UN EMPATE CON SABOR A TRIUNFO
Después de una cantidad insoportable de partidos perdidos y sin goles a favor el equipo logró empatar y, lo mejor, conseguir un gol. Lo convirtió el colorado Strugla. Fue un verdadero golazo de chilena con el que empatamos en uno y ese fue el resultado definitivo. Lo celebramos como si hubiera sido un triunfo en la final del mundo. Pero el fútbol es así, las derrotas se sufren como si fuera el fin del mundo. Fue un centro del oso Ribero que le cayó justo al colorado que, ni lerdo ni perezoso, como decía el finado Muñoz, le dio de chilena ante la sorpresa de su marcador, que creo que le dicen Crespito. El arquero contrario, un muchacho apodado el enano debido a su baja estatura, no pudo hacer nada porque la pelota le entró por arriba, que es, precisamente donde defecciona. En la maqueta queda explicada la naturaleza de la maniobra, desde dos ángulos diferentes, para una mejor comprensión. El modelo a escala toma el preciso momento en que el colo Strugla ya lanzó el balón que, a la sazón, ingresará al arco por encima del cuerpo del enano. El partido se jugó en un club muy bonito de Vicente López con importantes chalets a la vera del campo de juego. Y cuando finalizó la brega, los jugadores, superando viejas inquinas, antiguas diferencias, añejos litigios, nos abrazamos, nos palmeamos y nos besamos. Hasta el peludo Rodríguez y mi amigo Ricardo Ditro, en apariencia enemigos irreconciliables, se confundieron en un abrazo. Tal vez lo hicieron, precisamente, porque se confundieron.
Obsérvese desde este otro ángulo de visión, cómo el colo, desde la media luna del área grande, despide una chilena más magnífica que Cecilia Bolocco. El balón entrará de vaselina en la puerta del golero conocido como el enano. Un golón. 1 a 1 y puntito que viene de perlas para salir del fondo de la tabla.
Después de una cantidad insoportable de partidos perdidos y sin goles a favor el equipo logró empatar y, lo mejor, conseguir un gol. Lo convirtió el colorado Strugla. Fue un verdadero golazo de chilena con el que empatamos en uno y ese fue el resultado definitivo. Lo celebramos como si hubiera sido un triunfo en la final del mundo. Pero el fútbol es así, las derrotas se sufren como si fuera el fin del mundo. Fue un centro del oso Ribero que le cayó justo al colorado que, ni lerdo ni perezoso, como decía el finado Muñoz, le dio de chilena ante la sorpresa de su marcador, que creo que le dicen Crespito. El arquero contrario, un muchacho apodado el enano debido a su baja estatura, no pudo hacer nada porque la pelota le entró por arriba, que es, precisamente donde defecciona. En la maqueta queda explicada la naturaleza de la maniobra, desde dos ángulos diferentes, para una mejor comprensión. El modelo a escala toma el preciso momento en que el colo Strugla ya lanzó el balón que, a la sazón, ingresará al arco por encima del cuerpo del enano. El partido se jugó en un club muy bonito de Vicente López con importantes chalets a la vera del campo de juego. Y cuando finalizó la brega, los jugadores, superando viejas inquinas, antiguas diferencias, añejos litigios, nos abrazamos, nos palmeamos y nos besamos. Hasta el peludo Rodríguez y mi amigo Ricardo Ditro, en apariencia enemigos irreconciliables, se confundieron en un abrazo. Tal vez lo hicieron, precisamente, porque se confundieron.
Obsérvese desde este otro ángulo de visión, cómo el colo, desde la media luna del área grande, despide una chilena más magnífica que Cecilia Bolocco. El balón entrará de vaselina en la puerta del golero conocido como el enano. Un golón. 1 a 1 y puntito que viene de perlas para salir del fondo de la tabla.
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