FOGON EN LA PLAYA
Me siento tan bien, tan café con leche, como decía Cortázar en La vuelta al día en 80 mundos, que puedo recordar aquel fogón donde canté con suerte diversa.
Aquella noche de luna llena quedó a mi cargo la interpretación de canciones que yo sacaba gracias a la revista Toco y Canto, que traía las letras y los tonos para guitarra. Hasta que comenzó el espectáculo la reunión era un batiburrillo de voces y risas y un retintín de copas (los que bebían gaseosa de litro). Hice un rasguido violento para callar a la concurrencia sin parar mientes en que la chica que tenía a mi lado se me había aproximado más, con el pretexto de estar más cerca del artista. Cada quien de los hombres que rodeaban el fuego intentaba arrimar el ascua a su sardina, quiero decir, que aprovechaba el arte que egresaba de mi boca y de mi diapasón para intentar un acercamiento con aquella a quien le había echado uno o los dos ojos en procura de, más adelante, poder continuar con las echazones. Cuando se producía una pausa entre canción y canción alguna chica me solicitaba temas:
-¿Te sabés La marcha de la bronca?
-Si, pero no la puedo tocar.
-¿Por?
-Porque te veo y se me quita.
-…
(Diálogo que juzgué apto para liquidarla de amor e iniciar un camino asfaltado hacia el romance)
O bien, si la chica estudiaba en la facultad y estaba “concientizada”, le tiraba esta frase matadora:
-Bajo el capitalismo el hombre explota al hombre. Bajo el comunismo es justo al contrario…Lo dijo Galbraith, un economista canadiense…
-Tocate Y rasguña las piedras.
(Se conoce que la chica no era de ésas y no prestó ni mucha ni poca atención a pensamiento tan ideológico. O se dio cuenta de que yo estaba haciendo el ridículo, que estaba padeciendo un estado de mamacharramiento que conduce inexorablemente al nopodermiento, según la particular lengua del escritor polaco Witold Gombrowicz en su genial novela Ferdydurke. Esto es, me meto en un berenjenal de fanfarronería que termina de convencer a la señorita de que soy un boludo. Con todo, y siguiendo al gran Witold, se respiraba esa noche una atmósfera sensual-muchachal muy apta para la práctica de los deportes al aire libre, como por ejemplo, el teto. Mi amigo Guillermo había invitado al fogón a una preciosa señorita que trabajaba en la tienda Los Gallegos y le espetaba sinnúmero de frases floridas propias de su pobre arsenal poético, pero la tenderita se quería ir pues al día siguiente madrugaba para ir al trabajo y se notaba que no disfrutaba de la velada. Recuerdo ahora un pensamiento leído en Los detectives Salvajes de Roberto Bolaño que bien le hubiese caído a mi picaflor, si la vendedora hubiese leído el maravilloso libro, que ni siquiera estaba escrito por esa época: se puede conquistar a una muchacha con un poema pero no se puede retener a una muchacha con un poema.
-Me tengo que ir, Guillermo. Mañana trabajo –le dijo la dependienta, sacudiéndose la arena del pantalón y luego de las manos-.
Esa noche no ganamos.
Aquella noche de luna llena quedó a mi cargo la interpretación de canciones que yo sacaba gracias a la revista Toco y Canto, que traía las letras y los tonos para guitarra. Hasta que comenzó el espectáculo la reunión era un batiburrillo de voces y risas y un retintín de copas (los que bebían gaseosa de litro). Hice un rasguido violento para callar a la concurrencia sin parar mientes en que la chica que tenía a mi lado se me había aproximado más, con el pretexto de estar más cerca del artista. Cada quien de los hombres que rodeaban el fuego intentaba arrimar el ascua a su sardina, quiero decir, que aprovechaba el arte que egresaba de mi boca y de mi diapasón para intentar un acercamiento con aquella a quien le había echado uno o los dos ojos en procura de, más adelante, poder continuar con las echazones. Cuando se producía una pausa entre canción y canción alguna chica me solicitaba temas:
-¿Te sabés La marcha de la bronca?
-Si, pero no la puedo tocar.
-¿Por?
-Porque te veo y se me quita.
-…
(Diálogo que juzgué apto para liquidarla de amor e iniciar un camino asfaltado hacia el romance)
O bien, si la chica estudiaba en la facultad y estaba “concientizada”, le tiraba esta frase matadora:
-Bajo el capitalismo el hombre explota al hombre. Bajo el comunismo es justo al contrario…Lo dijo Galbraith, un economista canadiense…
-Tocate Y rasguña las piedras.
(Se conoce que la chica no era de ésas y no prestó ni mucha ni poca atención a pensamiento tan ideológico. O se dio cuenta de que yo estaba haciendo el ridículo, que estaba padeciendo un estado de mamacharramiento que conduce inexorablemente al nopodermiento, según la particular lengua del escritor polaco Witold Gombrowicz en su genial novela Ferdydurke. Esto es, me meto en un berenjenal de fanfarronería que termina de convencer a la señorita de que soy un boludo. Con todo, y siguiendo al gran Witold, se respiraba esa noche una atmósfera sensual-muchachal muy apta para la práctica de los deportes al aire libre, como por ejemplo, el teto. Mi amigo Guillermo había invitado al fogón a una preciosa señorita que trabajaba en la tienda Los Gallegos y le espetaba sinnúmero de frases floridas propias de su pobre arsenal poético, pero la tenderita se quería ir pues al día siguiente madrugaba para ir al trabajo y se notaba que no disfrutaba de la velada. Recuerdo ahora un pensamiento leído en Los detectives Salvajes de Roberto Bolaño que bien le hubiese caído a mi picaflor, si la vendedora hubiese leído el maravilloso libro, que ni siquiera estaba escrito por esa época: se puede conquistar a una muchacha con un poema pero no se puede retener a una muchacha con un poema.
-Me tengo que ir, Guillermo. Mañana trabajo –le dijo la dependienta, sacudiéndose la arena del pantalón y luego de las manos-.
Esa noche no ganamos.
Foto: Playa de Barbeira (Baiona). Playa de 200 metros de longitud que se encuentra en las faldas del Monte Boi. Para su acceso hay que acercarse hasta la fortaleza y pasar bajo una de sus puertas. Se encuentra muy cerca de la playa de A Riberia y está muy protegida del oleaje del mar gracias a un espigón y un puerto deportivo. Cuenta con todo tipo de servicios al visitante. Su arena es dorada y de grano medio.
3 Comments:
Esa noche, por lo que cuenta, no ganó, pero em las muchas otras noches..ganó!? o casi siempre igual.
Era dificil. aún creyendo que la teníamos todas a favor, no?
Me parece muy inverosímil que, estando armado de tan poéticas y románticas frases, ninguna chica haya cedido bajo los encantos de tan sensible payador...
nunca quise hacer alarde de mis conquistas pero sí, gané, gané. Le canté una de Sandro. Todavía hoy siento vergüenza.
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