martes, agosto 21, 2007








Fotos: Campo de juego del Atlético Paz y Centro de Máximo Paz (Provincia de Santa Fe)
MAXIMA PAZ
A las ocho y media del sábado partimos desde la sede de nuestro club con destino a la provincia de Santa Fe para disputar un partido de fútbol contra un equipo de la localidad de Máximo Paz. La delegación estaba integrada apenas por once jugadores, por lo que nuestras posibilidades, de suyo reducidas, se reducían aun más. Dentro de esas once personas se encontraba un señor de sesenta y ocho años, gran jugador en tiempos del pantaloncito negro arratonado y la casaca con botones, pero que ahora no está para un partido completo. Eso nos rebanaba un poco más las posibilidades. Otro de los muchachos tenía una lesión en el tobillo. Un tercero está siguiendo una dieta para adelgazar el colesterol y se sentía débil. Hay que ser. Un cuarto venía de dejar a su esposa enojada en una fiesta familiar en Teodelina y su llegada estuvo en duda hasta último momento. Los demás estábamos fenómenos pero somos muchachos de entre cincuenta y uno y cincuenta y ocho años con un baqueteo importante. Buenos coches pero que durante años fueron utilizados como remises. Uno de los que adelgaza el promedio de edad (41 años) es precisamente el afectado del tobillo. El viaje, en una caravana de dos vehículos (una combi azul y un automóvil) transcurrió entre charlas, chistes pésimos y música de Los Iracundos, Los Beatles, Paul Mc Cartney y Los Chalchaleros. No me gustó el disco de Los Iracundos, solamente la canción Es la lluvia que cae invitó a acompañar su estribillo en destemplado coro. En el pueblo de Máximo Paz compramos salamines de campo, desoyendo las advertencias uno de nuestros muchachos, que es empleado en la famosa salaminería Paladini, quien nos previno de que consumir chacinados que carecen de inspección bromatológica aumenta el riesgo de contraer triquinosis y morir en medio de espantosos sufrimientos. El que nos lo advirtió es el tipo del tobillo. El partido nocturno fue jugado en el Club Atlético Paz, institución que dispone de unos vestuarios envidiables, con abundancia de colgaderas para la ropa, duchas que ni en Psycho, un campo de juego con césped digno de la pampa húmeda, luz que nos vedaba todo pretexto por falta de visibilidad en los goles y un banco de suplentes bajo tierra que no pudimos usar porque carecíamos de ellos. Luego del match los muchachos santafesinos nos agasajaron con exquisitos pollos a la parrilla, empanadas fritas en grasa de pella y con pasas de uva, y ensaladas preparadas con tomates y lechugas dignos de los huertos de Xanadú. Le comentamos a uno de nuestros anfitriones lo que nos había dicho el del tobillo sobre la triquinosis. El paceño, sin atisbo de encono ni soberbia, nos dijo que no corríamos riesgo alguno puesto que los chanchos sacrificados en M. Paz son alimentados con maíz y pasturas naturales y no con la basura que les dan en la capital, y que además no llevaban aderezos químicos y podían pasar tranquilamente cualquier control antidopaje. Los pollos estaban deliciosos y eran sustancialmente más sabrosos que los que comemos en la capital y alrededores. Es una diferencia semejante a la que hay entre Graciela Alfano y Liz Solari. Quiero decir que a Graciela me la comería de mil amores -como a los pollos de mi terruño- pero a Liz Solari la disfrutaría harto más -como a los pollos de M. Paz- porque carece de aditivos (colágenos) o pechugas artificiales (tetas con siliconas). Volvimos el mismo día después del banquete fatigados, con terribles dolores de tobillos el que trabaja en Paladini, algunos preparándose psicológicamente para enfrentar la cara de culo de sus esposas, todos con dolores en el cuerpo, uno con meteorismo por haber bebido leche caliente durante la tarde, pero todos contentos y en paz. Y eso que perdimos.

Bajo un monte lleno de miedo y ambiciones/Siempre debe haber ese algo que no muere/Si al mirar la vida lo hacemos con optimismo/Veremos que en ella hay tantos amores/El mundo está cambiando y cambiará más/El cielo se está nublando hasta ponerse a llorar/Y la lluvia caerá... luego vendrá el sereno./Cuántas veces nos han dicho riendo tristemente/Que las esperanzas jóvenes son sueños/Muchos, de luchar están cansados/Y no creen más en nada de lo bueno de este mundo/Y la lluvia caerá, etcétera, etcétera.
(Es la lluvia que cae. Los Iracundos).




2 Comments:

Blogger Luigi said...

A pesar de las diferencias geograficas, de edad, de actividades, etc, etc, me parece que la "cara de culo de sus esposas" es una constante en todo el pais !!

9:02 a. m.  
Blogger estejulioesuno said...

Es así, amigo Luisito. Si tuvieran una vida no joderían tanto.

10:33 a. m.  

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