APUNTES DE UNA VELADA ENTRE AMIGOS (II)
ANGEL BELTRAN SE RECIBE DE IDOLO
Desearía rebobinar y volver por unos minutos a la noche del sábado, aquella de la reunión en el quincho de mi amigo Ricardo Ditro para celebrar la victoria de nuestro equipo y comer jamón contrabandeado de España. Casi cuando la noche estaba en pañales geriátricos (sería la una de la mañana, hora avanzada para un cincuentón que jugó un partido completo de fútbol hacía solamente nueve horas) uno de los muchachos, Angel Beltrán, parecía estar buscando algo en su teléfono celular. Cuando lo encontró nos llamó y procedimos a arracimarnos en torno a la pantallita de cristal líquido, también llamada display, de su pequeño aparato. Unidos en una especie de scrum rugbístico intentamos ver pero apenas adivinamos el rostro de una mujer joven que parecía estar engullendo un conogol. Por un segundo nos dispersamos y corrimos en busca de nuestros anteojos. Así pudimos confirmar que no era ningún conogol. La siguiente foto, que pasó cuando el ohhhhhh se aplacó, era la de nuestro amigo y la chica ensayando una figura geométrica parecida auna silla vista de costado.
Luego ella sola, completamente desabrigada y tendida, imitando esta letra:
X
A continuación, ambos emulando esta cifra:
69
Angel Beltrán nos explicó didácticamente que las fotos que parecían tomadas por un tercero eran también obra de él, que había enfocado con su celular al espejo que saben tener estos lugares, donde el sentido de la vista participa exhaustivamente. En efecto, en todas las tomas en las que él era coprotagonista, excepto la del conogol, se le podía ver con la mano extendida y con el teléfono-cámara apuntando a lo que debería ser el espejo. Pasó una serie de tomas de gran realismo que arrancó entusiastas vivas y sobreactuadas genuflexiones. El ambiente de sana algaraza gobernó hasta el fin de la velada.
Cuando acabaron (las fotos), Angel nos explicó que se trataba de una alumna del colegio donde él ejercía como profesor dictando la materia sociales. Alguien le dijo que iba a terminar en cana y nos tranquilizó informándonos que era una escuela nocturna. Pero la mujer parecía lo bastante joven. Nos hizo callar y mostró la siguiente foto, era Angelito, ahora ataviado de impecable jacquet celeste llevando del brazo a una chica con vestido largo, pero de rosa.
-Son las fotos del cumpleaños de quince de mi hija.
Se emocionó y le rodaron dos lágrimas, una por lagrimal. Entre los seis que formábamos una sola cabeza para poder visualizar la pantallita, nos dividimos entre los que lo admiraron y los que sintieron vergüenza, dentro de este segundo subgrupo, podemos distinguir a los que a) sentían vergüenza por él, y b) los que sentían vergüenza por ellos mismos.
¡Angelito!
Luego ella sola, completamente desabrigada y tendida, imitando esta letra:
X
A continuación, ambos emulando esta cifra:
69
Angel Beltrán nos explicó didácticamente que las fotos que parecían tomadas por un tercero eran también obra de él, que había enfocado con su celular al espejo que saben tener estos lugares, donde el sentido de la vista participa exhaustivamente. En efecto, en todas las tomas en las que él era coprotagonista, excepto la del conogol, se le podía ver con la mano extendida y con el teléfono-cámara apuntando a lo que debería ser el espejo. Pasó una serie de tomas de gran realismo que arrancó entusiastas vivas y sobreactuadas genuflexiones. El ambiente de sana algaraza gobernó hasta el fin de la velada.
Cuando acabaron (las fotos), Angel nos explicó que se trataba de una alumna del colegio donde él ejercía como profesor dictando la materia sociales. Alguien le dijo que iba a terminar en cana y nos tranquilizó informándonos que era una escuela nocturna. Pero la mujer parecía lo bastante joven. Nos hizo callar y mostró la siguiente foto, era Angelito, ahora ataviado de impecable jacquet celeste llevando del brazo a una chica con vestido largo, pero de rosa.
-Son las fotos del cumpleaños de quince de mi hija.
Se emocionó y le rodaron dos lágrimas, una por lagrimal. Entre los seis que formábamos una sola cabeza para poder visualizar la pantallita, nos dividimos entre los que lo admiraron y los que sintieron vergüenza, dentro de este segundo subgrupo, podemos distinguir a los que a) sentían vergüenza por él, y b) los que sentían vergüenza por ellos mismos.
¡Angelito!
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