sábado, octubre 24, 2009

CHARLY EN VELEZ


Si tuviese que recordar la última vez que asistí a un evento bajo la lluvia debería retrotraerme al año 1975 en ocasión de un partido de fútbol en el estadio Monumental de Nuñez. ¡Ah. Qué aguacero, compañero! Fue un River 1- Newells 4 y el gol de la gallina lo convirtió el negro López. Pero yo era 34 años más joven y el agua y el frío no me hacían mella. Hoy soy un viejecito patético que debe cuidar su salud porque una pulmonía podría ser la última.
Cuarenta mil personas, incluído el que esto teclea, se empaparon, aun los ricachones del campo VIP, como nunca para ver la gran vuelta, en el estadio José Amalfitani, de Charly García, el Carlos Gardel de nuestra época. Lo comparo sin rubor con el zorzal en los rubros cantores populares, compositores de bellas y memorables melodías e ídolos. Charly retornó después de cierto tiempo y brindó un concierto con sus canciones más famosas, las más perfectas –que son casi todas- bajo una tormenta despiadada que caló hondo en la concurrencia y que minó apenas un poco el entusiasmo de sus fans. ¡Pero qué diluvio! Vista el agua a contraluz de los reflectores del estadio de Vélez Sarsfield, parecían cuchillos plateados que se clavaban en las humanidades y las congelaban mientras la delicada música de los concertistas avanzaba sin tropiezos ni notas falsas. Nadie se movía, y tómese la afirmación en ambos sentidos, esto es, que nadie se iba pero tampoco se movían para que no siguiera penetrando el cruel hachedosó por los intersticios libres que quedaban entre la piel y la ropa, o directamente a través de ella, para los que no habían tenido la previsión de llevar vestiduras adecuadas. Leí en Guerra y Paz, la monumental novela de León Tolstoi, que los soldados rusos, en los días gélidos y lluviosos de batalla contra las fuerzas de Napoleón, dejaban que el agua de la precipitación penetrara por algún canal que se formara entre el uniforme militar y la columna vertebral porque al cabo de unos minutos el agua se calentaba con el calor del propio cuerpo y hacía las veces de una cañería que les proporcionaba siquiera una poca de tibieza a los combatientes. No hice la prueba aunque sí verifiqué que el líquido absorbido por la ropa, una vez templado por la piel se hacía, aunque en mínima medida, soportable y la sensación de congelamiento era más llevadera.
Pero justo en el momento en que Charly invitó a su ídolo y su maestro, según las palabras que utilizó para presentar a Luis Alberto Spinetta, la lluvia arreció hasta alcanzar la categoría de tormenta y escuchamos la muy bella canción Rezo por vos sin demasiado interés de buscar al flaco con la vista entre las capuchas, los paraguas y los techitos plásticos de ocasión. Cualquier movimiento podía provocar que las gotas heladas nos penetraran salvajemente.
Si luchaste por un mundo mejor y te gustan esos raros peinados nuevos, con este aguacero olvidate de tu peinado porque te va a quedar mojado y pegado a la cara, lo que va a patentizar tu gesto de azoramiento ante la furia de los elementos -pensaba yo con la cabeza tapada por la capucha alla Bilardo-.
Charly hablaba lo necesario, respetaba sus canciones sin desafinar, los músicos no se salían de la partitura, el guitarrista García López hacía los violeos que le habían encomendado, y la exquisita Hilda Lizarazu, llevada para apuntalar la voz del maestro (her master`s voice), y servirle de guía vocal, como aquellas que se colocan a las plantas para que crezcan rectamente, no necesitó acudir en ayuda del patrón y disfrutó haciendo las segundas voces y llegando a las notas altas a las que sólo un eunuco accede.
Con mi mujer nos abrazábamos apretadamente para infundirnos mutuo calor. Punto a favor. ¿Cuándo hace uno eso mientras está viendo ella Valientes y él el Nacional Be (Torneo Efectivo Si)?
Por favor yo te prometo te escribiré si es que para de llover…
¡Qué va a parar! El chubasco nunca paró pero a nadie le importaba. Cantábamos tiritando. Digo que cantábamos y a la vez tiritábamos, no que cantábamos la canción Tiritando de Donald.
Hubo dos bises para que la monada rockeara bien arriba; la euforia no amainaba y menos la tempestad que si bien perjudicó a los cocacoleros convirtió en multimillonarios a los vendedores de pilotines de plástico. Cómo no se les ocurrió a los Kirchner poner retenciones a las ventas de pilotines de plástico. Ahí se durmieron.
En fin, que en una borrascosa noche de Octubre del 2009 se produjo el memorable regreso de nuestro John Lennon, quien sí tuvo una segunda oportunidad; y él y nosotros pudimos gozar, porque gozar, es tan necesario mi amooor. Es posible que, después de la mojadera que pasé, me pille una bronconeumonía de tamaño XXL; quizás sea cierto, como dice García Moreno, que lo que fue hermoso será horrible después. Pero si así ocurriese, por favor que alguien avise que no quiero ver al doctor. Sólo quiero ver al en-fer-mero.


11 Comments:

Blogger edu, desde el barrio, said...

No hicieron "Who stops the rain" de CCR ?
Pero ¿está de vuelta el tipo?

11:51 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

estuvo magnífico

7:41 p. m.  
Blogger bonito lunch said...

dame puntaje.

6:46 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hoy paso el tiempo...mirando la tele o leyendo un buen libro!

La pasamos muy bien, gracias por acompañarnos! Un abrazo grande

El cocacolero

10:26 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

Bonito: 10 puntos
cocacolero: lo del Luna Park fue de onda.

8:41 a. m.  
Blogger Unknown said...

Una anécdota:

Año 1983, recital de Rick Wakeman en Luna Park, al que asistí con mi hermanito Julio y unos amiguitos.

Al término del mismo mi hermanito dice:

"Estaba Charly García en el público y se acaba de suicidar".

Era cierto, lo que pasa que no le avisaron.

Fernijul

12:48 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

Tal vez tu hermanito estaba fumadito

7:52 p. m.  
Blogger Roedor said...

Muy buena la crónica, julito. By the way, yo fui a ese recital de Wakeman en el Luna... ¡con mi viejo! Yo era un veinteañero, y mi viejo (pianista algo más que aficionado) quería constatar que lo que salía por los parlantes era cierto. No podía creer que un tipo moviera tan rápido los dedos. Pero además de la acrobacia la música no estaba mal.

8:11 p. m.  
Blogger chicapasacontambor said...

Qué lindo se vio todo desde sus palabras, estejulio.
Gracias!

9:18 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

Si, don Roe, yo también era veinteañero y había una chica de minifalda que cantaba (Corinne Mata Josey)que lo hacía de maravillas y estaba la mar de bonita. Un abrazo.

9:34 a. m.  
Blogger estejulioesuno said...

Un beso y gracias, chica QPCT

9:35 a. m.  

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