miércoles, octubre 01, 2008



LA BICICLETA


Decidí concurrir al trabajo conduciendo mi bici. Hace años que no me montaba a una. Creo que la última vez fue cuando mi mamá me mandó a comprarle cinta gro a la mercería y me recalcó que no tardara. Y yo no tardé casi nada, menos por el consejo materno que porque estaba por empezar Revólver a la orden. Yo pedaleaba al través de pavimentos y macadams y sufría los declives hacia arriba, pero me sentía libre y casi no me importó cuando una fina llovizna comenzó a rociar mi cenicienta cabellera que hasta allí bailaba al son del viento. Ah, la libertad. Liberté, je ecris ton nom. Libertad pero no libertinaje. Cuando la lluvia comenzó a arreciar pensé en la posibilidad de que una pulmonía pusiera fin a mis sueños. Un incipiente desaliento por el aguacero, los caminos que van hacia arriba y el agua helada, que discurría dentro de mi espalda en alocado canal para desembocar en la raya y perderse finalmente en las profundidades del culo, todos ellos tendían a envenenarme el día y maldije la hora en que se me ocurrió salir de casa arriba de ese vehículo inestable y ridículo dejando guardada en su cochera a mi moderna unidad a motor.
Desde la perspectiva que ofrecían los grandes ventanales del rodado veía las preciosas casas del barrio, algunas de ellas grandes como un penal ( si hay penales grandes como una casa, por qué no podría haber casas grandes como un penal). Varios chalets ostentaban en sus rejas carteles de venta inmobiliaria. Dentro de esa subcategoría (propiedades con carteles de venta) había inmuebles que pertenecen a personas de mi amistad o conocimiento, lo cual me indujo a preguntarme la razón por la cual sus titulares de dominio no habían confiado en los servicios de Arizmendis propiedades donde ejerzo funciones (departamento de ventas). Dentro del subgrupo de propiedades con carteles de venta que pertenecen a personas de mi conocimiento doy fe, hay un capítulo que incluye a aquellas en las que el viejo martillero Arizmendis conoce la circunstancia de mi afinidad con el o los dueños y sé que cuando vea los letreros habrá de preguntarme por qué esa casa no integra la cartera de inmuebles a la venta de Arizmendis Propiedades carajo-hay que ponerse las pilas-así nos van a comer los piojos-la puta que lo parió (sus berrinches se presentan siempre in crescendo). Llegué a la oficina con un ataque de asma de grado be que calmé con una provisión de salbutamol que siempre llevo en mis faltriqueras. Estaba con mis músculos agarrotados y las piernas acalambradas y duras como las de Forrest Gump cuando bailaba como Elvis. Quité los broches de la parte inferior de mis perneras y me dispuse a contestar al primer que hacé ridículo.

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

para mí que la usaste para evitar los nuevos peajes y sumarte a usar menos el auto, para que vayan rápido los poderosos.

12:26 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

es posible pero no me da el fìsico para la patriada

1:01 p. m.  
Blogger edu, desde el barrio, said...

sabe que pasa?O uno tiene muchos amigos(no es mi caso,ud.sabe) o hay demasiados martilleros y cada operación se torna un dilema ético...

7:35 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

exacto. Pero a mì no me ofende, lo que me preocupa es que se entere el martillero Arizmendis y se enoje porque no incorporè la casa y me pregunte para qué carajo me sirve la amistad.

8:55 p. m.  
Blogger edu, desde el barrio, said...

no para hacer negocios, obviamente. Es más: le diría que la amistad es un mal negocio en algunos casos, pero uno no debe dejar de invertir en él.

2:09 p. m.  
Blogger estejulioesuno said...

exacto. es como invertir en el país y no sacar la guita afuera

4:45 p. m.  
Blogger edu, desde el barrio, said...

Bueno...tampoco la pavada...No exagere...

9:43 p. m.  

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