jueves, junio 14, 2007

VAMO ARRIBA LA CELESTE







Mi señora me dice:
-Nuestro matrimonio perdió la magia.
-Es posible que haya perdido algo, pero no todo –le retruco-, ponele que hoy en día nuestro matrimonio sería un René Lavand.
-Te digo en serio. ¿Te acordás cuando nos poníamos nuestras mejores ropas e íbamos a los salones a bailar. Acordate que todos decían que éramos una pareja hermosa.
Eso es muy cierto. No es por decir pero hacíamos una pareja deliciosa, parecíamos Macarrón y Norita. Me refiero a la belleza, elegancia y donaire (ojo, no Fernando Donaires el jugador de Deportivo Español) Pero claro. Han pasado más de veinticinco años de nuestro casamiento. Ya no somos los mismos. Las nieves del tiempo y los bleques de Inecto, respectivamente, blanquearon y enmarronaron nuestras sienes.
-Acordate cuando íbamos a Ranelagh al bingo familiar, qué bien que la pasábamos.
-No era bingo familiar. Era un entretenimiento multidisciplinario que constaba de varias competencias que iban sumando puntaje…
-Es verdad. Siempre ganábamos cuando teníamos que adivinar la canción.
-¡Es cierto, mi amor!
Nos divertíamos en grande en esos encuentros que se disputaban en la ciudad de Ranelagh, cerca de la ciudad de Nowhere, dentro de un gimnasio inmenso, en pleno invierno, cuatro grados, piso de cemento, una pantallita de gas cada cincuenta metros. El juego de la canción consistía en que se elegía a un matrimonio y uno de sus integrantes tenía que tararear una canción y el otro decir el título. ¡Era un plato! Recuerdo una vez que nos tocó El Oso de Moris. Yo la tarareé y Mariana la adivinó. Los componentes de nuestro equipo no podían entender cómo Marianita había podido sacar una canción tan difícil (ninguno de ellos era roquero) ¡La pasamos un quilo! Después perdimos porque nos tocó Río Marrón, que creo que es de Fandermole o de Abonizio, o de ambas asimetrías a la vez. La verdad que a la canción no la conocía nadie. Se puede decir que fuimos eliminados injustamente. Volvíamos los domingos de madrugada al borde de la pulmonía, pero cómo gozábamos de aquellas jaranas bulliciosas y chufleteras con matrimonios amigos.
-Pedile a Arizmendis que te preste el departamento de Punta del Este y nos vamos el fin de semana largo –propuso mi esposa, extirpándome con una pinza sin esterilizar el recuerdo amenísimo de Ranelagh-.
-¿El departamento de Arizmendis? No sé…
-Dale, Juli.
-¿Y con quién dejamos a Estanislao? (Estanislao es nuestro perro que trajimos un día del campo)
-Lo cuida Mati (Mati es nuestro hijo que trajimos un día de Paris)
-No sé…
-No seas pusilánime.
No he de contar los avatares que debí sortear –como llevado por el azar de un dado a través del Royal Ludo- para que Arizmendis me prestase su apartamento en Punta. El cree que me lo prestó empero, al pedirme que le pague unas expensas atrasadas y no entregarme el dinero correspondiente al desembolso, queda neutralizada la figura del comodato, que se transforma, como veloz pasada de hoja de Código Civil, en alquiler temporario. Así que los próximos capítulos de mi apasionante existencia serán enviados desde el hermano paisito celeste.

1 Comments:

Blogger La condesa sangrienta said...

Arizmendis cree que lo prestó, usted cree que ya pagó y, sin embargo, seguirá debiendo un favor.
Que lo pase lindo en el paisito celeste, esperamos sus crónicas desde ahí.
Saludos

10:23 a. m.  

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