sábado, diciembre 01, 2007

EFECTOS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL


En mi barrio construirán una autopista que ha de bordear el límite de La Providencia con Providencia, barrios hermanos de nuestro conurbano. La Providencia y Providencia están separados por las vías del ferrocarril. Junto a las vías se encuentran los fondos de las casas que se verán afectadas pues la autovía pasará justo al lado de los rieles. Un vecino de la calle desgraciada me ha pedido que le tasara el inmueble. Los habitantes, cuyas propiedades están allí emplazadas, se encuentran en pie de guerra porque no quieren la autopista, no, no y no. Temen a la contaminación visual, a la contaminación auditiva y a la contaminación de la podredumbre que exhalan los camiones y automóviles, que desconozco cómo se llama, aunque la podríamos llamar sencillamente contaminación. Los frentes de las casas hoy en día están decorados con sábanas que rezan No a la autovía, Fuera la autovía, Autovía caca, y otras frases que, en general, manifiestan su desacuerdo con la construcción de la autovía. Además, se sospecha que se trata de un negociado en el que estarían involucrados el intendente municipal, y un industrial que reside en Providencia y que ahora es presidente de la Cámara Argentina de los Industriales (La CAI, que no es el club que milita con variada suerte en el Nacional B) El señor que me solicitó la tasación es un ex boxeador de peso pesado, cuyo rostro deteriorado por las trompadas de sus contendores y de la vida misma dibuja un gesto perenne de malhumor mixturado con indignación y ojeriza. Vamos, que parece como si en cualquier momento quisiera usar mi cabeza de punching-ball, lo que me coloca en el compromiso de realizar una valoración de su chalet, no sé si correcta o incorrecta, pero que, por lo menos, no lo predisponga a romperme la cara de un uppercut. El ex púgil me pasea por las distintas dependencias y me indica, como si yo no supiera qué es cada habitación:
-Acá está el baño –me dice Rocky-. Esta ventana da al fondo. Dentro de poco, por culpa de esa autovía de mierda, mi nena no se va a poder bañar con la ventana abierta, como lo hace siempre, porque la van a ver los automovilistas y los camioneros.
Observo una foto de una joven de cuerpo entero, colgada (la foto) en el pasillo distribuidor de los dormitorios. Si esa es “la nena”, es un tremebundo minón de proporciones inconmensurables, es más, me pregunto si el retrato no será el afiche de una vedette de la calle Corrientes. Me arriesgo y le consulto:
-¿Esa es su nena?
-Si. Mi esposa. Yo le digo nena ¿por?
-Por nada, por nada.
Salimos al fondo y en el medio del jardín veo una pequeña piscina celeste de fibra. Más atrás, separadas del parque por un muro reglamentario, están las vías del tren.
-Mi nena se baña en esta pileta. Muchas veces lo hace al estilo naturalista para que no le queden marcas de la bikini. Dentro de poco, no va a poder...
-¿Así sin nada? –le pregunté en un hilillo de voz, más fina que la de Buonanotte-.
-Si ¿por?
-Preguntaba nomás.
-Cuidado, no se tropiece con la colchoneta. Acá toma clases de gimnasia con una amiga muy querida que es profesora de educación física.
-¿En jogging?
-¿Y eso qué importa?
-No, nada, nada.
-Acá puse una ducha para que la nena, antes de entrar a la pileta…
-¿Podemos ver el lavadero? –le cambié de tema mientras me secaba con un pañuelo la transpiración de la cara como Luis Armstrong cuando tocaba la trompeta-.
Yo calculo que serían los efectos del calentamiento global.

CONTINUARÁ

2 Comments:

Blogger lenguaviperina said...

buen blog, Julio.

5:14 p. m.  
Blogger bonito lunch said...

muy bueno .

3:42 p. m.  

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