lunes, abril 16, 2012

EL PREMIO TITO
El premio Tito es un galardón que ha instituído el Departamento para el Otorgamiento de Galardones (DOG) de este dignísimo blog y tiene por finalidad reconocer a todos aquellos jugadores de fútbol que muestran actitudes positivas durante los partidos, donde quedan expuestas su buena fe, compañerismo u honradez en el juego y que, a la postre, dignifican al grupo y resultan un ejemplo a seguir. El nombre del premio es un homenaje a un jugador de Necochea, de nombre Tito, que en un partido contra nuestra asociación de fomento, tuvo una actitud que es quizás la quintaesencia del fair- play. Escuchemos la historia: el equipo de Tito (Club Del Valle, Necochea, Provincia de Buenos Aires) tuvo a su favor un penal que solamente vio el árbitro, una supuesta mano de uno de nuestros defensores que no fue tal porque la pelota le dio en el pecho. Si, en el pecho, qué tenés en los ojos, ¡un corpiño!, salí, penal de qué, caradura, si estabas a una cuadra, qué viste ladrón, ¡andá!. Estas y otras cosas más feas se dijeron desde el momento de la sanción de la inexistente falta hasta aquel en que el gran Tito debía ejecutarla. El jugador necochense, acallados los gritos de protesta, tomó carrera, quedó frente al balón, miró al golero de nuestra asociación de fomento y deliberadamente la tiró afuera. Con suavidad, como perdonando al viento y para que quedara claro que desviaba el tiro por propia voluntad. Una acción propia de un caballero. Que se aplaudió por parte de nuestro equipo y recibió el silencio respetuoso de sus compañeros, aun en la circunstancia de que por ese penal desviado el equipo de la costa atlántica se retiraba perdidoso del match. Ignoro si alguno de ellos lo quiso asesinar al excelente Tito pero no creo.
Formulada esta necesaria introducción paso a comentar que en los partidos que jugamos todos los domingos, en la remozada cancha de nuestra asociación de fomento, se ha decidido hace un tiempo que en ningún caso se cobre el offside. El fundamento de tan polémica norma es que, al no disponer de referís, no se puede dejar librado a uno o varios jugadores a que cobren la posición adelantada porque la decisión se vería viciada por los propios deseos del player. Un ejemplo: le pasaron la pelota a ese delantero a quien no puedo alcanzar ni con un lazo. Entonces levanto la mano y doy por cobrado el offside. Imagínese las discusiones a las que se presta esta eventualidad entre aquellos que vieron offside, generalmente todos los del el equipo que defiende, y los que no lo vieron, habitualmente los del equipo que ataca. Para evitar enojosos litigios se decidió, después de años de lucha, jugar los partidos domingueros sin aplicar la regla del offside. Ahora bien, eso no debería autorizar o, por lo menos, no debería interpretarse como una autorización lisa y llana para que el delantero se quede al lado del arco tomando mate y charlando con el golero contrario y, cuando le llega el útil, hacer goles a lo pavote. Que son goles fáciles de hacer si estás adelantado y solo. También un poquito de culpa del defensor ligeramente nabo que se olvidó de que se juega sin offside y no lo marcó al vivillo aprovechado. Lamentablemente hay dos o tres de estos vivillos que se aprovechan del no cobro del offside y viven alegremente en offside. Y convierten goles y se creen que son maravillosos jugadores. Cumplido este imprescindible proemio, paso a comunicar que el último domingo uno de nuestros jugadores más jóvenes, de nombre Darío, dio el ejemplo con una actitud que pasó casi desapercibida, mas no para el DOG. En cierta jugada, en que el equipo de Darío atacaba, él esperaba el pase del compañero en cercanías del arco. Pero dicho pase tardó una eternidad en llegar y Darío quedó en posición adelantada. Pero ¿cómo posición adelantada?, ¿no dijimos que no se cobra, carajo? La explicación es sencilla -y el carajo estuvo de más-: el jugador se la “autosancionó”. Todo a pesar de que al recibir el balón quedaba en inmejorable posición para convertir. Y si lo convertía todos los del equipo contrario al de Darío, al estar abolido el offside, teníamos que concurrir a llorar a la iglesia (La Sagrada Familia, que está en la calle Los Ceibos). A pesar de que la infracción no es punible en nuestro sistema normativo, el joven Darío dejó pasar la pelota y, ante la aclaración que le hice de que hubiera podido hacer el gol tranquilamente, me dijo que estaba adelantado y que no se quería aprovechar de esa circunstancia. Fair play de Darío y ejemplo para las generaciones más viejas (nosotros). Por todo lo expuesto se le otorga el premio Tito a Darío. Aplausos. (Para Tito, para Darío, para el DOG y para mí)
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