VERSOS INMOBILIARIOS

Soy el encargado, en la oficina de bienes raíces donde trabajo, de redactar los avisos de venta o alquiler de inmuebles que se publican en la revista “Mundo Inmobiliario”. Esta vez quise agregar una nota de color a los aburridísimos reclames con tal mala suerte que los leyó el martillero, cosa que casi nunca hace. Me llamó a su despacho.
-Vos desde que volviste de ese viaje estás como disperso, en cualquiera, como dicen los chicos, y eso me tiene un poco podrido. ¿Cómo se te ocurre publicar los avisos de la inmobiliaria en verso?
-No sé, Roberto, se me ocurrió para darle un poco de originalidad a la cosa.
-Mirá, Julio, ese espíritu rebeldón que trajiste, a los 50 como tenés es tan ridículo como si te pusieras una remera de Eisidicí. No me mires así. Tengo nietos que me enseñaron cómo se pronuncia. Pero era a los veinte que había que ser rebelde, no ahora que sos un jovato. Este trabajo no se trata de originalidad, sino de vender, que debe ser lo menos original del mundo. No estamos para que se tome en joda el laburo. Ignoro lo qué pasó en tu marote cuando estuviste afuera, quizás se te enfrió con la nieve, pero ahora vas a tener que ponerte en la frecuencia correcta o nos comen los bichos. A quién se le ocurre esta pavada de “un consejo que se destaca, compre ahora que se vienen las cloacas”. Y éste es peor: “dos dormitorios y baño a un precio de los de antaño”. ¡Y éste es el colmo! “Disfrute la tierra desde arriba, desde abajo tendrá toda la vida”.
-Tiene una gran carga filosófica pero como argumento de venta es impecable.
-Vos estás pirado, Julio.
-Antes la mayoría de los avisos eran en verso –intenté defenderme-. Quise volver un poco a eso, ¿se acuerda?: “¿Dónde vas tan apurado?, a cambiar mi coche usado” “¿Con qué pintas Albertito? Con pinturas Pajarito”, “Si su piloto no es Aguamar, no es impermeable, se lo puedo asegurar…”
-¡Basta! –se indignó el martillero y corredor público-.

Ya bastante verso tiene la venta, pensaba yo, como eficaz argumento que hubiese podido utilizar mi jefe para atacar la publicidad rimada, pero recibiría el veto de su propia hipocresía.

No podría decir, hasta el momento, si más o menos gente llamó con la nueva modalidad publicitaria, lo que sí puedo asegurar es que muchos colegas telefonearon para continuar una carcajada que habían iniciado con la lectura de nuestro aviso en "Mundo Inmobiliario". Puede decirse con toda propiedad que fuimos el hazmerreír de nuestros colegas y quizás eso es lo que más molestó al asombroso Arizmendis.