jueves, agosto 19, 2010


CRÓNICAS DE UN VIAJE A NECOCHEA. Tercera parte.
RESUMEN DE LO PUBLICADO: Un grupo de muchachos viaja a Necochea para jugar un partido de fútbol contra un equipo de la ciudad antes nombrada. A uno se le rompe el auto. Otros dos se pierden porque el encargado de su guarda se los olvida en Coronel Vidal.
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Ese hombre que se ve en la foto, con la única compañía de un perro negro, está acabado. El derrumbe es total. Mira el horizonte como si allí pudiese encontrar las respuestas a tanta desesperanza. Sólo el animalito lo acompaña en la soledad de la pena. Los perros son de los pocos seres que nunca abandonan a un fracasado. Los demás compañeros, a unos metros de allí, viven la euforia de la tarea bien cumplida en el partido que finalizó hace minutos. Mientras él rumia su pesadumbre los otros se palmean y se besan. El de la incipiente calvicie, a quien se le llama El Tano, apenas recordará en el futuro nuestro viaje a Necochea por lo que no fue. Esta es su historia: El Tano, por primera vez desde que milita en nuestro valeroso team, iba a ser titular en el difícil match contra el club Del Valle de la hermosa ciudad costera. Pero la noche anterior a la brega una severa arritmia cardíaca transformó su corazón en un indómito caballo galopante que quisiera arrojar al jinete y en lo posible pisotearlo. Ello decidió al entrenador a excluirlo sin más, previa consulta al plantel, que unánimemente opinó que no era bueno que el querido El Tano jugara con el bobo mal. Pero, por misericordia, nadie le dijo que se lo sacaba por causa de la importante falla cardíaca. Se lo confinó al banco de suplentes, con uniforme de jugador, para que viviera de la ilusión y no se retobara. Una exclusión por causas patológicas se le puede discutir al mister pero una decisión exclusivamente táctico-estratégica nunca se objeta. Son códigos. Los hombres funcionamos así. Y así nos va. Cuando terminó el partido, el hombre, que entró de lástima y por su insistencia los últimos minutos pero, por suerte, no expiró, no podía más del enojo. Estaba furioso con todos. Decía que nunca había podido jugar un partido entero en las giras del equipo y ahora, que tenía por fin la posibilidad de hacerlo, lo sacaban.
-No te podíamos dejar jugar con la arritmia –alegaron todos a una-.
-¡Yo conozco mi arritmia! Yo sé cuándo puedo jugar y cuándo no.
-No podíamos dejar que te murieras y después tuviéramos que llevarte de vuelta en una bolsa negra de plástico.
Esta expresión se usa mucho en las películas norteamericanas. Preferentemente de guerra o policiales. Ignoro si en nuestra patria se introduce a los cadáveres en bolsas de plástico. Pero como efecto dramático es de mucha eficacia.

4 Comments:

Blogger bonito lunch said...

asi que no lo pusieron por la arritmia...
Mira vos ,che...

4:21 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

cardíaca

5:13 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Perturbador y tramposo, manejas el táimin periodístico como un lince.
El documento fotográfico es impactante, se nota que la situación sobrepasó al plantel, eriza la piel de sólo imaginar.
Mas.....¿cuál fue el resultado del encuentro? ¿Se rompió la seguidilla?
No abuses del temple del lector.

12:46 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

el resultado fue un empate pero que no salga de aquí

5:09 p. m.  

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