martes, diciembre 23, 2008

1990. Un burbujeante San Claus dice "Feliz Navidad, jo, jo, jo, aquí traigo regalos para todos ¡O acaso mi plata no vale!

Extracto de la conferencia “A la hora del balance” dictada en el salón cultural Hugo Omar Curto.

Me han preguntado en varias oportunidades si son propicias las veladas de Nochebuena y Año Viejo para el balance. Puestos a escoger, prefiero ceder esa clase de cometidos a los contadores y los balanceadores. Los balances suponen operaciones matemáticas y a mí siempre me tiró más el humanismo que, por su propia naturaleza, desconfía de los cálculos y las dobles columnas. Una persona fría y calculadora parece menos humana. Calculadora es, por ejemplo, una calculadora. Y una calculadora que uno dejó sin querer guardada en la heladera, sería fría y calculadora. La hora del balance generalmente llega cuando nos aflojamos el cinto, nos quitamos los zapatos, disimulamos un eructo que infla nuestra boca como cierto pez que ví en el National Geographic, luego de consumir la cantidad de comida que este año resultará igual o mayor a la servida en navidades anteriores. A propósito, ¿Por qué aumenta la cantidad si año a año nos vemos obligados a achicar la mesa, vieja -como decía alguien en la película Así es la vida- puesto que varios de los seres amados ya no están? Cuánto extraño yo mismo cuando mi mamá me preguntaba ¿comiste bien, Julito?
En fin, ¿Tiene alguna utilidad, por ejemplo, hacer un balance de lo que ganamos este año con relación a lo del año pasado? Acá me apuntan que el balance del que hablamos se refiere a los logros en lo afectivo y sentimental, no a lo económico. Que si hablásemos en plata más de uno se suicidaría con una sobredosis de mantecol. Está bien, tome asiento nomás, el suyo es un buen punto. No se olvide de quedarse al ponche. Otro balance ocioso que se me ocurre ahora: la actuación del gobierno durante el año que fenece; tampoco parece recomendable: está claro que es peor la gestión actual, aunque superior, seguramente, a la del 2009.
Entonces, una vez que nos hemos persuadido de que toda forma de balance es tan inútil como el intercomunicador de los despachos de Cristina y Cleto, la fiesta de Nochebuena resultará ser una reunión familiar como tantas y eso nos quitará presión. Reunión familiar, claro, que nos encuentra ataviados con mejor ropa que de ordinario, perfumados con nuestra mejor fragancia y con una provisión de vittel thoné suficiente como para alimentar a un regimiento mediano de montaña. Por el fondo del auditorio un joven me quiere formular una pregunta. Diga nomás, mozo:
-¿Por qué comemos vittel thoné si es una fiesta de la Cristiandad? ¿Por qué no una pizza? ¿Acaso Roma no está más cerca del Vaticano que Paris?
-Primero, si fuera una fiesta sólo de la Cristiandad, como usted dice poco cristianamente, pobres de los shoppings, los niños y las agencias de publicidad. Segundo: el vittel thoné, amigo, a esta altura de nuestra historia social, es tan tradicional como el arbolito, como el zoquete rojo de jugador de enebeá colgado en la chimenea, o lo que haga sus veces, como los Tupper para llevar la comida, así que no te metás con él ni con la lengua a la vinagreta porque va a haber problemas.
-Pero si somos argentinos ¿por qué no comemos comida criolla..?
-Las cenas navideñas argentinas, pibe, son un homenaje a la globalización, no se quedan solamente con el vittel thoné francés, también comemos ensalada rusa (Rusia), kani kama (Japón), ensalada Waldorf (Estados Unidos), Pío Nono (Italia), Macedonia de frutas (Macedonia) Turrón de Alicante (España), repollitos de Bruselas (Bélgica). ¡Nuestra mesa navideña es un crisol de grasas! Siguiente…
-¿Por qué todas las canciones navideñas hablan del frío, de la nieve y de los trineos cuando acá nos estamos muriendo de calor? Escuche esto: “El tiempo afuera está espantoso pero el fuego está delicioso y como no hay lugar adónde ir, deja que nieve, deja que nieve, deja que nieve”, eso lo canta Bing Crosby. Deja que nieve... ¿qué nieve? La única vez que ví nieve fue cuando mi vieja me mandó a descongelar la heladera.
-El 9 de Julio de 2007 nevó, así que te maté el argumento. Y si no te gustan las canciones navideñas extranjeras, cantá La Misa Criolla
-¿La Misa Criolla? “A la huella la huella, José y María…” ¿Qué huella? En mi barrio hace cuarenta años que tenemos pavimento…
-Las quejas porque las canciones navideñas hablan de frío, nieve y trineos hoy en día están más fuera de lugar que las frutas abrillantadas en el pan dulce, verdaderos okupas de la deliciosa golosina, por otra parte. Si tanto te exaspera nadie te impide crear tus propias tonadas navideñas que hablen de estos días de insoportable calor, de las calles no cubiertas de nieve sino de olor a pólvora por los cohetes, del ruido intolerable de los rompeportones, de los perros muertos de miedo y de los corchos en los ojos… Deja que Bing cante tranquilo desde el más allá y no abras más la boca hasta que llegue el ponche.
Yo les pido ahora, queridos amigos, que pensemos en las cosas lindas de la vida y eso nos asegurará una cobertura de excelente predisposición para las veladas que se avecinan. Y así preparados para las cosas buenas, pediremos lo mejor: que llegue un hermano con su esposa y sus hijos desde Mendoza, que llegue un primo al que hace mucho que no vemos, con toda su familia desde Estados Unidos, o un sobrino desde la Antártida, u otro sobrino y su esposa desde Inglaterra, que la familia y los amigos estén bien, que mi pipi me siga queriendo y que la plata que ganamos nos alcance a todos para vivir.
Antes de percibir las caritas de protesta por solicitudes tan desmesuradas, hago mío un sabio apotegma del mundo inmobiliario (en el que me muevo como pez en el agua del riachuelo) que reza: Pidamos lo máximo que para bajar hay tiempo.

4 Comments:

Blogger edu, desde el barrio, said...

Sr.Pez: Sabio apotegma. ¿Y cuándo no hay ofertas qué hacemos?
Si,ya se: mentimos y tomamos una reserva. Hay que llevar el puchero a casa.

4:13 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Julay, este año no haga balances, que no les dá ni a los bancos, usted que pretende, el balance que vale es: que estamos vivitos y coleando, gracias a Dios.-
Besos Anusky

5:50 p. m.  
Blogger Unknown said...

Un aplauso para el conferencista!!!!

En estas navidades, pletóricas de "vitello tonatto", sepa que mi espíritu va a trasladarse a ésa, con la esposa y los hijos.

12:10 a. m.  
Blogger estejulioesuno said...

¡Eso! Y nos beberemos una champaña espiritual pero bien fresquecita

9:48 a. m.  

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