Notable triunfo del equipo argentino frente a Brasil en el mundial de basquetbol. Fue 93 a 89 con una sorprendente actuación de Luis Scola, nuestro vecino del barrio. Confieso que no conozco mucho del deporte manual por lo que prefiero no ahondar en aspectos técnicos, aunque el partido sí lo vi y me emocioné con la actuación del pibe que convirtió 37 goles. Fue impresionante, todo lo que tiró lo embocó en la canasta, nombre inapropiado que se le da al aro. No conozco ninguna canasta en la que los objetos que se introducen se caen por la parte inferior. ¡No alcanzaría ningún sueldo! En fin, el chico Scola, a la sazón, es sobrino de un viejo amigo mío, Carlitos. Compañero de la primaria, yo solía tomar la leche en su casa. Y también iba al baño de Carlitos. Volviendo a su sobrino, el gran Luisito ha construído una carrera notable y ahora está construyendo una linda casita a una cuadra de donde vivo (foto), por lo que algún día quizás nos encontremos en el puesto de diarios donde podré decirle: hola, Luis. Y él acaso me conteste: hola. Sería maravilloso. Recuerdo que hace algún tiempo entrenó en la cancha de fútbol de mi club, precisamente el día domingo y en el horario en que juego con mis amigos. Asistido por un personal-trainer que no cesaba de volcar notas en un cuaderno, Scola daba vueltas alrededor del field, mientras nosotros, en el banco de suplentes, nos cambiábamos para el partido, tarea que insume sus buenos minutos ya que hay que vendarse, colocarse rodilleras, musleras, tobilleras, fajas, corsets, coderas, aceite verde, linimento sloan, etcétera. El gran basquetbolista corría con la cabeza gacha en aquella fría mañana invernal y nosotros admirábamos en silencio su disciplina y su cuenta bancaria. Pensar, decíamos, que éste viene a correr a este potrero y gana millones y nosotros nos cagamos de frío gratis. Hasta que surgió entre nuestro grupo el cholulo que nunca falta. No tendría importancia si no fuese que el que fue a interrumpir el entrenamiento y sacarle alguna palabra a Scolita justo fue uno que suele hacer preguntas más bien tontas. En cualquier caso, la actuación del chico fue excelente y eso nos pone orgullosos a los que alguna vez vestimos la camiseta o la musculosa verde de nuestro querido club.
miércoles, septiembre 08, 2010
Notable triunfo del equipo argentino frente a Brasil en el mundial de basquetbol. Fue 93 a 89 con una sorprendente actuación de Luis Scola, nuestro vecino del barrio. Confieso que no conozco mucho del deporte manual por lo que prefiero no ahondar en aspectos técnicos, aunque el partido sí lo vi y me emocioné con la actuación del pibe que convirtió 37 goles. Fue impresionante, todo lo que tiró lo embocó en la canasta, nombre inapropiado que se le da al aro. No conozco ninguna canasta en la que los objetos que se introducen se caen por la parte inferior. ¡No alcanzaría ningún sueldo! En fin, el chico Scola, a la sazón, es sobrino de un viejo amigo mío, Carlitos. Compañero de la primaria, yo solía tomar la leche en su casa. Y también iba al baño de Carlitos. Volviendo a su sobrino, el gran Luisito ha construído una carrera notable y ahora está construyendo una linda casita a una cuadra de donde vivo (foto), por lo que algún día quizás nos encontremos en el puesto de diarios donde podré decirle: hola, Luis. Y él acaso me conteste: hola. Sería maravilloso. Recuerdo que hace algún tiempo entrenó en la cancha de fútbol de mi club, precisamente el día domingo y en el horario en que juego con mis amigos. Asistido por un personal-trainer que no cesaba de volcar notas en un cuaderno, Scola daba vueltas alrededor del field, mientras nosotros, en el banco de suplentes, nos cambiábamos para el partido, tarea que insume sus buenos minutos ya que hay que vendarse, colocarse rodilleras, musleras, tobilleras, fajas, corsets, coderas, aceite verde, linimento sloan, etcétera. El gran basquetbolista corría con la cabeza gacha en aquella fría mañana invernal y nosotros admirábamos en silencio su disciplina y su cuenta bancaria. Pensar, decíamos, que éste viene a correr a este potrero y gana millones y nosotros nos cagamos de frío gratis. Hasta que surgió entre nuestro grupo el cholulo que nunca falta. No tendría importancia si no fuese que el que fue a interrumpir el entrenamiento y sacarle alguna palabra a Scolita justo fue uno que suele hacer preguntas más bien tontas. En cualquier caso, la actuación del chico fue excelente y eso nos pone orgullosos a los que alguna vez vestimos la camiseta o la musculosa verde de nuestro querido club.
8 Comments:
Scolita se formó en Ciudad, después se lo afanó Ferro y de ahí no paró. Pero es del barrio suyo, sí.
Hasta en la derrota de ayer jugó dignamente lo poco que lo dejaron, no se puede ganar todos los días. Posiblemente esté al nivel de Ginóbili en calidad de juego y humana (en el sentido deportivo). Le faltan algunos anillos, pero todavía tiene tiempo (y no le vendría mal tener otro equipo...).
El cesto o la canasta se llama así porque está formado por el aro y la red. Sin ambos elementos presentes en forma simultánea, no es posible jugar oficialmente al básquet.
No sé qué haría sin las lecciones de roedor.
Digo..., no tenés ganas de escribir un homenaje a Boquita?
Fernijul
claro, boquita sensini, qué pedazo de trayectoria.
julito, no me gaste más, che. Y absténgase de ponerse en antibostero, que ya bastante tristeza y amargura tiene con lo propio... (igual lo quiero).
yo soy feliz
Yo también soy feliz, porque vi una tabla de posiciones oficial con las gallinas en zona de descenso directo...
Y esto no ha terminado aún, no aprieten el pomo antes de carnaval, jeje...
eso es imposible, si no da el promedio, de última está don Grondona. Todos de pie
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