sábado, mayo 30, 2009

UN DIA EN EL MAR

Preferiría estar ahora en una ciudad con salida al mar. No me importaría que lloviese e hiciese frío pues me abrigaría de acuerdo a las normas de uso y, si me congelara, eso resultaría testimonio de que estaría vivo y así bien podría gritar, aprovechándome de la soledad arenosa: Puta qué lindo que es estar vivo, parafraseando a Héctor Alterio en esa película protagonizada por un actor de voz finita, aunque no tanto como la de Buonanotte. Caminaría con las manos dentro de los bolsillos sobre la arena mojada y me aproximaría a los límites del océano bordado de encaje blanco en toda su superficie hasta el horizonte, por efecto de las mareas. Es muy posible que una mujer paseara a su perro impaciente cubierta su dulce cabecita (la de la mujer) con una caperuza y yo permanecería de brazos cruzados como abrazándome para darme calor mientras pateo una lata sin marca decolorada por la erosión que provoca la sal y otros elementos, pero no me perdería detalle del sonido imperativo de las olas que me recordaría el comienzo de Un perro salado, la inolvidable canción de Procol Harum, aunque sin las gaviotas. Con el extremo norte de mi calzado escribiría sobre la arena el nombre de mi amada, que negaría de inmediato la ola invasora, borrando con el codo lo que yo anotase con mi puntera reforzada. En fin, que mil veces preferiría estar allí y no aquí, aun con este caloventor.

3 Comments:

Anonymous edu, desde el barrio said...

Múdese, pues...Lo extrañaremos pero un sueño es un sueño.

8:32 p. m.  
Blogger La condesa sangrienta said...

Venga a Mar del Plata, sin valijas.
Tenemos mar, tenemos frío, tenemos tantas olas como amadas borra el mar y tenemos caloventor y chocolate caliente pa' resucitarlo cuando regrese muerto de frío.
Un beso Yulai

4:33 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

A tienda Los Gallegos me la convirtieron en shopping, mejor lo cargo a Rabbione. Pero que voy, voy.

4:45 p. m.  

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