jueves, noviembre 25, 2010


APUNTES SOBRE LA CRISIS GLOBAL, EL DERRUMBE DE LAS HIPOTECAS SUB-PRIME Y EL ESTALLIDO DE LA BURBUJA INMOBILIARIA, ASÍ COMO SU INFLUENCIA SOBRE INSTITUCIONES Y PERSONAS. PERSPECTIVAS.
La gran depresión del siglo 21 fue la consecuencia U.S.A. de las hipotecas sub-prime, también llamadas basura, que en pocas líneas puede definirse como dar créditos a cualquiera. Dar créditos a cualquiera fue el comienzo, entonces, de la debacle mundial que casi nos alcanza a nosotros, los argentinos, pero pudimos salir gracias a la soja. Nuestro país, así como alguna vez fue el granero del mundo, hoy es el granero del mundo, aunque el grano ahora es de soja. Volviendo a las hipotecas basura o darle crédito a cualquiera recuerdo que hace años yo trabajaba en una inmobiliaria. Eran épocas en que el Banco de la Provincia de Buenos Aires le daba créditos hipotecarios a cualquiera. Cuando la inmobiliaria donde trabajaba tenía a la venta una casa o departamento que le gustaba a un interesado y no podía llegar al precio solicitado por el dueño, le sugeríamos que sacara un préstamo bancario. Uno de los escasos requisitos exigidos por la institución crediticia era que el postulante justificara un haber mínimo. Si el sueldo no alcanzaba para cubrir ese quantum de ingreso había una manera creativa de engordar los haberes, muy simple por cierto, que consistía en una declaración (jurada, eso sí) en la que la cónyuge del solicitante, aseguraba que cosía para afuera y con esa labor obtenía unos pesos (que en ocasiones igualaba a los del solicitante). De tal guisa ese feliz matrimonio se hacía acreedor al préstamo y lograba ser más feliz aun. Para dale carnadura a lo anteriormente expuesto, imaginemos el siguiente diálogo en la oficina de bienes raíces:
Cliente: Lamentablemente no llego a sacar el préstamo, martillero Escaparotella, yo gano 500 y con ese sueldo no nos alcanza para comprar la casita.
Martillero Escaparotella: ¿Su señora trabaja?
Cliente: Nop.
Martillero Escaparotella: Bueno, vamos a hacer una declaración en la que su señora afirma que trabaja tejiendo sweaters con la Knittax y gana 400. A ver, veamos: “Por la presente, declaro bajo juramento que trabajo como tejedora de sweaters teniendo un ingreso mensual aproximado de pesos 400. Margarita R. de Badano. Firme aquí, señora, por favor. Listo, con esto, el grupo familiar justifica ingresos por 900. Esto va en tren.
Y así mucha gente pudo acceder a la casa propia. Después, si no podían pagar más las cuotas, es otra cuestión. Es verdad que gran cantidad de ciudadanos dejó de hacerlo y los bancos terminaron descapitalizándose y corriendo riesgo de quiebra. Entonces acudieron los gobiernos a salvar a los… bancos.
En la Argentina tenemos la bendición de la inflación gracias a la cual la cuota fija, al cabo de unos cuantos meses, se transforma en papita para el loro. No así al principio de la secuencia en el que, para poder pagar debemos dejar de ingerir alimentos con continuidad. Recuerdo que en mi barrio bonaerense pagar en el banco hipotecario suponía ir al centro en tren y subte pero este gasto era superior al importe de la cuota por lo que convenía más liquidar la totalidad del saldo que tomar el San Martín lleno. Después inventaron el interés variable, las cuotas ajustables y todo eso. Pero eso es otro tema. El engordar ingresos con creatividad también se hacía en los EE UU del dos mil ocho. He leído que una señora justificó que ganaba cierta cantidad mensual de dólares como bailarina con la mera presentación de una fotografía suya bailando en un salón la danza de los siete velos. Así fue creciendo la burbuja inmobiliaria y llegó la gran primera depresión del siglo 21. Miles de humanos se quedaron sin sus casas y el pasto crece en libertad. Hoy en día hay personas que para completar el pago de su préstamo deben entregar el 25 % de su sueldo durante toda (dije toda) la vida. Todo por darle el crédito a cualquiera. En Irlanda ocurría, por ejemplo, que un banco le daba un crédito a un hombre para comprar la casa. El irish man se endeudaba hasta las balls pero eso no era óbice para que el propio banco le ofreciera otro crédito, esta vez para comprar una villa en el Mediterráneo.
Durante la burbuja inmobiliaria, como hemos visto, se le daba crédito a cualquiera. Total, después le sacaban la casa a aquel que no pudiese endedudarse vitaliciamente. Por el efecto más llamativo de la depresión, esto es, la desocupación, esta pobre gente dejó de pagar y los bancos se llenaron de casas que no se las podían vender a nadie. Y para terminar el presente ensayo que hubiera entusiasmado al mismo Samuelson propongo recordar una canción llamada The complete banker compuesta por el extraordinario artista irlandés Neil Hannon, también conocido como The Divine Comedy. En esa hermosa creación uno de estos banqueros iluminados dice estas palabras que resultarán, a la larga o a la corta, premonitorias:
Tal vez esta recesión sea una bendición disfrazada/Podremos construir una burbuja mucho mucho más grande la próxima vez/Y dejar que el resto limpie lo que nosotros ensuciamos.
resumen de noticiasviajes y turismo
contador web