DIGAN WHISKY
Mi esposa le toma una foto con el fondo del bus de Magical Mistery Tour a una señorita norteamericana que se lo ha pedido porque viaja sola. Mi inveterada timidez, cortedad, apocamiento, pusilanimidad o fobia social hizo posible que desarrollara a la perfección la toma de fotos sin ayuda de la mano humana. Preparo la cámara para que me espere diez segundos a que me ponga en pose y recién entonces ella solita hace ¡clic! Pero cada vez que me encuentro armando el operativo, que incluye colocar la máquina en alguna superficie horizontal y a la distancia correcta para que capte nuestros cuerpos y no los ampute, se aparece alguna persona solícita que siente conmiseración por nuestra imposibilidad (no lamentada) de sacar una foto según el rito clásico de que haya alguien detrás de la cámara que diga digan whisky. Y se ofrece para sacarnos la foto. Y para no ofenderlo yo acepto ser fotografiado a la usanza tradicional. Pero a veces el comedido no sabe dónde apretar o me saca la foto movida. Si yo no le he pedido nada, era feliz preparando mi retrato automático sin nadie que diga digan whisky. Pero, en fin, uno vive dentro de una sociedad.
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