HOMENAJE A JOSÉ MARÍA MUÑOZ
Me molestaba escuchar la voz de José María Muñoz cuando se enojaba con sus “colaboradores”, un equipo de personas que vivían en insoportable tensión causada por el mal genio de ese patrón malhumorado al que llamaban el relator de América. Algunos de esos colaboradores cumplían funciones sencillas como señalar el número de córner que debía ejecutar uno u otro equipo cuando se producía esa alternativa en el juego. No mucho más. Muñoz exigía que la contestación fuese instantánea una vez que él a viva voz pronunciaba las palabras “¡Córner número..!
El periodista en el campo de juego debía contestar trece, catorce, o el número que fuese, casi pisando la palabra “número” que antes dijera el jefe. Si así no lo hacía la reprimenda se producía en el aire. Eso suponía pasar vergüenza ante una audiencia de miles de oyentes. Muñoz fue uno de los primeros hombres de radio en maltratar públicamente a los periodistas de jerarquía inferior. Luego le siguieron otros como M. Araujo, F. Niembro y M. Clos. Parece como si estas personas con tantas fallas en el lenguaje y las relaciones humanas, devenidos periodistas porque para ello no se necesita título, necesitaran humillar a sus inferiores para que quede clara su jerarquía ante los oyentes. Lo hace también Mauro Viale, aunque el campeón en eso de basurear a los de abajo se llama Chiche Gelblung. Uno, que es un hombre mayor, añora el estilo siempre amable de los speakers de antaño. Con los omunicadores” modernos se llega a sentir como propia esa tensión cuando basurean a la plebe. Muñoz fue un precursor también en la basureada y uno sufría cuando la respuesta a la pregunta de “córner número…” llegaba tarde o equivocada. Un joven Marcelo Tinelli, hace más de veinte años, se agregó al equipo de Muñoz comenzando por el primer peldaño del escalafón, que precisamente era estar al borde del field para informar el número de córner, los cambios o cualquier alternativa que ameritase el riesgo de interrumpir al jefe supremo. Con su voz finita el hoy poderoso conductor de bodrios denunciaba una juventud que no fue su tumba periodística gracias a la celeridad de reflejos cuando Muñoz gritaba ¡Corner número…!. El muchacho de Bolivar, como un perro ante la orden de su amo, saltaba y casi que interrumpía a su jefe: “¡Cuatro! ¡Desde la punta derecha va a ejecutar Alabastrino!” Cómo sumaba para su expediente indicar además la posición de tiro del ejecutante y su apellido. Un lujo.
Muñoz también sabía molestarse harto cuando, en medio de su relato, solicitaba a los periodistas apostados en las otras canchas que hicieran una breve síntesis del partido que allí se disputaba. En ocasiones los cronistas se explayaban tanto que la síntesis no tenía nada de sucinta. Pasaba a ser un comentario en toda la línea que muchas veces tapaba una jugada fundamental del match, el partido principal que relataba el jefe y que se le llamaba “cabecera de transmisión”. Y si se le pisaban un gol ardía Troya. Cuando terminaba la totalidad de los partidos, Muñoz volvía a invitar a los periodistas en las distintas canchas a que diesen una sumaria explicación, cada quien a su turno y como proemio a los comentarios definitivos y extensos que vendrían posteriormente. Pero el reportero en muchas ocasiones aprovechaba su aire y se entusiasmaba como si estuviera dando una conferencia. Clarifiquemos la situación con un ejemplo: cuando el periodista debía resumir el match con los archirepetidos lugares comunes del tipo de “fue un partido de trámite anodino donde las defensas superaron a los ataques”, frase tópica pero breve y clara, el descuidado decía: “Partido de trámite anodino, las defensas superaron a los ataques, pareciera que podían jugar un día y no se iban a convertir goles, se les cerraron los arcos a los delanteros, pálida tarea de Squagliatórtora que...” Entonces la voz estentórea de Muñoz sustraía al orador de su parla extensa:
!Una breve síntesis! !Más tarde harán el comentario del partido!
Quedaba patentizada la molestia que embargaba al obeso relator lo que de seguro traería una recriminación más horrible cuando estuviesen fuera del aire.
Imagínese la familia del pobre periodista que escucha temerosa el reto público del relator de América. Y la esposa del pobre cronista que, acaso, cuando el hombre partió a su trabajo el domingo a la mañana, le rogó “viejo, acordate de ser cortito, dos o tres palabras, no te alargues. no te olvides que el comentario largo va al final, cuando termina el partido. Por favor mi amor.”
Es que la esposa creía que si Muñoz se enojaba podría ponerse en riesgo la fuente de trabajo. Aunque los periodistas radiales gozaban en aquel tiempo de estabilidad laboral porque las leyes del trabajo los protegían, de modo que si no te mandabas una macana grande podías vegetar durante años en tu puesto de trabajo. Lo pueden atestiguar periodistas de la talla de un Julio Gonzalo Pertierra, un Dante Zavatarelli, un Horacio García Blanco, al que al final no lo mató Muñoz sino la prohibición de un ministro argentino, enemigo de la patria, que no le devolvió la plata que legítimamente se había ganado.
12 Comments:
Un grande JMM, acuérdese también como "maltrataba" a sus periodistas con los finales para el Prode y la conexión con Lotería. Otro maltratador es Gabriel Anelo/llo, del ascenso, que ganó un Martin F., es el peor.
Qué bueno que encontró, Julito, una manera de destrozar a Muñoz sin siquiera sugerir su más que cuestionable posición frente a la dictadura militar y a los desaparecidos, todo ese tema político.
Contar los corners era un invento ridículo pero efectivo, porque que haya 4 o 67 no afecta en nada el trámite del partido, pero más allá de eso y los maltratos que yo mismo he escuchado cuando era chico, Muñoz me parecía despreciable por su posición ideológica respecto de las melenas largas que lucían los players en esas épocas. Muñoz defendía todo lo que era "bueno" en épocas pasadas, el orden, la limpieza, y las jerarquías inamovibles, como debe ser.
Yo lo odiaba porque era de River aunque insistía en que era de Chacarita, que era un viejo truco para no ponerse en contra a la mayoría de los hinchas, que se contaban por millones en la radio, no miles. Realmente llegaba a todos lados en Radio Rivadavia.
Fue el precursor de la charla anodina e interminable sobre temas de fútbol que no se terminan nunca, pese a su insistencia en que los resúmenes fueran eso, resúmenes. Tenía un programa post fecha que se llamaba "La mesa de café" donde él y otros genios subordinados y chupamedias desvariaban por horas acerca de las características de shooter (ya que lo menciona) del inefable Alabastrino y esas profundidades.
Además, técnicamente no era un buen relator, yo a veces hacía la clásica de estar en la cancha e ir escuchando el relato por radio (iba con mi viejo a la platea de la Bombonera), y muchas veces el tipo no pegaba una, se iba en detalles estúpidas y, obviamente, tenía ese trasfondo antibostero que me ponía loco. Enseguida cambiaba para Mitre, con Héctor Rombiz y Víctor Francis, bosterísimos que seguían la campaña de boca y lo decían de frente, como el salame ese engominado que sigue a las gallinas del que no recuerdo el nombre.
Resumiendo (para que no se me enoje el espíritu de don José María), Muñoz me parecía un asco.
lo de Muñoz y la dictadura está sabido pero no es el único que la defendió para no perder el laburo. Ahora bien, si sos de Boca tendrías que haber escuchado al gran Bernardino Veiga.
Si, Germán, Anelo es otro cerdo pero me cae bien porque está en contra de Grondona y de los referís.
No, Rombiz y Francis en Mitre era la más pura bosteridad destilada al filo del arte. No se podía ser más bostero que ellos. Pero uno sabía "desde qué lugar hablaban", ¿viste? Creo que Bernardino Veiga ya había pasado su momento de gloria cuando yo era chiquito e híperfutbolero.
El gran JMM perdió la gran batalla de la popularidad en la cancha de River, en el Mundial 78, cuando pregonaba que la hinchada no tiraran papelitos y toda cancha no le dio bola y en el autotrol estaba el dibujo de Clemente arengando. Estuve allí y Caloi al lado mio (de pura casualidad) disfrutando.
si, decía que no había que tirar papelitos por lo peligroso de las maderitas. Pero nadie le creyó
No entiendo lo de las maderitas. Pero de todos modos lo del pelo me quedó porque el tipo siempre usaba la misma expresión. Cuando veía por ahí las cabelleras al viento del Ratón Ayala (del de verdad, no el de mentirita que juega en Racing), o Luque, o Kempes, el tipo hacía un seudo discurso "amplio" diciendo que a él no le molestaba pero que para que les quede bien, no les vendría mal "un buen corte de pelo", lo cual era una falacia, porque los jugadores precisamente lo que NO querían era cortarse el pelo. Esto, visto a la distancia puede parecer una estupidez, pero en esa época todos nosotros teníamos el pelo notoriamente corto a causa de los genios que habían usurpado el poder hacía un par de años...
La frase del gordo Muñoz todavía es motivo de chanza interna con mis hijos cuando sus cabellos se acercan peligrosamente a la línea de los hombros.
el ratón Ayala, el de "En Europa no se consigue"
Yo no soy de la época de la radio, pero no tolero a Lazaro Silberman, no pega un nombre, es del gobierno "nacional y popular" y me rompe soberanamente las bolas el temita del tiempo recuperado...
El 2º mejor para mi es Pablo Giralt, porque el más grande es Lito Costa Febre... Recomiendo el video del relato de la vaselina de Ricky Rojas, está en youtube
Firmo todo. Lazaro está gagá, por partido se equivoca en tres o cuatro nombres de jugadores, por lo menos. Y Costa Febre es un maestro. corro a youtube a ver esa obra de arte.
y "Julio Ricardo" Lopez Pájaro, ni en la repetición acierta!!
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