CAMINANDO CON RAQUETAS PARA NIEVE

Hemos hecho una excursión por el volcán Lanín con raquetas de nieve que rentamos a $ 25 por día. Multiplicando ese importe por treinta llego a la conclusión de que, en un mes, se podría alquilar un departamento confortable en Providencia, pero esta reflexión inmobiliaria no tiene nada que hacer acá. Obsérvese en los grabados que ilustran este trabajo la diferencia de las raquetas de nieve en tiempos de nuestros pioneros y las actuales, fabricadas con materiales de última generación y aleaciones de alta resistencia. Pero se justificaba su uso porque la capa de nieve era excepcionalmente gruesa. En la foto podemos ver el cartel que anuncia una senda peatonal, cuya altura es la de un arco de fútbol y la nieve llega casi hasta el travesaño. Nuestro andar por la sábana de nieve sólo se veía alterado por el sonido de nuestras respiraciones, aghh, aghh, aghh, el golpeteo de las raquetas sobre la pampa alba (tengo más de estas figuras ligeramente grasas para utilizar como sinónimos de nieve) clop, clop, clop y alguno que otro pájaro carpintero que trabajaba en las lengas, toc, toc, toc. De vez en cuando deteníamos nuestros aghhs y clops, y Woody Woodpecker sus tocs, para gozar del privilegio de escuchar el silencio genuino ( no el de nuestras comunidades que siempre tiene de fondo a los televisores). La caminata duró unas dos horas y cuando regresamos del pie del Lanín nos quitamos las raquetas de nieve y colocamos unas reposeras sobre la carpeta nívea para tomar el sol. Ah, y una de las raquetas fabricadas con materiales de última generación y aleaciones de alta resistencia estaba rota. A Jack London esto no le sucedía.