ELOGIO DEL CHOLULISMO EXPLICITO

El que esté libre de cholulismo que tire la primera Kodak pocket y/o libreta de autógrafos. Cholula, loca por los astros era una historieta que dibujaba Toño Gallo para la desaparecida revista Canal TV. La protagonista era una chica de no más de veinte años, que moría por los actores, las actrices, los locutores y, en general, cualesquiera persona más o menos famosa que transitara por radios y canales de televisión. Hoy, desde este magnífico espacio de reflexión, afirmo que todos los argentinos tenemos algo, o mucho, de cholulos. Lo que nos puede llegar a diferenciar es si esa característica de nuestro ser la sentimos como vergonzante o, por contrario imperio, la asumimos con dignidad y orgullo. Días pasados leía un blog de cierto personaje de cuya seriedad y posmodernismo no puedo dudar si me quiero llamar justo. El dueño de este blog, verdadero fiscal ciudadano, en una de sus últimas entradas, cuenta que estuvo en la presentación de un libro de Carla Castello y que… mejor escuchémoslo directamente a él:
“…Y también hubo periodistas. Carlos Uklanovsky, que se fue sin firmarme su libro… Por suerte ella (Carla Castello) sí me firmó un ejemplar por lo cual, una vez leído el libro, irá a descansar al lado de los libros firmados por Kureishi, Vila Matas, Dolina y Alfonso de Grazia (!)” (El signo de admiración es mío) Lejos de criticarlo, aplaudo con manos edmundoriverianas a este blog formador de opinión que confesó lo que muchos no hacen porque les parece grasa o mersa. Muestro aquí una foto con el extraordinario zaguero y hoy entrenador O. Ruggeri como para dejar patente que no tengo inconvenientes en transvasarme de los dichos a los hechos sin solución de continuidad. Yo sé que quien lea este trabajo pensará para sus adentros cuánta razón tiene Julito y recordará aquella foto que se sacó con King Clave, este autógrafo que le firmó Emilio Comte, aquel libro sobre John Lennon en la Argentina que le firmó Badía. No es necesario que lo confiesen ahora, ya lo harán a medida que les vaya quedando menos hilo en el carretel de Tomasito y tengan a bien quitarse los últimos lastres de hipocresía.