IMPRESIONES DEL VIAJE A GEORGIA
Resumen de lo publicado: Julio, el protagonista de este entrañable diario, que parece periódico, y que lleva el nombre de este Julio es uno, fue invitado por su gran amigo Ricardo Ditro, a realizar un corto viaje a la República de Georgia con el fin de calificar la comida y la bebida de algunos de los más importantes restaurantes de su capital, Tbilisi.
GEORGIA es un país fresco en Enero. Apenas un grado centígrado. Pero podrían ser diez o quince bajo cero, que es la marca normal. Gracias al calentamiento global, los inviernos del planeta están viniendo más bien chirles. Una camperita a la noche por si refresca. En mi caso, que vengo de 30 grados sobre cero, bajar a cero sobre cero, es descender treinta grados de un saque, si no hice mal las cuentas. Después la salud te lo cobra. Y apenas pisé el suelo de la capital de Georgia, empecé a sentir esa sensación de gripe tan característica. ¿Viste cuando vos sabés que te viene la gripe apenas con un par de síntomas?
Acá, lo único que falta es que el vodka salga de la canilla. Así que, con todo el vodka que bebí, fui matando la gripe, o por lo menos la sensación de gripe con si dolor de huesos, escalofríos...
Los habitantes de acá son sumamente gentiles y hospitalarios. Al punto que en uno de los restaurantes que tuve que calificar me hice amigo del mozo y me invitó a comer a su casa. Brindamos con su familia como veinte veces. Acá los brindis hay que respetarlos. La comida es rica. A mí me gusta mucho la comida, de cualquier clase y cualquier país, si es bien condimentada, mejor. El plato más tradicional de la cocina georgiana se llama khachapur. Es un pan de queso, lleno de queso caliente. Cómo me gusta el queso. A veces le ponen un huevo frito arriba. Eso de ponerle un huevo frito encima expresa un notable sentido del perfeccionismo. Con un huevo frito arriba se mejora todo. Hasta la vida mejora si le ponés un huevo frito arriba.
El colesterol se me debe haber ido a la mierda. Pero casi siempre lo tengo allí. Así que se quedó donde estaba. Otra comida notable es el khinkali, que es un budín relleno de carne de chancho. Muchos platos llevan ajo y nuez. Ah, la sopa de hongos también es deliciosa. Es una barbaridad la cantidad de comida que morfé en menos de dos días. El restaurante de Tbilisi se llama Genasvali y allí fue donde me hice amigo del mozo. En su casa seguí dándole al diente. Me sirvió un budín de riñon con alubias, que estaba para chuparse los dedos. Pero tomé más vodka que Boris Yeltsin el día de su cumpleaños.
Es una lástima, Julito, que no hayas podido renovar a tiempo tu pasaporte. Sos un boludo, tenés que tenerlo listo siempre porque nunca se sabe cuando te va a salir un viaje . Y además me cortaste las vacaciones. Yo estaba lo más tranquilo en Mar del Plata haciendo dibujitos con los granitos de arena que me salían del agujerito que se forma cuando hacés un tubo con los dedos contraídos. El domingo voy a jugar al club con vos a ver si bajo algunos kilos. Tendría que ser un partido de seis horas, por lo menos, pero bueno.
Leía el e-mail de mi amigo Ricardo y las fotos que me mandó desde Georgia, mientras, en la inmobiliaria, le explicaba a un cliente que si su inquilino se atrasaba unos días en el pago del alquiler, no tenía derecho a matarlo. Sentía que en estas ocasiones mi trabajo no me suministra ninguna satisfacción, que es más bien mediocre y que por qué no pude gestionar a tiempo ese puto pasaporte. Tenía tanta bronca que me hubiera ofrecido al propietario para matar a su inquilino. Pero no se debe mezclar el trabajo con el placer.
1 Comments:
Gran repunte, don Julio, gran repunte!
Ya me lo decía su tío: "persevera y triunfarás".
Felicitaciones!
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