EN EL LUGAR DE LOS HECHOS. TERCERA ENTREGA

SUMO

Fui cofundador y copropietario del pub Caroline donde debutase la legendaria banda Sumo de Luca Prodan. Hoy el lugar es un oscuro ciber-algo donde nuestra juventud pasa momentos de sana algazara. La histórica noche de la presentación del grupo, con su formación original que incluía a una baterista llamada Stephanie, fue memorable en lo artístico y en lo comercial: vendimos tanta cerveza como cualquier pueblo de Munich durante la Oktoberfest, por ejemplo Ludwigvorstadt. El sonido de la agrupación polifónica de Hurlingham fue poderoso como una descomposición de núcleos atómicos cuando son bombardeados por neutrones. Las botellas clonadas por el espejo tintineaban y se chocaban en salvaje pogo, las paredes temblaban, se caían los cartelitos de pida tostados, los pisos vibraban, los techos despedían yeso como si fuese polvo para hornear (Royal). La policía llegó más rápido que los bobbys cuando The Beatles tocaron en la terraza de los estudios Apple, en la calle Saville row número 3. Los cobanis nos pidieron los papeles. De la habilitación, digo. Finalmente se fueron satisfechos con un par de cocas. Cola, digo.