LA VERDAD SOBRE MI PELEA EN EL LUNA PARK
Warning: ciertas palabras podrían ofender la sensibilidad de algunos lectores
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Veinticinco años después de un desagradable incidente que cambió la vida de algunas personas para mal, colmándolos de traumas y horribles complejos de complejo tratamiento, necesito contar mi verdad porque percibo que es el momento, que estoy cerca del final de mi insomnio lo que me ordena dejar mis cosas en orden. Hace una punta de años llevamos con mi señora a nuestros sobrinitos Guillermito y Andresito al Estadio Luna Park para ver un espectáculo de patinaje sobre hielo llamado Holiday on Ice (Lindo día en una cubetera). Cuando comenzó el intermedio me levanté de mi butaca para comprar cuatro gaseosas con sabor a cola para mi mujer, los dos botijas y yo. Llegué a la posición del cocacolero donde un enjambre de sedientos rodeaba al pobre hombre y lo acosaba con sus pedidos que lo tenían al borde del stress. Por esa razón decidí esperar a que se descongestionara la situación y que el hombre estuviese más desahogado pues no quería ser parte del atosigamiento. Cuando ya no quedaba nadie le pedí las bebidas y mientras me alcanzaba la primera me dijo en un tono desconsiderado, antipático, destemplado y asqueroso, sin tomar en cuenta que yo lo había esperado:
¡RAPIDITO, RAPIDITO!
A las únicas personas a quienes permití en la vida que me dijeran rapidito rapidito fueron a mi madre, a mi abuela, mis maestras, profesores, a mis patrones, al sargento primero Chacón en la conscripción y a las autoridades presentes. A todos, buenos días. A nadie más porque yo tengo personalidad. Como no me agradara ni un poco el tono del cocalero, como me sintiese ofendido por no haber recibido el condigno reconocimiento por mi actitud respetuosa hacia el trabajador de aguas gaseosas, le devolví el vaso de plástico, con todo y líquido, más su tapa redonda, colocándolo de vuelta en el orificio donde queda encastrado para que no se caiga por efecto de la ley de gravedad. Una vez depositado el recipiente en su nicho circular le recomendé:
METÉTELA EN EL CULO.
¡Para qué! El infiel me arrojó una tremenda patada que no llegó a destino (mi canilla) gracias a que mis reflejos funcionaron a pleno. Sin devolver la agresión física, esto es muy importante recalcarlo porque la mitología familiar dice que yo pasé al terreno de los hechos y no es cierto, sin devolver la agresión física, reitero, pegué la media vuelta mientras le espetaba:
ANDATE A LA CONCHA DE TU HERMANA.
Eso es lo que escuchó el público, que inmediatamente tomó posición a favor del vendedor de calorías picadientes. La gente me señalaba con el dedo acusatorio, otros ya preparaban antorchas para una persecución a través del bosque, todos con una mezcla de indignación y desprecio decían:
DEBERIA DARLE VERGÜENZA DECIRLE ESO A UN POBRE TRABAJADOR DEL RUBRO DE LAS GASEOSAS
Cuando llegué de vuelta a la platea donde estaban mi señora y mis sobrinitos (Guillermito y Andresito), noté que el más chiquito de ellos (Andresito) lloraba, temblaba y era víctima de penosos espasmos. Habían sido testigos de la escena y se habían asustado mucho pero que mucho. El pequeño Andy, entre tristes sollozos, decía
YO NO QUIERO QUE JULU (en aquella época me decían Julu) SE PELEE.
Esa es la realidad pura y dura. En la tradición oral de la familia se cuentan otros hechos donde se me incluye en tremendas escenas de pugilato, e incluso se llegó a decir que yo había aplicado un puñetazo en la parte inferior de la bandeja agujereada del cocacolero lo que provocó que se revolearan los vasos y se derramara su contenido sobre parte del público, todo absolutamente falso, una burda patraña, de-dónde-sacan-eso-pordió. Espero que la nueva ley de medios corrija estas injurias y no sean solamente los monopolios los que informen.
¡RAPIDITO, RAPIDITO!
A las únicas personas a quienes permití en la vida que me dijeran rapidito rapidito fueron a mi madre, a mi abuela, mis maestras, profesores, a mis patrones, al sargento primero Chacón en la conscripción y a las autoridades presentes. A todos, buenos días. A nadie más porque yo tengo personalidad. Como no me agradara ni un poco el tono del cocalero, como me sintiese ofendido por no haber recibido el condigno reconocimiento por mi actitud respetuosa hacia el trabajador de aguas gaseosas, le devolví el vaso de plástico, con todo y líquido, más su tapa redonda, colocándolo de vuelta en el orificio donde queda encastrado para que no se caiga por efecto de la ley de gravedad. Una vez depositado el recipiente en su nicho circular le recomendé:
METÉTELA EN EL CULO.
¡Para qué! El infiel me arrojó una tremenda patada que no llegó a destino (mi canilla) gracias a que mis reflejos funcionaron a pleno. Sin devolver la agresión física, esto es muy importante recalcarlo porque la mitología familiar dice que yo pasé al terreno de los hechos y no es cierto, sin devolver la agresión física, reitero, pegué la media vuelta mientras le espetaba:
ANDATE A LA CONCHA DE TU HERMANA.
Eso es lo que escuchó el público, que inmediatamente tomó posición a favor del vendedor de calorías picadientes. La gente me señalaba con el dedo acusatorio, otros ya preparaban antorchas para una persecución a través del bosque, todos con una mezcla de indignación y desprecio decían:
DEBERIA DARLE VERGÜENZA DECIRLE ESO A UN POBRE TRABAJADOR DEL RUBRO DE LAS GASEOSAS
Cuando llegué de vuelta a la platea donde estaban mi señora y mis sobrinitos (Guillermito y Andresito), noté que el más chiquito de ellos (Andresito) lloraba, temblaba y era víctima de penosos espasmos. Habían sido testigos de la escena y se habían asustado mucho pero que mucho. El pequeño Andy, entre tristes sollozos, decía
YO NO QUIERO QUE JULU (en aquella época me decían Julu) SE PELEE.
Esa es la realidad pura y dura. En la tradición oral de la familia se cuentan otros hechos donde se me incluye en tremendas escenas de pugilato, e incluso se llegó a decir que yo había aplicado un puñetazo en la parte inferior de la bandeja agujereada del cocacolero lo que provocó que se revolearan los vasos y se derramara su contenido sobre parte del público, todo absolutamente falso, una burda patraña, de-dónde-sacan-eso-pordió. Espero que la nueva ley de medios corrija estas injurias y no sean solamente los monopolios los que informen.
6 Comments:
LO COMPRENDO. LO QUE PASA ES QUE EL PENOSO INCIDENTE FUE TAPA DE CLARIN, Y UD. SABE COMO ES ESA GENTE.EL TÍTULAR FUE "MÁS VIOLENCIA COTIDIANA"
(digame: estaba stone, o vivía en Ciudadela...digo, vió? porque es un atenuante.(o un agravante, no me acuerdo).
estaba beatle, no stone.
a mi llego que lo habias asesinado .
¿ves cómo se agranda la bola?
Loco... ¿y la patada voladora que te atribuiste en varias ocasiones?
Además... decirle "mi señora" a tamaña bebota que tenés de jermu, habla de vos más que ningún texto que hayas escrito jamás.
Que feo.
¡Bombi querido! Lo de la patada voladora generalmente lo cuento en fiestas cuando pasé los dos tubos de Schneider (para darme corte). ¡Bombi!
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