martes, noviembre 14, 2006

SABADO DE LA AMISTAD
Frustración. No es justo que uno espere toda la semana el partido del sábado y el rival no se presente. Los indignos rivales, alegando no sé qué pretexto banal, no vinieron al club y dejaron a los muchachos de AFAP (Asociación Fútbol y Amistad en Providencia) vestidos y sin visita. Comiéndonos la bronca como si fueran los sandwichitos de la fiesta frustrada. Para no desaprovechar la jornada de sol brillante y cancha con pasto decidimos jugar un amistoso entre nosotros. Sé que no es lo mismo. Uno se prepara mentalmente para jugar un partido inamistoso, no amistoso. El concepto de amistoso vale para otros asuntos: una charla es amistosa, una relación con una señorita puede ser amistosa, pero nunca un partido de fútbol. Un p. de f. debe disputarse siempre con el cuchillo entre los dientes, los que a su vez deben estar apretados. Y lo que debía haber sido un partido por el campeonato terminó siendo un “ensayo” entre titulares y suplentes. Se distribuyeron las camisetas verdes para los titulares y para los suplentes unas de color rojo bastante mononas. Qué oportunidad para el peludo Rodríguez de demostrar que está en condiciones de ser tenido en cuenta por el entrenador, señor Máximo Rolón. Posibilidad grande, también, para Santiago Carlucci, quien cumple habitualmente tareas de utilero y aguatero, y no porque le hayan asignado esa función, que no es menor, sino porque así se lo dicta su espíritu colaborador, que pinta de cuerpo entero a esa clase de individuos a los que no se les caen los anillos ni les da asco si tienen que frotar con agua bendita el pie maltrecho y maloliente de un compañero que se retuerce de dolor. Este sábado Santiago podía demostrar que está en condiciones de ser el marcador de punta titular, uno de esos morochos retacones que aseguran quite y proyección, marca y panorama, velocidad y cabeza levantada, simpatía y buen humor. El técnico ofició de árbitro y eso le permitió observar a plena luz del día a aquellos que habitualmente-no-son-titulares, eufemismo por suplentes. Los que sí son titulares sabían que su condición no corría riesgos y no trepidaron (vacilaron) en ensayar una serie de movimientos, marianelas y rabonas que en un partido por los porotos no intentarían, a sabiendas de que, en el noventa por ciento de los casos, fracasarían. Por ejemplo, aquel zaguero centro, rústico pero seguro, de esos que no se equivocan nunca, hoy quiere salir jugando previo tirarle un caño al delantero contrario. El volante defensivo, tosco y primitivo, intentará una gambeta larga. El inside izquierdo querrá proyectarse y patear un tiro al arco de enfrente, por primera vez en años, el arquero pedirá jugar de centrodelantero. Saben que el próximo sábado volverá la seriedad del partido oficial y, con la resaca a cuestas, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza, el señor cura a sus misas, la zorra pobre al portal, etcétera. Se acabará la joda, en fin. Mientras tanto los otros, los peludos Rodríguez, los Santiagos Carluccis, se afanaron al máximo y jugaron el amistoso como si fuera una final, o una semifinal, cuanto menos; dieron lo mejor de sí, se prodigaron, para que el técnico los tenga en cuenta en un futuro próximo.
Los titulares les ganaron a los suplentes cinco a cero.


















































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