de los casos para el cliente engañado. Primero se debían cumplir algunas condiciones: el infiel debía tener propiedades, éstas debían estar a su nombre y no sometidas al régimen de Bien de Familia, que las hace inembargables. Algo así ocurrió con un desgraciado conocido, que tenía asegurado su BMW y que, cuando se lo afanaron, se dirigió a la compañía de seguros y allí lo desayunaron con que no figuraba en los registros como asegurado. Visitado que fue su productor de seguros para dar las explicaciones imprescindibles éste no tuvo más remedio que confesarle al ex dueño del bonito importado que se había venido quedando mes a mes con el dinero de sus seguros. El desvergonzado confeso tuvo que poner a la venta su casa, por imposición de su esposa -que era honesta-, para devolver el importe del automóvil bávaro. Pero esto sólo ocurría cuando el productor de seguros tenía un grado importante de improvisación. En la mayoría de los casos era menester iniciarle juicio para recuperar lo perdido y que Dios permitiese que figurara algún bien a su nombre porque el chantapufi tenía la previsión de armar una red de seguridad para no tener que pagar nada nunca a nadie. En mi barrio estos ciudadanos van a misa y siguen gozando de la consideración general. Siempre me llamó la atención que estos “asesores” posean importantes camionetas y chalets magníficos. Pareciera que la actividad es más ventajosa que muchas otras que exigen estudio y esfuerzo. Yo siempre preferí contratar mis seguros directamente en la compañía de seguros. El riesgo es menor. Un poco menor.
"...Se quedaba colgado del palo mayor."




4 Comments:

Blogger edu, desde el barrio, said...

un poco apenas...suele suceder que en pleno juicio por daños y perjuicios tu compañia quiebre y te debas hacer cargo con tu patrimonio...salvo que hagas como los productores de seguros: te insolventes.BENDITA INTELIGENCIA ARGENTINA!!

5:57 p. m.  
Blogger La condesa sangrienta said...

¿existen los seguros contra las aseguradoras?

7:12 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

EL MISMO QUE CONTRA LOS BANCOS...

7:14 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

Así es Eduardo. Son todos unos ladrones del primero al último. Habría que crear, Condesa, una ARS (aseguradora de riesgos del seguro)

9:34 a. m.  

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