EL CONCURSO DE LA RADIO
He participado de un concurso radial de canto (radio La Red am 910) en el que medí talentos con una señora llamada Beatriz, portadora de una voz cristalina y dulzona. El jurado supo elogiar su buen dominio de los tonos y la ternura de su voz cantarina, desafío mayor para el que esto teclea, que se lanzó a la lid munido del humilde arte de una cancioncilla de mi autoría cuyo valor más destacable acaso fuese la presencia de una perfecta rima consonante y su mensaje optimista y valetudinario. Yo sabía, era consciente, de que mi voz no es el punto más alto de mi condición artística, si bien hay que admitir que mi afinación no presenta dificultades y mi dicción, de ordinario ordinaria, bien pulida para esta ocasión, pondría de manifiesto las excelencias de la lírica. El jurado así lo reconoció y triunfé en una votación ajustada (3 a 2), lo cual me dio el acceso a la semifinal. Cuántos nervios, amigos, supone saber que seré escuchado por decenas de miles de personas. Debo admitir, eso sí, que no sé cómo se mide el rating en la radio pero colijo que el programa del periodista Luis Majul, organizador de la justa, es escuchado por una audiencia vasta y basta. Así que me preparé debidamente para la semifinal: en los días previos perfeccioné la letra de mi canción, si acaso eso fuese posible, porque en puridad la obra carecía de defectos y su rima fluía como agua fresca de los manantiales -precisamente el premio del concurso consiste en una estadía en el hotel Manantiales de Mar del Plata con todo pago, incluídos dos pasajes en avión-. El día de la competencia afiné la guitarra con la que propondría un final que les ahorraría cualquier duda a los juzgadores; aclaré varias veces mi garganta que, por causa de una bronquitis crónica, suele producir durante la emisión vocal momentos verdaderamente gallardos. Mi esposa me procuró, cuando se aproximaba mi turno, un vaso de agua potable para que refrescara la gola. Desgraciadamente mi número fue cortado y no pude completar aquel final de guitarra que configuraba quizás el punto más alto, todo por culpa del tiempo, que en televisión es tirano y en radio, por ser un medio mucho más antiguo, es tiranosaurio. A pesar de todo ello, mientras el jurado deliberaba, con mi mujer coincidimos, con un simple cruce de miradas, en que mi performance en esta ocasión había superado a la primera y que mi contendiente, no sólo era inferior en la calidad de su canto sino que había desafinado de una manera inadmisible, lo que no fue óbice para que el jurado lo diera por ganador y yo perdiera por el mismo guarismo con el que había vencido semanas atrás a la señora Beatriz (3-2). Mi canción duraba aproximadamente un minuto y medio por lo que, sumando mi primera actuación a la segunda, puedo afirmar que tuve tres minutos de fama. Me quedan dos.
2 Comments:
Enhorabuena!!!!!! Julay, no tenía el mínimo conocimiento que también dominara el arte de la música y el cante,pertenence a una chirigota????, son muy fan de ellas. Tengo ganas de ir a Cádiz a ver sus calles, su semana santa y sus chirigotas.- Chaitoo.-
Anusky desde La Islas Afortunadas.-
no es una chirigota ni una cuchufleta
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