HOMENAJE A LAS PALOMITAS
Las palomitas que se aprecian en la foto son descendientes legítimas de las inquilinas del monumental palomar que el señor Diego Casero tenía en su estancia y que está emplazado justo en el lugar en donde el 3 de febrero de 1852 se librara la batalla de Caseros que dio trágico finiquito al gobierno del restaurador Ortiz de Rozas. El hoy célebre Palomar de Caseros es una construcción circular que parece una torta de tres pisos, en cuyas celdas se albergaban a más de diez mil palomas para su crianza y posterior sacrificio, con fines alimentarios. El pichón de paloma formaba parte sustancial de la dieta en la pampa argentina del siglo diecinueve. Al mes de vida, el pobre animalito estaba en condiciones de ser muerto y posteriormente ingerido. Estas sucesoras de aquellas sacrificadas palomitas patrióticas hoy comen plácidamente la pizza que se hornea en la pizzería El Quebracho, ya sin el riesgo de ser horneadas, guisadas o fritadas. Sufren otra forma de agresión por el descrédito que deben sobrellevar debido a las supuestas enfermedades de las cuales serían transmisoras. A mí me parece una patraña del monopolio-destituyente. Prefiero quedarme con el mérito de las solidarias avecillas que, como vemos en el grabado, lejos de encanutar su alimento farináceo, permiten a los insoportables loritos que compartan la colación sin plantear diferencias de raza. Bravo por las portadoras de paz que no trepidan en repartir su papita pal loro.
2 Comments:
Ud. CREE que las palomitas no son horneadas, guisadas o fritadas...
Le cagué la mitad de los imancitos del delivery, diga la verdad...
Ahora que lo decís, los pollitos que hacen tan deliciosos siempre me parecieron un tanto minúsculos.
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