LUJAN 2008
NADA QUE VER
Mañana neblinosa que invitaba a otra cosa, quizás al reposo en la cama con la esposa. Casi no se veía al través del parabrisas cuando una delegación de futbolistas veteranos de mi pueblo viajamos a Luján, provincia de Buenos Aires, a 67 kilómetros de la capital, para un desafìo futbolístico up cincuenta.
FUTBOL SUSPENSOR
La modalidad del juego para el cual fuimos invitados por un grupo de caballeros lujanenses era fútbol cinco (foot-ball five) que consiste en un partido de fútbol jugado por cinco jugadores por bando pero en un campo de dimensiones proporcionadas a la cantidad exigua de players. Dentro de esa especialidad practicaríamos una sub- categoría que establece que la pelota nunca se considera egresada de la cancha a menos que se vaya volando por encima de arboledas, alambrados y edificaciones. Esta modalidad puede denominarse fútbol suspensor (la pelota no sale nunca) y le otorga una extraordinaria dinámica al juego, a la que si se le agregan los efectos de la altura, que en Luján llega a treinta metros sobre el nivel del mar, constituye en su integralidad un formidable reto para viejos chotos como nosotros.
JUEGO LIMPIO DEL DREAN TEAM
Nuestro seleccionador invitó para jugar el match a un puñado de jugadores basándose en un criterio exclusivo de amistad, pero a estar por la calidad de sus integrantes cualquiera podría haber afirmado que los eligió en base a la excelencia de sus prestaciones. En ese quinteto notable había zurdos, derechos, apolíticos, hábiles, recios defensores, arqueros excepcionales, goleadores de fuste, peones de brega, uno que le pega con folha seca, otro de puntín, en fin, toda la paleta para una acuarela futbolística que pintó de maravillosos colores la mañanita neblinosa.
CASACAS GLORIOSAS
Llegamos a la cancha y ya nos estaba esperando el equipo contrario ensayando carrerillas y elongaciones. Este grupo de muchachos oriundos de Luján, constituídos en sociedad de fomento en formación (para el fomento de la paz interior) se reúne habitualmente para caminar, pero un día encontraron que esa actividad les dejaba gusto a poco, que nada es más emocionante que una pelota anidando en las redes, que una caminata lo más emocionante que puede proporcionar es ver pasar un buen culito femenino. Entonces organizaron el encuentro futbolístico que ahora refiero. Una vez cumplimentada la charla técnica ("vos andá al arco") saltamos a la grama vestidos con unas camisetas que llevé y que -perdonen si se me quiebra la voz por la emoción- guardan un valor histórico y sentimental que las hace más merecedoras de la vitrina que de los viejos cuerpos sudorosos y plagados de granos de pus, barritos y espinillas. Estas casaquillas pertenecieron a un glorioso equipo, hoy extinto, denominado Ventarrón y nos ponemos de pie. El atuendo tiene veinte años, es decir, que es de la época en que los pantaloncitos del uniforme te presionaban severamente el saco testicular, y los botines eran negros. Con esas franelas transpiradas en mil batallas jugamos el match de fútbol que fue el preludio para un gran asado y la ocasión para hacer nuevos amigos con el sólido vínculo que da el fútbol, que te saltea cualquier cuestión protocolar y los boludeos varios.
DELICIOSAS BUTIFARRAS
El asado estuvo prologado por unas deliciosas butifarras caseras, salidas de la mano de nuestro seleccionador, que rempujamos con nobles vinos, americanos aperitivos, quilmeñas cervezas y un poquito de soda. Fueron llegando algunas esposas e hijos de los futbolistas locales, y bajo el sol tibiecito del domingo completamos una jornada inolvidable que concluyó cuando sospechamos que un hipotético control de alcoholemia hubiese revelado una cierta cantidad de sangre en nuestro torrente alcohólico.
Mañana neblinosa que invitaba a otra cosa, quizás al reposo en la cama con la esposa. Casi no se veía al través del parabrisas cuando una delegación de futbolistas veteranos de mi pueblo viajamos a Luján, provincia de Buenos Aires, a 67 kilómetros de la capital, para un desafìo futbolístico up cincuenta.
FUTBOL SUSPENSOR
La modalidad del juego para el cual fuimos invitados por un grupo de caballeros lujanenses era fútbol cinco (foot-ball five) que consiste en un partido de fútbol jugado por cinco jugadores por bando pero en un campo de dimensiones proporcionadas a la cantidad exigua de players. Dentro de esa especialidad practicaríamos una sub- categoría que establece que la pelota nunca se considera egresada de la cancha a menos que se vaya volando por encima de arboledas, alambrados y edificaciones. Esta modalidad puede denominarse fútbol suspensor (la pelota no sale nunca) y le otorga una extraordinaria dinámica al juego, a la que si se le agregan los efectos de la altura, que en Luján llega a treinta metros sobre el nivel del mar, constituye en su integralidad un formidable reto para viejos chotos como nosotros.
JUEGO LIMPIO DEL DREAN TEAM
Nuestro seleccionador invitó para jugar el match a un puñado de jugadores basándose en un criterio exclusivo de amistad, pero a estar por la calidad de sus integrantes cualquiera podría haber afirmado que los eligió en base a la excelencia de sus prestaciones. En ese quinteto notable había zurdos, derechos, apolíticos, hábiles, recios defensores, arqueros excepcionales, goleadores de fuste, peones de brega, uno que le pega con folha seca, otro de puntín, en fin, toda la paleta para una acuarela futbolística que pintó de maravillosos colores la mañanita neblinosa.
CASACAS GLORIOSAS
Llegamos a la cancha y ya nos estaba esperando el equipo contrario ensayando carrerillas y elongaciones. Este grupo de muchachos oriundos de Luján, constituídos en sociedad de fomento en formación (para el fomento de la paz interior) se reúne habitualmente para caminar, pero un día encontraron que esa actividad les dejaba gusto a poco, que nada es más emocionante que una pelota anidando en las redes, que una caminata lo más emocionante que puede proporcionar es ver pasar un buen culito femenino. Entonces organizaron el encuentro futbolístico que ahora refiero. Una vez cumplimentada la charla técnica ("vos andá al arco") saltamos a la grama vestidos con unas camisetas que llevé y que -perdonen si se me quiebra la voz por la emoción- guardan un valor histórico y sentimental que las hace más merecedoras de la vitrina que de los viejos cuerpos sudorosos y plagados de granos de pus, barritos y espinillas. Estas casaquillas pertenecieron a un glorioso equipo, hoy extinto, denominado Ventarrón y nos ponemos de pie. El atuendo tiene veinte años, es decir, que es de la época en que los pantaloncitos del uniforme te presionaban severamente el saco testicular, y los botines eran negros. Con esas franelas transpiradas en mil batallas jugamos el match de fútbol que fue el preludio para un gran asado y la ocasión para hacer nuevos amigos con el sólido vínculo que da el fútbol, que te saltea cualquier cuestión protocolar y los boludeos varios.
DELICIOSAS BUTIFARRAS
El asado estuvo prologado por unas deliciosas butifarras caseras, salidas de la mano de nuestro seleccionador, que rempujamos con nobles vinos, americanos aperitivos, quilmeñas cervezas y un poquito de soda. Fueron llegando algunas esposas e hijos de los futbolistas locales, y bajo el sol tibiecito del domingo completamos una jornada inolvidable que concluyó cuando sospechamos que un hipotético control de alcoholemia hubiese revelado una cierta cantidad de sangre en nuestro torrente alcohólico.
VENTARRON CAMPEON 1988
*Este chiste lo hace un amigo en cada reunión en que se bebe y ya resulta cansador.
6 Comments:
Lo importante no es competir. La falta de estadísticas no presagia nada bueno.Todo hincha de Racing presiente estas cosas...
Ganamos 14 a 4.
Veo que calló de puro modesto nomás...
contra quien jugaron?
en una foto hay uno que parece un cortador de rutas .
Así es Edu, soy grande en mi modestia.
si es un cortador de rutas le rompimos la rastra.
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