VOLVER CON LA FRENTE BRONCEADA
Dejamos Mar del Plata con esa melancolía insoportable que se parece al dolor trémulo de las cosas que partieron hacia un destino de causa perdida. Pensar que hay gente que escribe así. Y la palabra trémulo hacía tiempo que me la debía. Todos los poetas la tienen a mano y la tiran sin asco cuando no se les ocurre otra cosa. Ahora, reconozco que dolor trémulo no significa nada. Bah, sí. Que te duele algo y temblás, podría ser. No sé. Las palabras esdrújulas, en general, tienen su prestigio. Se pueden escribir canciones y poemas con palabras esdrújulas y parece como si rimaran. Pero es un recurso demasiado manido (aunque el propio Serrat alguna vez lo usó: usted que corre tras del éxito, ejecutivo de película, laralalí lara lalílali…) Típico irse por las ramas del que durante días toleró que su mente vagara sobre la superficie verdogrisácea del mar. Pero ahora vuelven las cosas concretas, esas guachas, los problemas, ésos que han sido tan pacientes que aguardaron nuestro retorno sin modificarse una nonada: como los dejamos, así quedaron. A lo sumo se pusieron un poquitín peor. No llevé alfajores de regalo porque me pareció muy gastado. Llevé conchas.
2 Comments:
Las pelotas de Vázquez, el mate de Nené y el souvenir que se trajo...
¿su melancolía nace por el término de las vacaciones o por la vuelta a la rutina donde las cosas por su nombre (balón, mate, caracoles) pierden todo contenido erótico?
Excelente interpretación, condesa sangri, quizás la opción be le quepa a nuestro Julio como una media. Gracias.
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