miércoles, agosto 29, 2007



HOMENAJE A ISADORA DUNCAN

No es una buena manera de comenzar el día: se me desanuda el cordón del tamango izquierdo. Me agacho para restablecer el moño. Cuando termino de lograr la firmeza que reclama mi pie siniestro no reparo en que un fleco de la bufanda, que protege mi cuello del tornillo, ha quedado insertado dentro del nudo de forma tal que, cuando quiero incorporarme, mi miembro inferior quedó unido prácticamente a mi pecho a través de los cordoncillos colgantes del echarpe que, inadvertidamente, quedaron formando parte del nudo gordiano del calzado, como lo indica la figura del simpático muñequito. Pegué tremendo rodillazo contra mi dentadura y caí hacia atrás como si hubiese pretendido ensayar la figura que en el fútbol sudamericano se conoce como “chilena”. Flor de golpe. Mi nuca pegó en la vereda de vainillas. Porrazo inolvidable. Vergonzante cabriola. Harto dolor. Isadora Duncan, la extraordinaria bailarina estadounidense (1878-1927), murió en un accidente de similares características cuando la chalina que llevaba anudada al cuello se enredó con la llanta trasera del automóvil Amilcar GS en el que viajaba y la estranguló. Yo quedé tendido en la vereda con la pierna izquierda flexionada como si, habiendo ejecutado la danza del can can, me hubiese sobrevenido un súbito colapso cardíaco. Penoso.

3 Comments:

Blogger Luigi said...

Lo peor en ese tipo de eventos (los que hemos protagonizado porrazos en publico lo sabemos) es que el cuerpo queda en la vereda pero el ánimo unos 4 pisos más abajo, jajjajaa

4:37 p. m.  
Blogger bonito lunch said...

isadora duncan working in the telefunken

8:18 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

Exacto. Está John Lennon que no me deja mentir.

9:43 a. m.  

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