miércoles, septiembre 14, 2011


RESTORANES
En los restaurantes se convive con otras personas y entre todas forman una comunidad de intereses que llamaremos Queremos Comer. A mí en general no me gusta formar parte de esas comunidades. Porque no me gustan los restoranes. Y hablaré desde la perspectiva masculina. Es obvio porque soy un masculino, caucásico, sedán dos puertas. A las mujeres les encantan los restoranes, es más mueren por ellos, pero por una razón que excede el aspecto gustativo-alimenticio: cuando ellas van a un comedero la felicidad les brota porque zafan de cocinar y de lavar los platos. Las señoras serían capaces de amputarse ambas manos con tal de no cocinar y/o lavar los platos. La comida les importa más bien poco. Si son capaces de pedir comidas con puré de zapallo. Indigna.
Pero a mí no me gustan los restoranes porque hay que esperar y eso no es justo. Es odioso cualquier lugar donde haya que esperar. Cuando se trata de comer, uno debería imponer sus tiempos ya que el hambre no espera. En mi casa como a la hora que yo quiero. Que es cuando mi señora canta ¡A comer! En los restaurantes, por contrario (pizzería El) imperio, debes comer a la hora que decidan los cocineros y los mozos. Y uno se llena de pan o tostadas, o grisines (Bammi), que es la manera más miserable de entretener el estómago. Es como entretener a una persona con Tinelli. Dentro de la fauna de los que van a comer afuera están los compañeros de mesa que piden cosas que no están en ella (la mesa) porque no es de uso de ese establecimiento, como la manteca y las tostadas. O los que gestionan una remesa extra de lo que ya se consumió: ¿podrías traer más de esas tostaditas embebidas en aceite usado?
Tengo el problema de que, cuando estoy muy hambriento, acostumbro dejar entre paréntesis los modales. Como con la boca abierta, hablo con la boca llena, eructo después de cada trago gaseoso, me limpio la boca con los puños. En un restorán eso no está bien visto. Por eso es que detesto los restaurantes. Cuando sirven los platillos conforme se van despachando de la cocina, suele ocurrir que uno comienza a comer primero, para que no se enfríe, mientras los demás co-comensales deben esperar. Bien visto, que se jodan por pedir platos sofisticados. Lo mío es la milanesa a la napolitana. Siempre. No necesito leer la carta. Por eso siempre soy el primero en ser servido. Pero detesto que me miren cuando estoy comiendo. Recuerden que dije que puedo ser muy desagradable cuando tengo hambre.
Y también están los que comparten con uno la mesa pero son absolutamente extraños a la idiosincrasia gastronómica propia. Y no hablo de los que piden un bife jugoso cuando a uno le gusta cocido. No. Allá ellos y sus esquericias colis. Hablo de los maniáticos que se exceden en las especificaciones de sus pedidos. Ellos no piden milanesa con ensalada. Dicen: una milanesa pero que no esté muy aceitosa. Y tráigamela con un limón cortado en rodajas. La ensalada no la prepare que lo hago yo. Y traiga aceite de oliva. Y que las milanesas sean de pecheto…
Yo, cuando me toca ser testigo de estas escenas, lo único que quiero es fugarme. Me basta con observar la cara de molesto del garzón, fuese Gustavo o cualquier otro.
Cuando terminás de comer y de beber te sentís como cuando acabás de hacer el amor, lo único que querés es arrellanarte y dormirte. Yo termino de desanudarme la servilleta del cuello y ya me quiero ir a dormir la siesta porque me siento lleno, pipón y abatido por la narcolepsia. La conversaciones hace rato que han decaído por agotamiento de los asuntos. Si alguna vez supe ser divertido ahora soy una planta seca para la cual la fotosíntesis es sólo un lindo recuerdo. Me siento abombado, un poco ebrio, el hígado molesta. Qué paradoja: me duele todo y todavía falta la dolorosa.
Foto: de mi colección de fotografías de las milanesas a la napolitana que comí a lo largo de mi vida. 132-San Martín de los Andes. República Argentina.

2 Comments:

Blogger ovalado said...

en lo del tano provenzano te daban unas enormes.

11:38 a. m.  
Blogger estejulioesuno said...

Eran las mejores. Desbordaban el plato y venían con una aceituna arriba. Belleza.

11:50 a. m.  

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