ASADO DE CAMARADERIA DE UN EQUIPO DE FUTBOL
En el humildísimo y deprimente quincho de nuestra querida institución celebrose el domingo ppdo el asado anual de camaradería del equipo de fútbol. Este año hubo una simpática variante que le agregó al encuentro una cuota de sana diversión y jolgorio sin desbordes. Un comité de notables decidió premiar a algunos personajes destacados de nuestro plantel, como por ejemplo al más viejito y al más jovencito; a los asadores de nuestras parrilladas mensuales, que a lo largo del año demostraron sus impecables dotes como calentadores de cadáveres de vaca. También se galardonó a H.N. por su trabajo incansable en la organización de los viajes que el plantel emprende para pasear su fútbol a través de buena parte de nuestra América morena. La picardía bien entendida se hizo presente cuando se le entregó a El T. su foto enmarcada en compañía de una belleza oriental que tiernamente apoyaba su cabeza sobre su hombro (de él). Como es sabido, en el año que está por fenecer este digno blog organizó un torneo de nerviosos (Copa Sigmund Freud) que coronó al señor L. V. como gallardo campeón (aunque Leo no arañó a nadie como sí lo hizo el querido Muñeco alguna vez). Se premiaron también a los subcampeones y al tercero en esta justa de calentones y cada quien se llevó su diploma juntamente con un sobrecito de té de tilo, a falta de valium, ya que el presupuesto no dio para tanto. Ofició de maestro de ceremonias el señor Cristóforo que se entusiasmó un poco demasiado con su papel de Ignacio de Soroa y alargó un pelín de más la entrega, aunque, justo es mencionarlo, fue menos extenso que nuestro otro orador, el querido Mencho, el que empieza todos sus discursos con la frase “Decir Uruguay…” No obstante ello nunca se empañó la alegría del momento, alegría que mejoraba considerablemente con la ingesta de un novi totín que estuvo tetanbas corri.
Foto: prueba irrefutable de que el vicio del fútbol es hereditario.
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