jueves, junio 03, 2010


HOMENAJE A TITANES EN EL RING

Un puñado de hombres ínclitos y preclaros concibieron en los años sesenta una imaginativa idea para poder finalizar la construcción del gimnasio de la escuela de nuestro humilde pueblito. A tal fin contrataron a la popular troupe televisiva de Titanes en el ring para que ofrecieran una función de lucha libre. Fue una tarde imborrable para los que hoy han pasado largamente los cuarenta. Puedo distinguir a un chiquilín imberbe, apretujado en aquel ámbito sin terminar, junto a otros pibes y adolescentes, que quieren ver por primera vez a sus ídolos en carne y hueso. Y en colores. La gran afluencia de público posibilitó que se recaudara una buena cantidad de pesos moneda nacional y así se abreviaron los plazos para la inauguración del galpón de techo parabólico en el que desde hace cinco décadas nuestros muchachos educan sus físicos. Y somos en gran parte deudores del sudor de ese grupo de hombres en calzones que se agarraban a trompadas y patadas hasta que llegaba el ¡BREC!. Lo que no me convencía del show era que los supuestos machos, nada más llegar al cuadrilátero, comenzaban un strip tease no integral y quedaban en sunga. Quiero decir que se quitaban los disfraces que los caracterizaba como personajes. O bien se quitaban el batín que los cubría desde que salían de los camerinos hasta llegar al ring. El Indio Comanche, sin embargo, luchaba con todas las vestiduras que lo identificaban como natural de pueblo originario. Excepto el hachita que se la daba a su asistente. El que escribe, uno de los que asistió a las dos funciones que ofrecieron Karadagián y sus muchachos, nunca podrá olvidar al ancho Peuccelle, que tan merecido castigo le aplicara al italiano Benito Durante. O al antes mencionado Indio Comanche y sus célebres dedos magnéticos que convirtieron en un simple imán de heladera al armenio Ararat. O La Momia que peleaba sobrellevando su penoso mal de Parkinson. El gran Martín, invicto eterno con sus quilitos de más, que en la emergencia procuró tremendo castigo a ese pésimo ser humano que fue Taras Bulba. La gran aventura de nuestra niñez estaba adentro de ese cuadrado armado con cajones de indian tonic superpuestos. No recuerdo si participó el beatle francés, que subía a la lona con la música de la canción Ocho días a la semana de Lennon y Mc Cartney. Por esa época el afeminado catcher había muerto. Cuando regresamos a casa, excitados por el magnificente espectáculo, con mis dos hermanos nos cagamos bien a patadas. Pero estaba todo bien.

6 Comments:

Blogger Unknown said...

Y gané yo!

7:43 a. m.  
Blogger estejulioesuno said...

porque dijiste mirinda y caimos en el engaño

9:19 a. m.  
Blogger Unknown said...

Puede ser.

A propósito, espero mas historias de esos maravillosos artistas pop de nuestras mocedades.

7:13 p. m.  
Blogger Roedor said...

Mi abuelo me llevó a ver en vivo y en diresssto a los Titanes, en el viejo Canal 7. Impresionante, todavía me acuerdo, uno de los mejores recuerdos de mi infancia.

Me hizo piantar un lagrimón, julito.

7:32 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

yo sabía que tenías una coraza de duro pero no lo eras, Roe.

8:29 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

Fernandito: tu pedido está pero está.

8:37 p. m.  

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